No son las PASO, es el acople

La tranquilidad de la jornada electoral se debe, básicamente, al sistema de votación.

No son las PASO, es el acople FOTO LA GACETA/JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI

Más orden a la mañana y a la tarde, ¿menos votantes? Eso se sabrá en unas horas. Sin embargo, una primera observación rápida de esta jornada electoral nacional es sobre el movimiento en las escuelas, para compararlo con lo que sucedió en los comicios provinciales del 11 de junio, donde en las primeras horas era casi imposible entrar a los lugares de sufragio.

Ese día era notable la cantidad de ciudadanos haciendo fila, los lugares estaban atiborrados de gente, los punteros y movilizadores iban raudos de un lugar a otro con carpetas bajo el brazo, la increíble cifra de fiscales, más de 20 fiscales por mesa, y por la tremenda movilización callejera.

Hoy no se vió tamaña explosión visual, ¿qué pasó? Lo primero que se piensa es que como el poder real no está en juego, la dirigencia política no se preocupó en demasía por tratar de asegurar el resultado e hizo la plancha.
Sin embargo, de lo que se trata en el fondo es de los distintos sistemas de votación que se aplican: las nacionales de hoy son primarias abiertas, donde votan todos, pero esencialmente dos clases de ciudadanos: los afiliados a los partidos políticos y los independientes. Eligen los candidatos que finalmente competirán en las generales de octubre.

En las provinciales, la votación también es con esas dos clases de ciudadanos, sin embargo la votación es definitiva, porque se elige a los que van a ocupar cargos públicos. Aquí no hay primarias abiertas, ni tampoco internas partidarias cerradas porque,en Tucumán, los partidos políticos han sido devaluados y convertidos en meras siglas para identificar las boletas, cientos de ellas por cierto.

Entonces, cabe señalar que los sistemas electorales tienen influencia a la hora de comparar las dos jornadas electorales, hasta visualmente.
En la provincial se entiende tamaña movilización, porque son cientos los dirigentes interesados en ocupar una banca legislativa, aunque implique contratiempos para el elector, que en el cuarto oscuro descubre entre 60 y 80 listas, tantas entre las que se pierde.
La oferta electoral es harto significativa. Y eso es porque el sistema de acople, consagrado en la Constitución provincial, evita la competencia partidaria cerrada, para que sean los afiliados los elijan a los candidatos que el partido pondrá a disposición del resto del electorado independiente.

Así las cosas, una elección provincial resuelve los conflictos internos de las estructuras partidarias mayoritarias, como las del PJ y la UCR. En cambio, las PASO fueron creadas, casualmente, para que los independientes puedan inmiscuirse en las internas de los partidos y elegir a un precandidato de entre los dirigentes que postula, por lo menos para los cargos nacionales.
Con el sistema de colectoras, aplicado a nivel provincial, también los independientes resuelven sobre las internas políticas de las estructuras mayoritarias pero en otra instancia, en la decisiva.

De hecho, por el acople, el peronismo tucumano dispone de 60 partidos cuyos dirigentes responden al PJ. Los referentes territoriales no se enfrentan entre ellos en una interna cerrada partidaria para determinar quiénes serán sus representantes en una elección final, y quiénes son los preferidos de los afiliados a ese partido.
Ese tipo de votación partidaria desapareció precisamente por el acople. La clase política prefiere jugar y perder en una final y no en una primaria que es una competencia previa -como las PASO-; apuesta todo en una votación definitiva. No hace doble gasto de recursos.

Por eso tanto despliegue en un comicio provincial, como el 11 de junio, a diferencia de el de hoy, donde sólo se juega una previa, no un partido definitivo.
Dentro de algunas horas se sabrá cuál fue el porcentaje de votantes y el nivel de abstencionismo, pero desde ya, comparando ambos sistemas de votación, bien se puede terminar reflexionando sobre el esquema de acople, especialmente por la calidad de la representación política, ya que se hacen fuertes los dirigentes, sus apellidos, pero no los partidos a los que pertenecen. Y con pocos sufragios que los respaldan. Pueden ser peronistas o radicales, pero no fortalecen a sus organizaciones naturales.

El acople vino a debilitar esas estructuras y, centralmente, a sus principios y doctrinas, porque con las colectoras no se vota por los partidos, se vota dirigentes.
Resulta paradójico que con el esquema de colectoras se degrade a los partidos pero que haya mayor cantidad de votantes, lo que fortalece a la democracia, aunque se resienta la representación política de los elegidos al fragmentarse el voto en tanta oferta electoral.
Si para algo puede servir la tranquilidad observada en esta jornada comicial, es para detenerse en el sistema electoral provincial y en sus paradojas políticas, en la necesidad de repensar un posible esquema de votación que le facilite la elección de los candidatos y que mejore el nivel de representatividad de los elegidos.

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