Libertarios, entre la complejidad económica y las grietas políticas

La relación entre el gobierno y el PRO está tensa, mostrando fisuras en una coalición que parecía sólida al principio. Con desafíos internos y una amenaza económica para el país, la situación pareciera estar en su punto crítico.

MILEI Y MACRI. Se especula que se enfrió la relación política entre ellos. afp MILEI Y MACRI. Se especula que se enfrió la relación política entre ellos. afp

A punto de cumplir un mes desde la asunción de Javier Milei como presidente, el escenario político se presenta complejo, aunque el verdadero riesgo se vislumbra en el ámbito económico. Hasta ahora, la administración de Milei enfrentó obstáculos para consolidar un equipo sólido que demuestre musculatura política, lo cual se refleja tanto en el ámbito legislativo como en la prácticamente nula conexión con los gobernadores, incluso aquellos que inicialmente le mostraron buena disposición.

La tensión entre su Gobierno y el PRO parece haber alcanzado un punto crítico, poniendo de manifiesto fisuras en la coalición que en un principio parecía robusta. Mientras la política interna se convierte en un desafío, la amenaza económica se cierne sobre el país. La emisión monetaria se mantiene elevada, el ajuste se estanca en la confusión generada por el decretazo y la ley Ómnibus, la falta de financiamiento externo persiste, las importaciones siguen bloqueadas, y la inflación amenaza con alcanzar niveles hiperinflacionarios. En el mercado, se anticipa una nueva devaluación para febrero, y el déficit podría superar el de la herencia pasada si la recesión se consolida y afecta la recaudación.

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Desde el inicio, las diferencias entre los aliados se hicieron evidentes, especialmente en la falta de articulación política y en la escasa relación con gobernadores, incluso aquellos dispuestos a que ya creían “propios”. La designación de colaboradores por parte de Milei y la posterior implementación de reformas económicas urgentes exacerbaron las discrepancias, generando desconfianza entre los socios.

Uno de los puntos álgidos fue la falta de consulta a los gobernadores y legisladores del PRO en decisiones cruciales, como el mega decreto y la ley Ómnibus.

La ausencia de un interlocutor efectivo entre el oficialismo y el PRO generaron malestar y desconcierto. Los gobernadores reclaman falta de convocatoria por parte de los ministros de Milei y se quejan de la falta de experiencia y metodología en la gestión parlamentaria.

El ministro del Interior, Guillermo Francos, trata de contener las tensiones, pero las diferencias persisten. La falta de comunicación se refleja especialmente en el conflicto por el reparto de fondos de coparticipación, donde la incertidumbre sobre la respuesta de Milei a una cautelar de la Corte Suprema agrega más leña al fuego.

Por su parte, el ex presidente Mauricio Macri intensifica su ofensiva contra Francos y, según se rumorea, busca que Milei designe al diputado Diego Santilli en su lugar. Las últimas medidas enfrentan dificultades en el Congreso, y los aliados del Gobierno observan con inquietud la actuación de Francos, ausente en la reunión reciente con diputados libertarios y criticado por escasos avances en negociaciones.

Macri ocupado en que Santilli ingrese al Gabinete, generó resistencia en sectores del PJ y Juntos, que consideran ceder demasiado poder a ex presidente en el esquema de Milei. Francos suma tensiones con Karina Milei y Luis Caputo, y se habla sobre su posible destino como embajador ante el Reino Unido.

Patricia Bullrich activó su teléfono para persuadir a sus diputados y alinearlos con el oficialismo, transmitiendo la advertencia de que “si nos tuercen el brazo, no hay mañana”.

En medio de este escenario, febrero y marzo se perfilan como meses críticos para la administración de Milei, especialmente en términos económicos. La falta de experiencia y coordinación del gobierno libertario se vuelve más evidente, y los aliados del PRO se preguntan si el ex presidente tendrá que intervenir “para salvar la situación”.

Las discrepancias entre PRO y libertarios respecto al rol del Ejecutivo en el impulso de investigaciones de corrupción del kirchnerismo también generan tensiones, donde el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, plantea una visión contraria a la de algunos referentes macristas.

La situación se vuelve aún más tensa con la intervención de colaboradores como Federico Sturzenegger, cuyas propuestas generan dudas sobre su viabilidad a corto plazo. En la fuerza de Macri, se declaran decididos a apoyar, incluso con la delegación de facultades, pero advierten que rechazarán medidas consideradas “disparates”. La falta de juego político y la resistencia a negociar puntos clave amenazan la aprobación del paquete de medidas.

En este complejo escenario, los gobernadores del PRO intentan marcar la cancha y expresar sus diferencias respecto a la ley ómnibus. A pesar de apoyar en gran medida el proyecto, buscan evitar ciertos aspectos que consideran perjudiciales para sus provincias.

La especulación sobre una inminente crisis económica y social entre febrero y marzo domina la escena política. La lucha interna entre Bullrich y Macri por influir en Milei agrega un elemento adicional de incertidumbre. Mientras algunos políticos aguardan el recambio, la fragilidad y la falta de coordinación en la administración mileísta podrían exacerbarse.

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