La emoción traspasó el escenario en el teatro tucumano

“El loco y la camisa” construyó su éxito sobre bases sólidas. Más de 25.000 personas ya vieron la versión tucumana.

UN FENÓMENO. La obra abre una puerta para que el público redescubra al teatro tucumano. UN FENÓMENO. La obra abre una puerta para que el público redescubra al teatro tucumano.

Cómo se construye un éxito es la pregunta sin respuesta que se formula todo artista (de cualquier rama que sea del universo cultural) cada vez que se acerca un estreno. Los sabihondos del mainstream tienen recetas que fallan más veces de las que aciertan, pero sus espaldas económicas soportan todo. En el plano de la actividad independiente, la taba al aire significa que si sale buena habrá alivio, satisfacción e incluso suficientes ingresos que permitan pensar en una nueva producción y ciertos gustos; pero si cae mala, todo tiembla desde las raíces y la propia subsistencia está el riesgo.

Cada tanto, Tucumán acredita una obra teatral que rompe los moldes y se constituye en una referencia de público. Toda generación podrá mencionar alguna que quedó en el imaginario popular (por caso, el musical “Mi bella dama”), independientemente de los gustos. En lo contemporáneo, desde su estreno local, en ese sitial de privilegio -reservado para algunas puestas solamente- lo ocupa sin discusión “El loco y la camisa”, la versión tucumana del texto de Nelson Valente dirigido por Vivi Perea y con las actuaciones de Agustín Perelmut, Ricardo Podazza, Cande Matías, Lili Juárez y (en cartel francés) Emanuel Rodríguez, con una composición física y actoral destacada dentro de un elenco sólido y parejo.

Los números son contundentes: Perea tiene registro de que la vieron 25.000 personas desde su debut tucumano en agosto de 2021 y hasta la semana pasada, cifra no alcanzada por ninguna otra obra en este siglo. Y en la Capital Federal comenzó a andar en 2009 y todavía está circulando.

La propuesta equilibra el humor y el drama, entrelazando un universo de temas sensibles: se suceden las enfermedades mentales, la convivencia familiar, la traición, la revelación de la verdad y la violencia doméstica. Su eje gira sobre un planteo machista con la dualidad hombre dominante-mujer sometida (incluso la rebeldía familiar contra una existencia que se repetiría, pasando de madre a hija, surge de otro varón) que deposita en la indignación del público la necesidad de que algo cambie. La catarsis se consuma cuando la tranquilidad de conciencia se restablece. La butaca se calma al ver que la escena atiende a sus necesidades. Se alcanza así el clímax al representar un reclamo colectivo de justicia. En la ficción se logra lo que, muchas veces, en la realidad no se alcanza. La reacción popular y masiva es definitivamente genuina, y el desenlace permite -al estilo de los clásicos griegos- que las conciencias salgan aliviadas de la sala. Así se construye una relación íntima y profunda con la gente que al estar basada en las emociones es inimitable, irrepetible y sincera.

El derrotero de la obra marca la vigencia del teatro independiente -similar a la original versión porteña, surgida en el off y que llegó a la avenida Corrientes-. En Tucumán, nació en la pequeña Sala Ross y el boca a boca la hizo crecer hasta luego concretar una brillante instalación en las redes sociales que la llevó (y llevará nuevamente en 2024) al Mercedes Sosa. Pero no es el marketing lo que la hizo exitosa sino su forma de relacionarse con la gente desde los afectos: ni la mejor campaña publicitaria se puede sostener exitosa en el tiempo si no hay una materia prima que la soporte.

¿Puede haber un efecto derrame hacia otras obras? Difícilmente por la singularidad de este proyecto, pero sí hizo que haya tucumanos que se reencuentren (y hasta descubran con interés) la calidad del teatro local, que no es poco. Una actividad fecunda que, como registró Marcos Acevedo en el recientemente lanzado anuario 2022 “Paisaje Indomable” tuvo 70 estrenos y 89 reposiciones en esa temporada y que este año repetiría números. En ese volumen hay de todo, para todos los gustos, de todos los géneros y estéticas, pensando en todas las edades y de todas las calidades. Hay que reaprender a dejarse sorprender.

Y valga como cierre la despedida a dos referentes de la escena que se fueron en 2023: Jorge Alves y Rafael Nofal (que cada uno aporte nombres de su propia y justificada lista). Pertenecientes a generaciones distintas, maestros de actores y directores consagrados, vivieron todas las peripecias posibles en las tablas y supieron en carne propia lo que fue tener salas llenas y vacías, y nunca se dieron por vencidos: siguieron llamando a ensayos, construyendo ilusiones, encendiendo las luces y esperando al público. De eso se trata el hacer teatro.

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