“Ser partecita de la historia del teatro en Tucumán”. Así define Verónica Pérez Luna el sentido de haber cumplido 30 años con Manojo de Calles, la propuesta que funciona desde su origen como referencia de un teatro arriesgado y propositivo, que cuestiona formas clásicas de la escena y mecanismos de realización y que desafía constantemente asumiendo riesgos.
Las celebraciones tienen como base física Fuera de Foco Obradora de Arte (pasaje Villagra 262, Tafí Viejo), donde se realizan talleres y funciones hasta el domingo. Hoy tendrán lugar desde las 16 los cursos de compostaje con Cecilia Villafuerte, de clown Piedra Libre y sobre experiencias sonoras en obras teatrales, con el salteño Damián Payo; y por la noche, a las 22, se presentará la obra “Punkdémicos. La casa arde”, a partir de “La casa de Bernarda Alba”, de Federico García Lorca.
“¡El eje de estos días es festejar! En un contexto difícil como el que estamos atravesando, se transforma en un acto de rebeldía. Los derechos del cuerpo y del amor nos pertenecen, no vamos a dejar que nos roben y destruyan nuestros sueños. Somos artistas populares y también investigadores de la escena”, adelanta.
Hacer balance es casi obligado. “Fueron años de creaciones que marcaron la teatralidad de la región con su intensa y arriesgada producción. Más de 40 obras y proyectos escénicos y sociales, el sostenimiento de espacios completamente autogestivos con una apropiación colectiva e intercambio de saberes y energías. Somos siempre un foquito encendido de utopías, búsqueda y amorosidad, la alegría de ensayos y búsquedas compartidas, abrazo amorosos. Estamos dispuestxs a los cambios y a las crisis y a no morir en un nuevo intento. En esencia, somos lxs mismxs soñadores del 93, solo un poco más viejes de cuerpos, los que tienen muchas más historias. Estamos más abiertos a todo lo posible”, describe Pérez Luna.
Y en ese contexto de apertura, menciona a la pandemia como una instancia más que llevó al grupo a explorar la virtualidad con sus proyectos. Sin embargo, tener una sala propia y vinculada con la comunidad de cercanía “permite profundizar en la investigación y en la contención de nuestras humanidades”, destaca.
La actriz, directora y dramaturga afirma que llegaron a cumplir tres décadas “por la insistencia propia y el amor de los otres; nunca nos propusimos solo hacer una obra sino construir un teatro urgente desde la confrontación a un sistema que se basa en el exitismo, el personalismo y la meritocracia. Tuvimos mucho acompañamiento siempre de artistas que dejaron su huella imborrable en nuestra historia porque somos yerba mala, esa que crece en cualquier terreno y que si llueve se hace cada vez más fuerte (ríe)”. Y el festejo sirve para el reencuentro, ya que vendrán exintegrantes y colaboradores del grupo que están en otras provincias, que portan “el sellito Manojo, pero además apostado a la independencia y a la identidad de cada une como artista total capaz de abrirse caminos propios”.
Entre visitantes y locales, en distintas propuestas la movida reunirá a Jorge Pedraza, Nélida Luis, Celeste Lafuente, Iván Santos Vega, Fabiola Vilte, César Romero, Alejandro Villagra, Darío Mansilla, Tita Montolfo, Alejandro Garay, Sandra Pérez Luna, Liliana Ale, María Elena González, Karina Toloza, Yoca Gil, Indra Loto, Ramiro Salvador, Luciana Villafañe, Bernardo Brunetti, Sebastián Chazarreta, Diego López, Marina Rosenzvaig, Ana Eustacchio y Silvia Villegas.
Más poética que estética
Al preguntársele sobre si existe una “estética Manojo”, la redefine como una “poética Manojo” que se asienta sobre “el sentido de lo colectivo, la discusión sobre el teatro y su contexto; el cuerpo y sus posibles en todas sus potencias, el erotismo, el travestismo y el humor en lo estético; la idiorritmia (cada quien a su ritmo por un bien común, concepto de Roland Bartes) y la epimeleia (untarse el cuerpo con miel los unes a les otres, de Michel Foucault) desde una ética que guía nuestros sistemas de producción a la economía social y popular y al asociativismo”.
“Lejos del capitalismo, pensamos y reivindicamos el canje, el trueque, el amor y la responsabilidad sobre el otro... Hay una mirada del público que ha construido el mito de una estética ligada a la ‘violencia’ o al efecto de choque de nuestras imágenes, al desnudo, a lo escatológico. Como dignos herederos del punk de la primavera democrática, hemos indagado en los límites de lo que debe o no verse en escena. Y hemos estado ligados al payaso y a la calle con la intervención del espacio público y el teatro de guerrillas”, enumera.
Este año, por primera vez y desde la colectiva Las Lisístratas, ganó la Fiesta Provincial de Teatro con “La nave de las locas. En busca de la Matria Perdida”. Con esa la obra “le damos una vuelta al concepto foucoltiano sobre la locura y las payasas no nos aislamos más, no somos más la periferia y nos ponemos en el centro con un lenguaje que aborda el tema poéticamente pero que tiene el propósito principal de ir a buscar a un nuevo espectador, con la necesidad de salir de la reclusión de la pandemia y buscar la mirada que no va al teatro. Es darle teatro al que no busca teatro, en la calle, en un parque, en un patio, no importa; lo que importa es nuestra identidad, ¡nosotros somos el fuego!”, concluye, quizás a modo de resumen de tres décadas de desafíos y construcciones.