Curiosidad. Pasión. Compromiso. Amor por la literatura. También por los changuitos y los adolescentes. Embajadora de la ternura. Se le ocurrió que en las páginas de nuestro diario que en agosto cumplirá 111 años, latían escondidas joyas de la poesía y la prosa infanto juveniles que merecían rescatarse del olvido. “Esto se remonta a los días de mi infancia. Yo aprendí a leer en los brazos de mi padre, mientras él leía el diario. De pronto él encontraba algo que me podía interesar: ‘Mirá, aquí hay algo para vos’. Estamos hablando de mucho más de medio siglo atrás cuando la literatura infantil prácticamente no existía. Existía el cuento tradicional, pero autores de literatura infantil no había porque se desestimaba el género, sin tener en cuenta que la literatura es una sola. Por eso, es que demoró tanto en aceptar el género. Tampoco había una idea clara de infancia, la cuestión de qué es un niño sale a partir de las principios del siglo 20, antes eran considerados como homúnculos, es decir, un niño era un hombre en miniatura”, explica la escritora y doctora en Letras, Honoria Zelaya de Nader, que acaba de dar a luz “La literatura infantil juvenil en el diario LA GACETA 1912-1930”.

El trabajo, que cuenta con el aporte de Marta Graciela Uzqueda, Silvana Gutiérrez y Luciano Jorrat, será presentado este miércoles a las 19 en la Unsta, ocasión en que hablarán Fernando García, los escritores Rosalía Castro (Ecuador) y Carlos Rubio (Costa Rica), y la presidenta de la Academia de Literatura Infantil y Juvenil, Graciela Pellizzari. En la ocasión, actuará el Coro de Niños de la Provincia, dirigido por Ana Ternavasio. El 1° de mayo, Graciela Pellizzari lo presentará en la Feria Internacional del Libro. El trabajo reúne textos de Rubén Darío, Pío Baroja, Luis Franco, Rafael Obligado, Arturo Capdevila, Evaristo Carriego, Gabriela Mistral, entre otros.

- ¿Cuándo comienza a perfilarse una literatura infanto juvenil como género? ¿Por qué pensaste en nuestro diario?

- Freud es el primero que empieza a hablar de un niño, de la infancia, con características propias. Lo que había era el cuento tradicional que se contaba en todas las casas y atraía mucho a la infancia, por su magia. Dijimos nosotros: “LA GACETA tiene muchísima producción literaria y muchos niños deben haber alimentado sus sueños porque en esa época no había libros para ellos, había libros escolares, pero eso es otra cosa” y empezamos a recuperarlos, una tarea que no se ha hecho en el país y en América tampoco. Pensamos en recuperar las páginas para la infancia que no salían para niños, pero que al leerlas, decíamos: “Esto es para chicos”. Es lo que hicimos, recuperamos desde 1912 hasta el año 30, lo que encontramos en el diario y estimamos que era para niños. Y cuál fue la sorpresa, que Juana de Ibarbourou, Leopoldo Lugones, Juan Carlos Dávalos y muchos otros autores habían escrito.

- ¿Quiénes asumieron la esforzada labor?

- Fue un equipo de cuatro personas, íbamos lunes y jueves, de cinco a siete al archivo del diario que generosamente se nos abrió sus puertas y empezamos la búsqueda, al principio muy difícil, pero creo que a medida que avancemos va a ser mejor, ya después cuando ya sale el Suplemento Literario, será otra cosa. ¿Por qué lo hicimos? Porque creemos que esto es un patrimonio enorme, no tiene que estar dormido en el archivo, sino que tiene que estar al alcance de quienes lo quieran, además al libro se lo va a subir a internet de manera que quien lo quiera, lo tendrá.

- ¿Quién hubiera imaginado que en las páginas de LA GACETA de hace un siglo estarían esperando su redescubrimiento estas joyas literarias?

- Esos escritores mandaban sus producciones para LA GACETA. Una vez he leído que parte de la lucha por la independencia tiene que ver también con lo que los chicos leían en los diarios. Fijate que la primera imprenta que hubo en el interior del país estuvo en Tucumán, la trajo Belgrano. Enrique Banchs, en los años en que estuvo en el diario La Prensa, creó una página, “Para contar al hermanito”, porque él tenía clara conciencia, que si no había mediadores calificados no se podía conquistar al niño hacia la lectura y sacó con un libro sobre eso, “Para contar al hermanito” se llama.

- También se encuentran escritores tucumanos entre los colaboradores.

- Hay un cuento, “El Canillita”, dedicado al diario, de Tránsito Cañete de Rivas Jordán, que es una de las grandes mujeres escritoras, lamentablemente poco conocida y difundida. En ese momento había como temor todavía para escribir para niños y entonces lo que más abundaba eran textos para adolescentes y los temas eran el amor, lo mágico... pero más que prosa, eran poemas, como los de doña Amalia Prebisch; de Mario Bravo hay mucho, y tiene cosas muy lindas para chicos. También hay de todo el país y del extranjero también. Ahí empieza la difusión de autores de autores para niños sin proponerse. Somos palabras y yo, gracias a las palabras de mi padre, de mi abuelo de quien yo te contaba que con una mano tenía un libro y en la otra, el arado, he tenido una vida distinta.

POEMA  

CASO

A un cruzado caballero,/ garrido y noble garzón,/ en el palenque guerrero/ le clavaron un acero/ tan cerca del corazón,/ que el físico al contemplarle,/ tras verle y examinarle,/ dijo: “Quedará sin vida/ si se pretende sacarle/ el venablo de la herida”./ Por el dolor congojado,/ triste, débil, desangrado,/ después que tanto sufrió,/ con el acero clavado/ el caballero murió./ Pues el físico decía/ que, en dicho caso, quien/ una herida tal tenía,/ con el venablo moría,/ y sin el venablo también./ ¿No comprendes, Asunción,/ la historia que te he contado,/ la del garrido garzón/ con el acero clavado/ muy cerca del corazón? Pues el caso es verdadero:/ yo soy el herido, ingrata,/ y tu amor es el acero:/ ¡si me lo quitas, me muero;/ si me lo dejas, me mata!

Rubén Darío

Publicado en LA GACETA en 1913.