“Se nos fueron dos puntos. Encima perdió Agropecuario, y de ganar nos poníamos a dos puntos de Almirante, al que todavía tenemos que enfrentar. Era una chance inmejorable. Pero nos viene pasando siempre algo, en los momentos en los que estamos ahí para dar el zarpazo. Tenemos que seguir luchando contra esto”, se lamentó Pablo Frontini después del partido que San Martín igualó 1-1 ante Alvarado, en Mar del Plata. El entrenador puso énfasis en una de las grandes preocupaciones que, sin ceñirnos exclusivamente a esta temporada, viene entorpeciendo, uno tras otro, los intentos del “santo” por conseguir el regreso a la Liga Profesional. Hay una realidad que ha trascendido planteles y dirigencias: al conjunto de Ciudadela siempre le faltó “algo”.
Si hacemos un repaso de la era de Pablo de Muner hasta llegó a perder contra Tigre, en casa, el partido más importante de la temporada -el que lo iba a depositar en una final por el ascenso- además de unos cuantos partidos previos, en los que dejó puntos de manera inesperada.
Pero los años pasan, los nombres se renuevan y los resultados son los mismos: campañas fluctuantes entre regulares y buenas, y sin ese plus para poder llegar a la tan ansiada meta. Qué le pasa a San Martín es la pregunta que se hacen todos, desde los que toman decisiones, pasando por los que entran al campo de juego y, obviamente, los que llenan las tribunas, empujados por esa ilusión, a veces irracional.
A lo largo de las 32 fechas de la zona A de esta Primera Nacional, con Iván Delfino o con Frontini, el “santo” flaqueó contra la mayoría de los rivales que pelean el descenso, que venían arrastrando rachas negativas y con presupuestos exageradamente inferiores. “Pero en la cancha se ven…”, dice un viejo refrán y, hasta el momento, este equipo no los ha mostrado, al menos la cantidad de veces necesarias para, de una vez por todas, llegar al primer puesto.
El actual DT sostuvo a la salida de los vestuarios del estadio “José María Minella” que “todos los rivales se juegan algo, todos le quieren ganar a San Martín”. Aunque ese razonamiento podría ser absolutamente válido, da la sensación de que se queda corto y, claro, habrá muchas cuestiones que, por su responsabilidad al frente del equipo, incluso deba maquillar o callar.
Una de las posibles respuestas, aunque no la única, podría encontrarse en cada inicio de campeonato, cuando hay que hacer “pan y queso” para elegir a los jugadores que, de antemano, saben que tendrán que cargar la pesada mochila de llevar al club tucumano de regreso a Primera.
La mayoría de los que llegaron en los últimos tiempos aseguraron que estaban ante la gran oportunidad de sus carreras y, ciertamente, no fueron muchos los que lo terminaron demostrando. En una categoría como la Primera Nacional, son pocos los clubes que cuentan con planteles que superen los 25 jugadores y, al menos este año, apenas un puñado consiguió darle un salto de calidad a sus equipos.
En esta repetitiva actualidad “santa”, en donde la tercera saga de la misma película cada vez deja menos satisfechos a los espectadores, parecería que la manta volvió a quedar corta, en un plantel que viene arrastrando lesiones y suspensiones, que obligan al cuerpo técnico a meter mano en el 11 inicial cada fin de semana. Para decirlo en criollo, la carencia de alternativas y la disparidad entre algunos jugadores se vuelve más elocuente y cada vez que hay que reemplazar a uno el conjunto se resiente.
Nadie pone en duda que el proyecto persigue llegar a la meta con los brazos en alto, pero puertas adentro deberán seguir indagando las razones del por qué siempre “pasa algo”, que termina provocando derrumbes y poniendo a todos más cerca del precipicio que de la gloria.
Nuevo escolta
Deportivo Morón (49) le ganó 3-2 a Defensores de Belgrano (47 al igual que San Martín y Agropecuario) y quedó segundo en la tabla, por detrás de A. Brown (51).