Duelo desigual con los “kamikazes” de Hamas

Duelo desigual con los “kamikazes” de Hamas
13 Noviembre 2023

Carlos Duguech - Analista internacional

La bárbara y sanguinaria incursión de los activistas de Hamas en el sur de Israel no hace sino perfilar, definitivamente, que no es un simple enemigo. Los terroristas del fundamentalismo islámico de Hamas son un pretendido reemplazante de Israel y de la Palestina por la que bregan los palestinos de Cisjordania y los de Gaza, éstos dominados por Hamas desde 2007.

Cualquier clase de enfrentamiento de las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) con las Brigadas Ezzedin Al-Qassam, brazo armado de Hamas (Acrónimo de “Movimiento de Resistencia Islámica”) configura un esquema de lucha a muerte. Un enfrentamiento donde una parte ataca con cuidado de exponerse lo menos posible, con reticencia impropia del combatiente, mientras que la otra va hacia el ataque sin ninguna prevención. Y lo hace por su propia suerte de kamikaze, ejercida en plenitud.

No se pretenda que los terroristas de Hamas asuman responsabilidades por las formas y las normas humanitarias (los protocolos de Ginebra, de 1949, tantas veces mencionados, y violentados). Su naturaleza no admite ni la compasión ni algún tipo de cuidado. Van al choque con la máxima potencia que les prodigan sus atributos guerreros y se asumen como flechas sanguinarias, flechas deshumanizadas. Deshumanizantes. Los 1.200 muertos del 7 de octubre en el sur de Israel (cifra publicada por el gobierno de Netanyahu, recientemente) instalan en la conciencia colectiva la naturaleza horrorosa del acto terrorista. Sólo la palabra terrorista ya implica riesgos, muerte, destrucción.

“Los musulmanes en Nueva York” es el título de una colaboración que escribí para LA GACETA desde la ciudad de las Torres Gemelas y se publicó el 15 de mayo de 2015. Escribí entonces: “Obligado a utilizar taxis para desplazamientos en la ‘Gran Manzana’, en tres casos los conductores eran egipcios. Entre mi inglés a medias y un árabe adherido a mi ADN de hijo de libaneses, en viaje al Museo Metropolitano, pude descubrir naturalmente -por la espontánea expresión del conductor egipcio- que sus referencias a la colección de muros reconstruidos piedra sobre piedra en ese museo era la del que se sentía despojado: ‘Se robaron todo’, fue su expresión casi resignada.

Duelo desigual con los “kamikazes” de Hamas

Preguntado, luego de intercambiar expresiones, sobre su condición de musulmán (que supuse), casi detiene el taxi, me mira, y con plena disposición para expresarse evidenciando sinceridad, responde: ‘soy musulmán, pero no radical, no radical’. Y desliza sus alabanzas al Dios único y misericordioso. Estaba ejerciendo el derecho a exhibir el salvoconducto ante un hombre de prensa del sur de América. El conductor del taxi era un conocedor, como pocos, de la necesidad de convivir pacíficamente mostrándose en esa actitud frente a un mundo que estima hostil para los creyentes islámicos. Y nada menos que en Nueva York, donde su condición, desde el 9/11 ha venido siendo la más vigilada de Manhattan y del mundo entero, un mundo donde Estados Unidos tiene casi 950 bases”.

El Islam

Con este título en su tapa la Oficina de Cultura y Difusión Islámica -con sede en Buenos Aires- edita en 2012 un libro de Abdulá Al Turqui que acerca una visión diferente a la que por lo general -y equivocadamente- se tiene sobre el Islam. Ya en su prólogo señala que “La problemática del terrorismo ocupa en la actualidad gran parte del espacio vital en que vivimos y genera preocupación en todos los ámbitos de la vida, principalmente en el de la seguridad, la política y la economía”.

Uno de los párrafos más significativos se expresa en cabeza del título “Los juristas musulmanes contra el terrorismo” al señalar que “las instituciones jurídicas islámicas han enfocado el fenómeno terrorista en la era moderna, como un acto deplorable y una conducta perversa ajena a la filosofía del Islam y a sus principios básicos”. Incluye el libro una proclamación del Consejo Supremo de las Mezquitas en el Mundo en su sesión ordinaria celebrada en la Meca entre el 30 de agosto y el 3 de septiembre de 2003: “El fenómeno terrorista es ajeno a la idiosincrasia de la sociedad islámica, la cual cree firmemente que asesinar a un ser humano es un crimen merecedor de la indignación de Dios y, obviamente, la condena de su autor en este mundo y en el otro”.

Doctrina perversa

Dahiya, nombre de un barrio de la capital libanesa Beirut, le dio nombre a una doctrina militar que ejecuta las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel). Se originó en la guerra contra el país de los cedros en 2006. Era para combatir a Hezbolah, grupo terrorista con asiento en el Líbano. La doctrina Dahiya consiste en el uso usa la fuerza de una manera deliberadamente desproporcionada, incluyendo objetivos e instalaciones civiles. Quien ideó esta perversa doctrina sostenía que el único recurso era dañar al enemigo ejerciendo un ataque a la población civil. La estrategia que proporciona la doctrina Dahiya, es “bombardear de forma masiva poblaciones civiles en las que se refugian los responsables armados o políticos del grupo enemigo”. La perversidad al tacto.

Niños en peligro

Toda la información que recoge la prensa no elude un dato, como si fuera una simple aritmética, y no más que eso. Unicef, el fondo de las Naciones Unidas para la infancia, frente a la escalada bélica de israelí expresó que la vida de un millón de niños en Gaza “pende de un hilo” por el colapso de los servicios médicos y por los bombardeos que sufre la zona. En el sitio de Noticias ONU (31 de octubre) se lee: “Gaza se ha convertido en un ‘cementerio’ para los niños”.

Eso aseguró este martes un responsable de Unicef, al informar que hay más de 3.400 niños muertos bajo los bombardeos y más de un millón se enfrentan a una grave escasez de artículos de primera necesidad y a traumas de por vida.

La acción justificada de Israel de atacar y destruir al grupo terrorista de Hamas cobra “entidad” en las palabras del tambaleante Benjamin Netanyahu (políticamente).

Sorprendido y dolido por el no imaginado ataque brutal del 7 de octubre con 1.200 muertos y algo más de 200 secuestrados, clamó por “venganza”. Utilizo, precisamente esa palabra.

Y así parece que se perfila el avance de las fuerzas y equipos militares de Israel en el territorio de Gaza, esa “cárcel a cielo abierto” como bien se la calificó. Gaza es una fracción que es la sesentava parte de la provincia de Tucumán. Y surge la pregunta, desde todos los lugares del mundo y desde el corazón de Gaza, donde viven más de dos millones de palestinos bajo el férreo dominio de Hamas: ¿Cuántos niños más se matarán? ¿Cuantos para que la “venganza” resulte satisfecha para el señor Netanyahu?

Todas las peticiones de “alto el fuego” son desoídas, por ambas partes enfrentadas. Un estado y un grupo terrorista que quiere hacer desaparecer a Israel como nación en lo que era Palestina del Mandato Británico e instalar en esa tierra todo lo necesario para configurar un estado Islámico. Por tal razón - es obligado decirlo- los palestinos de la línea de Yasser Arafat y Mahmoud Abbas van por un estado palestino laico, lo que de algún modo expresan en su declaración de Independencia en el exilio (Argel 1988). Que reconociendo a Israel (aunque no expresamente) cita la Resolucion 181 al igual que los hebreros lo hacen en su propia Declaración de Independencia.

“Diario de guerra”

Marcelo Cantelmi, destacado por el diario Clarín como corresponsal de guerra en Israel es editor Jefe de la sección Mundo de Clarín y columnista del Panorama Internacional. Mención de honor de la SIP. Director del Observatorio de Política Internacional de la Universidad de Palermo y docente titular en la facultad de Ciencias Sociales de esa universidad. Publicó tres libros de ensayos. Pude comunicarme con él por mail en los dos últimos días en la zona. Estuvo un mes editando su “Diario de guerra” para “Clarín”.

Sus conclusiones, respondiéndome el 8 de noviembre: “Es una guerra difícil, en su desarrollo, sus protagonistas y especialmente en su cobertura”.

Y el último día, 9 de noviembre: “He ido a Ramalla, pedí entrevistas, estoy en eso. Hay mucha tensión ahí por lo que comento en las columnas. En cuanto a Hamas, queda claro que la operación fue muy planificada pero no una estrategia adecuada, por decir lo mínimo”.

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