El estrés, al igual que la ansiedad, es el resultado de la excesiva actividad de las ondas cerebrales, causa fundamental de muchos problemas de salud. No se concibe un cuerpo sano sin una mente sana. Ya lo sabían los romanos: “Mens sana in corpore sano”. Lo saben los estudiosos y/o practicantes del control mental, conscientes del diario desafío -o más bien, ataques- de enfrentar el deterioro constante del peso nacional. Se nota en la cara de las humildes amas de casa al comprar la verdura, la fruta, el pan, etc., en mezquina y “hereje” cantidad, pues sabe que los niños pedirán, a gritos, más. Y la enfermante realidad es que no hay. Como tampoco habrá para preparar un rico plato de comida para sus hambrientos estómagos. En estas condiciones sus pensamientos quedan fuera de control, generando reacciones adversas a su propia salud. El cuerpo queda expuesto a recibir cualquier plaga y lo hará, dado el descontrol mental. Estas plagas que nos acosan son la prueba evidente de que algo está funcionando mal. ¿Es la conducción político-económica? ¿La ignorancia? ¿La maldad encarnada en malos dirigentes? El tema es que, sin importar cuán bien nos portemos, cada vez tenemos menos esperanzas en un futuro mejor.
Darío Albornoz
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