Poco antes de morir, Marcos Mundstock, cofundador y ex integrante del grupo musical y humorístico Les Luthiers, fue invitado a un congreso de la lengua española al que no pudo asistir debido a su estado de salud: padecía de un tumor cerebral irremediablemente avanzado. Sin embargo tuvo la amabilidad de devolver la cortesía de haber sido invitado: envió un video de salutación a los organizadores del evento y a los invitados al mismo. En dicho video, Marcos empieza con la frase: “Hola, buenos días estimado público”, y seguidamente pasa a explicar la razón de esa presentación: “Me permito decir ‘estimado público’ porque los organizadores estiman que habrá en el recinto unas 800 personas, y ése sería el público estimado o estimado público”. Me llamó la atención que conservara su genial sentido del humor sabiendo que su muerte era inminente. Eso me llamó a la reflexión. Quizá no sepamos cuál es el verdadero sentido de la vida, pero por lo pronto podemos ir dándole el siguiente: saborear sus buenos momentos en la medida de nuestras posibilidades hasta el último instante en que esa opción nos sea permitida. Precisamente porque la vida es tan corta y el Universo a explorar tan vasto (desde lo más pequeño y profundo hasta lo inconmensurablemente grande), no debemos desperdiciar ni un segundo de tiempo pensando en la muerte, aun cuando la oigamos tocar a nuestra puerta. Ella sabrá abrirla sola, ¿para qué facilitarle el trabajo?
Ricardo Manai ricardomanai@yahoo.com.ar