Lucía y Analía Leiro: las nuevas estrellas del golf tucumano

A veces compañeras, a veces rivales en los fairways del Jockey

EQUIPO. Este año ganaron el torneo del Jockey Club por parejas. la gaceta / fotos de diego araoz EQUIPO. Este año ganaron el torneo del Jockey Club por parejas. la gaceta / fotos de diego araoz

- ¿Se animan a hacer un putt?

La entrevista ni siquiera ha comenzado y las hermanas Analía y Lucía Leiro ya están sobre el green más cercano al club house de la cancha del country del Jockey Club enseñándole a este periodista y al fotógrafo la técnica para la definición de un hoyo. Observación de la pendiente, piernas ligeramente flexionadas, torso firme, movimiento pendular de hombros y...tac. Tres intentos cada uno para embocar la pelotita no están mal para empezar, aseguran. Quién sabe, a lo mejor alguno de los dos se equivocó de profesión.

“Es que este deporte es hermoso. Venir y jugar con estos paisajes, decime si no”, contempla Analía, la mayor. “A mí de chica no me gustaba”, aclara Lucía, que recién de grande le encontró la gracia. El padre de ambas, Héctor “Nene” Leiro, era un asiduo jugador en Alpa Sumaj (la hoy llamada “cancha vieja” del Jockey) y solía llevarlas, pero ellas preferían ir a la pileta o hacer otros deportes, como tenis y natación. “Mi mamá nos enseñó a nadar a los cuatro hermanos. A mí no me gustaba estar tantas horas en el agua, pero Lucía era un pez”, cuenta Analía, que por su lado se dedicó más de 20 años al squash.

“Por supuesto que sirve mucho haber hecho otro deporte antes. Hay gente que le pega muy fuerte. Ahora, con eso no te alcanza. También tenés que saber definir. Manejar bien los diferentes palos. Ahi perdés o ganás un torneo. No importa cuán largo le pegás si no sos preciso en la definición. Tenés que practicar todo. Yo practicaba tiro con curva a la derecha, a la izquierda, tiro bajo, alto, a media altura. La cuestión es agarrar todos los palos de tu bolsa y aprender a manejarlos en cada situación. Es estrategia, es un tiro tras otro, ningún tiro es igual”, alecciona Lucía.

Fue ella la primera que se lanzó al golf, hace ya 14 años. “Crecí en ese ambiente y me casé con un golfista. Empecé a ir de nuevo al club a comer, a las entregas de premios y eso me fue contagiando. Hasta que un día le dije a quien entonces era mi marido que iba a empezar a jugar, porque además vivo al lado de Alpa Sumaj. Y él me respondió: andá y vas a conocer lo que es un deporte frustrante. No hay un día que no me acuerde de esa frase. Porque el golf es muy lindo, pero puede ser muy frustrante. Basta con un mal tiro. El maestro Roberto De Vicenzo decía: si en una ronda de golf no te enojaste al menos una vez, no jugaste al golf”, explica Lucía.

“Es que es difícil jugar parejo durante las cuatro horas que suele durar una ronda. Los profesionales que aspiran a estar entre los mejores se entrenan varias horas por día, viven viajando, se dedican mucho. Es un deporte de alta precisión y mucha concentración. Leí que De Vicenzo también decía que si en una ronda metiste un golpe que te haya hecho sentir bien, es suficiente. Mirá si no será difícil”, describe Analía.

Lucía se lo tomó muy en serio, tanto que comenzó con 25 golpes de hándicap y en un año logró bajar a ocho. “Tenés que dedicarle tiempo, y yo pude hacerlo porque mis hijos ya estaban grandes. Me enfoqué mucho en las clases y en las prácticas individuales. Muchas salidas sola a la cancha, y también me tocó tener buenos maestros. Mi profesor fue ‘Rudy’ Monroy, el papá de Jorge Monroy. Jorge me llevó los palos varias veces y me enseñó muchas cosas, sobre todo a tener confianza en la cancha”, agradece.

Analía, por su parte, tomó los palos hace ocho años, cuando tenía 50. “Es un deporte que lo podés hacer a cualquier edad. Yo decidí hacerlo también cuando mis hijos ya eran grandes. A mi edad no tenía la intención de ser profesional, la idea siempre fue divertirme. Que Lucía jugara también tuvo que ver. Ella es mi gran maestra. Me enseñó mucho”, destaca Analía, que tuvo el mejor debut posible. “Tomé cuatro clases y mi profesor, Agustín Jauretche, me dijo que me animara a jugar el Abierto del Norte que se hacía en esos días. Yo no estaba muy segura, pero me anoté y lo terminé ganando en mi categoría. Era un torneo de tres días, muy largo para mí que recién empezaba, y encima llovía, lo que lo hacía más difícil. Pero me encontré cómoda y salió todo bien”, recuerda.

Juntas en el golf pero con juego distinto 

Un rato de charla basta para darse cuenta de que las hermanas Leiro tienen puntos en común, pero también hay cuestiones en las que son muy distintas. Por caso, el estilo de juego. Analía se reconoce algo más conservadora, mientras que Lucía se define como más “salvaje”, a tono con el carácter que su tono y su forma de hablar dejan entrever. “A mí me gusta arriesgarme. Si la tengo que hacer pasar por un huequito, trato de hacerlo. Esos tiritos ahí nomás no me gustan”, explica. “Es que en algunos hoyos lo tenés que hacer. No podés llegar con tres golpes a todos los greens, a veces tenés que hacerlo en dos”, apoya Analía.

Paradójicamente, en un torneo en parejas que jugaron recientemente en Córdoba, tuvieron que ser más cerebrales y dejar la audacia a un lado del fairway. “Nos tocó enfrentar a dos chicas jóvenes que conocían de memoria la cancha y en los drives nos sacaban como 100 yardas. Eran buenísimas”, cuenta Analía. “Tuvimos que ser estratégicas. En un momento íbamos ganando y le dije a Analía: no nos hagamos las locas de querer ganar todos los hoyos. Vamos tranqui, que haciendo par les ganamos. Y así lo hicimos. Es que este es un deporte de mucha estrategia, sobre todo cuando jugás en parejas”, interpreta Lucía. Ambas se trajeron una medalla, aunque para ambas, el verdadero premio fue haber jugado y ganado juntas.

Es que no siempre han podido, por cuestiones de hándicap. Hasta hace un tiempo, Lucía tenía mucha diferencia sobre Analía, y en algunos torneos por parejas se exige que la brecha sea de pocos golpes. “Es que en los últimos dos años me volví un perro, y quedamos más o menos con el mismo nivel. Pero ahora estoy levantando de nuevo”, bromea Lucía. “Lo que pasa es que se cansó de perder con la hermana”, le devuelve Analía.

En noviembre, ganaron el Torneo del Jockey por parejas, en una definición con otras dos grandes jugadoras como Carla Agüero y Juliana Stettler.

Enfrentadas en el golf 

Así como han sido compañeras, también les ha tocado enfrentarse desde que Analía bajó su hándicap y entró en las categorías principales de Damas en los torneos del Jockey. Juegan con mucha frecuencia y en varios torneos han terminado primera y segunda.

Un caso curioso hace algunos días: en el mismo fin de semana Lucía ganó el Torneo Clausura en la cancha del country, mientras que Analía se consagró campeona del torneo “Por los caminos del vino” en Alpa Sumaj. En el caso de Lucía, tuvo un sabor especial por el score: totalizó 63 golpes, ocho menos que el par de la cancha (71).

EN EL GREEN. Analía y Lucía son muy compañeras y disfrutan de jugar juntas. “Nos divierte mucho jugar juntas. Yo a Lucía la admiro muchísimo”, asegura Analía. EN EL GREEN. Analía y Lucía son muy compañeras y disfrutan de jugar juntas. “Nos divierte mucho jugar juntas. Yo a Lucía la admiro muchísimo”, asegura Analía.

Las dos tienen objetivos claros para 2024. “Yo quiero ganar todos los torneos que pueda”, se anima Analía. “Yo vengo en proceso de recuperación, levantando el nivel y bajando mi hándicap, así que quiero seguir en esa línea”, completa Lucía.

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