Esa extraña forma de vida

Sinceridad brutal en la historia de transformación de una mujer.

21 Enero 2024

NOVELA

CASI PERRA

LEILA SUCARI

(Tusquets - Buenos Aires)

De la nueva novela de la escritora argentina Leila Sucari, se desprende una lectura de La metamorfosis de Ovidio. La constatación de que el cuerpo es mutable, misterioso, que puede cambiar de un momento a otro. Esta incompletud se ve en las primeras páginas de Casi Perra cuando la protagonista, una mujer de mediana edad, viaja en tren para alejarse de su expareja y termina acampando a las afueras de un pueblo. La intemperie es, ante todo, un estado de la conciencia porque la narradora está expuesta a sus recuerdos, a sus persecuciones y delirios, a los estallidos de su memoria.

Hay algo en la prosa, en la escritura, que incentiva la sensación de abandono. Compuestas con fragmentos de oraciones cortas y poéticas, la novela avanza por las reacciones de los personajes, por los saltos entre el silencio y el ruido. Lo que prima es la omisión, la falta, porque el lector descubre que la protagonista se desnuda en público, tiene sexo con un guardia, huye del parque, sólo por detalles al margen, tangentes que atraviesan la voz de la narradora.

En esta red de silencios, la mirada ocupa un espacio destacado: miradas de los niños en el parque, del guardia que la desea y la detesta, la propia mirada de la protagonista y la del psiquiatra, su expareja. Con una sinceridad brutal, la narradora se evalúa asimismo para encontrar qué hay de animal en ella. O más bien, hasta reconocerse perra. Así, la segunda persona a la que dirige su confesión pasa de su expareja a una mujer que le da asilo. Las lecturas de Ovidio, que tienen juntas, son quizás el único instante de protección de la narradora y funcionan como un anuncio para el lector de que la transformación nunca se detiene.

Sucari ha escrito una historia que indaga en uno de los aspectos más originales de la narrativa latinoamericana actual: los puntos de contacto entre lo humano y lo natural, un testamento de que el cuerpo no es estable ni completo y que no existe una división tan tajante entre lo instintivo y la conciencia.

© LA GACETA

SALVADOR MARINARO.

PERFIL

Leila Sucari es escritora y docente. Estudió artes visuales, filosofía y periodismo. Publicó las novelas Adentro tampoco hay luz (Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes) y Fugaz (finalista Premio Nacional Sara Gallardo); el poemario Baldío, el libro de relatos Te hablaría del viento y el de poesía visual Caballos de mar. Coordina talleres de narrativa y escribe para la revista La Agenda y otros medios.

Casi perra*

Por Leila Sucari

El cielo se pone azul eléctrico cuando te pienso. Francia, decías vos, pero Francia es solo un lugar en el mapa y que a mí nadie me discuta el color de mi cielo. Eléctrico y punto.

Desde que arrancó el tren, hay un olor que me descompone. El azúcar de las frutas abrillantadas me da náuseas. Cierro los ojos, aspiro el juguito de la mandarina. Quiero olvidarme del mundo, concentrarme en el cítrico. Ser toda yo un silencio ácido. Pero una gota va a parar al fondo de mi ojo y me obliga al afuera. No le devuelvo el gesto a la mujer que está sentada frente a mí. Yo solo quiero mi recorte de cielo. Que nadie me hable, que nadie me venga a decir lo que tengo que mirar. Que me dejen sola y tranquila con este cielo que es mío.

*Fragmento.

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