Christine perdió a su esposo y a su hijo en el submarino que sufrió una implosión catastrófica durante una expedición hacia los restos del Titanic, ubicado a 3.800 metros de profundidad en el Océano Atlántico. Sus cinco tripulantes murieron.
El empresario Shahzada Dawood y su hijo de 19 años, Suleman son dos de las cinco víctimas fatales de la tragedia que impactó al mundo. En el sumergible también viajaban el multimillonario y explorador británico Hamish Harding, el oceanógrafo francés y experto en el Titanic, Paul-Henri Nargeolet y Stockton Rush, el presidente ejecutivo de OceanGate, que piloteaba el sumergible.
Días después de confirmada la implosión del sumergible, la esposa de Shahzada Dawood hizo una estremecedora revelación. Contó que ella tenía planeado hacer la inmersión, pero que le cedió su puesto en el submarino a su hijo. “Le di mi lugar a Suleman porque él realmente quería ir”, expresó recientemente a un medio británico.
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La mujer también contó que la familia de cuatro, incluida una hija de nombre Alina, estaban a bordo del Polar Prince, la nave nodriza que fue la encargada de trasladar al sumergible hasta el lugar de lanzamiento en el océano Atlántico Norte.
Una vez que el Titán inició la operación, madre e hija todavía permanecían en el barco cuando se les informó de la alerta por la pérdida de comunicación con el submarino, poco después de comenzar el descenso a las ocho de la mañana del domingo 18 de junio.
Christine mantuvo la esperanza de que la Guardia Costera de Estados Unidos encontrara al sumergible y a sus cinco tripulantes sanos y salvos pero admitió que la perdió cuando pasaron las 96 horas, lo que indicaba que se habían quedado sin oxígeno. El jueves le confirmaron que se habían encontrado restos de la embarcación, algo que no sabían hasta ese momento.
“Teníamos mucha esperanza, creo que eso fue lo único que nos ayudó a superarlo porque teníamos esperanza y... había tantas acciones que la gente de este submarino puede hacer para salir a la superficie... dejarían caer el peso, entonces el ascenso sería más lento, estábamos constantemente mirando la superficie. Había esa esperanza”, comentó. Por último desconsolada dijo entre lágrimas, “Los extraño. Realmente, realmente los extraño”.