El informe sobre las altas cifras de accidentes de motociclistas en San Miguel de Tucumán obliga a reflexionar sobre un tema recurrente desde hace mucho tiempo, al que las autoridades no le han encontrado solución. Se trata de datos registrados entre enero y abril, por el Centro de Operaciones y Monitoreo de San Miguel de Tucumán, que detectó que el 77% de los accidentes captados por las 250 cámaras de seguridad de macro y microcentro involucra una moto. Los números son parecidos a los del Hospital Padilla, que la semana pasada tuvo 89 ingresos por siniestros viales, el 80% de los cuales se trató de motociclistas. Los números son más impactantes que los de la Capital (50 en abril), pero se aclaró que en el nosocomio se reciben pacientes de toda la provincia.
Los datos de las filmadoras de la Municipalidad indican que sólo el 50% de los accidentados usaba casco, y que la esquina de mayor riesgo es la de avenida Roca y Bernabé Aráoz, a la que le siguen en peligro otras como Bernabé Aráoz y Crisóstomo Álvarez; General Paz y Bernabé Aráoz, y algunas del parque 9 de Julio. La subdirectora del centro de monitoreo dijo que los datos recolectados sirven “para reforzar desde otros sectores municipales la intervención en esas zonas peligrosas. En algunas marcamos accidentes y en otras vandalismo”. Además se hizo un mapa del riesgo en el que “el horario predominante es el diurno. Luego, en la madrugada, a la salida de los boliches, por la ingesta de alcohol, se producen muchos accidentes. En horarios nocturnos, cuando los semáforos están intermitentes, hay mucho exceso de velocidad”, dijo. “En todos los casos es generalizada la imprudencia o la negligencia de motociclistas. Siempre quieren llegar primero, se adelantan, no respetan las normas de tránsito ni los semáforos en rojo. Y el 50% conduce sin casco”, agrega. Por su parte, una médica del hospital padilla dijo que “muchos quedan internados y con secuelas. Es altísimo el índice de internación y el porcentaje de secuelas traumatológicas o neurológicas. Por politraumatismos, el 13,5% necesita internación. Pero no sólo afecta al paciente, sino a toda la familia, que después debe atender a esa persona que está en recuperación”.
La reflexión que falta, con los crudos datos recolectados, es qué es necesario hacer para cambiar esta realidad. Es posible que a partir del cruce de información se puedan organizar operativos de control en sitios peligrosos, pero es evidente que es precisa una política enfocada en un cambio de conducta y respeto a las normas, puesto que la anomia de los conductores de motocicletas es generalizada y se la puede ver en cualquier esquina: cruzan en rojo, circulan en zigzag, hablan por teléfono, no usan casco, suben a las veredas. Es frecuente ver esa inconducta en cadetes de servicios de mensajería, que se han convertido en usuarios constantes de las calles, pero no son los únicos. Esa falta de respeto es tan generalizada y habitual que los mismos guardianes del orden -agentes municipales y policías- los ignoran, a menos que estén en un operativo de control específico. Esa tolerancia permite que se considere que es igual respetar o no la ley, pues no hay castigo ante la infracción. Y en el caso en que se produce sanción -cuando se secuestran los vehículos-, esto no sirve para un cambio de hábitos.
Es evidente que, por un lado, hace falta analizar las causas por las que no se respeta la ley y también estudiar la forma de hacer que se comience a cumplirla. En ese sentido, posiblemente implementar el carnet por puntos y, por otra parte, analizar cómo debe cambiar forma de trabajo de los mismos agentes de la ley para que resulte efectiva.