Osvaldo Ferrari: “Borges interpretaba el diálogo como el acto fundacional de la civilización”
Hace 40 años inició una serie de charlas radiofónicas memorables con Jorge Luis Borges. Fueron 118 y se reprodujeron en distintos volúmenes. Ahora aparecen todas reunidas en Los Diálogos, libro sobre el que habla en esta entrevista. “En la culminación de toda una vida de pensamiento, Borges ansiaba expresar”, cuenta.
Por Flavio Mogetta
Para LA GACETA - BUENOS AIRES
“El diálogo con Borges era un pensar literario sobre todas las cosas; era, definitivamente, pensar desde la literatura. La originalidad de ese pensamiento alcanza con él su cima, porque Borges fue el gran pensador literario de nuestro tiempo”, escribe el escritor, poeta y periodista Osvaldo Ferrari desde el prólogo de Los Diálogos, edición definitiva (Seix Barral). El libro da cuenta de una serie de intercambios radiofónicos que tuvieron un joven Ferrari de 35 años y el autor de Ficciones, que ya tenía 85 años, entre 1984 y 1985. Diálogos sin temática pactada y que fluían mágicamente al aire y en los que la literatura y el universo literario lo enmarcaba todo.
En la presente edición de estos diálogos aparece la leyenda “definitiva”, adjetivo que da cuenta de una clausura. Aunque al recorrer el voluminoso y apasionante libro, quizá se descubra que lejos se está de cerrar algo. “El término ‘edición definitiva’ puede también significar una apertura y una iniciación para el lector, en un ordenamiento final de los diálogos, que lo oriente de acuerdo con un criterio de proximidad en el tiempo de las conversaciones, concibiendo esa proximidad en el tiempo como realizadas bajo un mismo espíritu por parte de ambos interlocutores. Se ha presentado a los tres libros que componen el volumen definitivo de Los Diálogos, con la misma secuencia en que aparecieron editorialmente en el tiempo; pero a la vez, previamente, cada libro siguió las etapas y los climas en que se produjo la conversación”, introduce Ferrari, entrevistado para LA GACETA Literaria.
A lo largo de casi 800 páginas, se suceden los intercambios entre Ferrari y Borges. Los temas fluyen y los dos protagonistas de los diálogos van dejando su impronta, sus pareceres, incluso sabiendo en este discurrir del conocimiento, que ante cada nuevo encuentro radiofónico algo se ha trastocado en el interior de cado uno de ellos y también del universo que los rodea. Además de las clásicas y conocidas obsesiones, ideas y autores recurrentes en Borges, se le suman otros tópicos como el amor y la política, el I Ching y la ciencia ficción, Jesucristo, los viajes, los sueños, el feminismo o su idea acerca de la identidad y el idioma de los argentinos.
-Muchas veces en estos días se subestima la importancia del diálogo -según Borges “uno de los mejores hábitos del hombre inventado -como casi todas las cosas- por los griegos”- y reflejo de ello son las redes sociales y también las aplicaciones de mensajería que cortan el diálogo, la conversación, y todo se reduce a monólogos en los que se borra al interlocutor. ¿Por qué cree que el ser humano parece dirigirse a un lugar en el que desea evitar la conversación con el otro, el escucharlo?
-Se trata, a mi manera de ver, de la irrupción excesiva de la técnica en las comunicaciones, que las facilita y las simplifica en una medida desconocida, por lo que la forma en que afecta al intercambio tradicional entre las personas puede ser temporario. Borges efectivamente interpreta el diálogo como el acto fundacional de civilización y cultura que se produjo en la historia a partir de Grecia. A lo largo del tiempo el diálogo se interrumpió muchas veces por las guerras, los odios, o simplemente la indiferencia. Ahora pareciera existir cierta indiferencia hacia la verdadera comunicación, hacia la verdadera literatura, hacia el verdadero arte; pero como dije antes, este relativo vacío espiritual y cultural puede ser temporario.
-Borges, en una de las respuestas que aparece en Los Diálogos en referencia a su rol como conferencista ante multitudes, plantea que él imagina no hablar ante 300 personas sino hablarle cara a cara a cada una de las 300. De alguna manera busca la cercanía y acercarse lo mayor posible a una conversación, ¿no?
-En uno de nuestros diálogos, que se llama ¨Borges y el público¨, Borges explica que el arduo proceso que siguió en su vida para dictar conferencias, debido principalmente a su invencible timidez frente al público, se modificó al descubrir que cuando desde la audiencia, alguien le hacía una pregunta, en el intercambio con esa persona que preguntaba se daba un acercamiento, una proximidad que no existía en la conferencia, que en realidad se parece a un monólogo. En cambio, esa proximidad verbal con alguien del público, se parecía al diálogo; y entonces se dijo que al hablar con quién preguntaba, él no respondía a la multitud sino al individuo, se dijo a sí mismo que la muchedumbre es una entidad ficticia, que lo que en realidad existe es cada individuo, y concluyó: ¨No le hablo a 300 personas, hablo con cada una de esas personas; en realidad somos dos¨. Le resultaba a esa altura de su experiencia, necesario el diálogo, porque su mente, en la culminación de toda una vida de pensamiento, ansiaba expresar y expresar; y el diálogo era el mejor canal para ese volumen de expresión.
-Hablando de los griegos, tan mencionados por Borges en los intercambios que mantienen, el libro Diálogos, si se lo desea, podría leerse también como los tratados de Platón y esos intercambios que este mantenía con sus discípulos, como una pequeña llave para acercarse al conocimiento, ¿no?
-Hay una similitud entre el pensamiento platónico y el pensamiento borgeano, en cuanto a que, si bien Platón era un filósofo, pensaba, como lo señala Borges, por intuiciones y por mitos, además de hacerlo por la razón. El pensamiento platónico era, al tiempo de ser filosófico, también literario y poético. Y Borges, como lo he señalado antes, fue el mayor pensador literario que hemos tenido. En clave literaria, la inteligencia de Borges resulta reveladora por ser distinta a la de los filósofos cartesianos, a la de los científicos, a la de los teólogos. La originalidad de esa mirada, atrapa la realidad de manera inmediata; esa inmediatez hace que el diálogo con él sea una fuente de conocimiento del mundo al alcance de todos los lectores.
-Borges en alguna oportunidad se ha autoelogiado como un gran lector, ¿cuánto disfrutaba de hablar de libros y de lecturas?
-Borges se asumió como un destino literario. Desde su infancia se miró en los libros de la biblioteca de su padre, y en los de otras bibliotecas; y en ellos se descubrió. De entre las primeras lecturas se orientó hacia las del género épico y las del género fantástico. Admiró toda su vida al recóndito lector de libros de caballería Alonso Quijano. Se identificó con Quijano lector antes que se convirtiera en Don Quijote, al punto de expresar que lo sentía como su mejor amigo. Quijano lector se convertiría en el caballero andante, y Borges lector se convertiría en nuestro mayor escritor.
© LA GACETA
Perfil
Osvaldo Ferrari nació en Buenos Aires en 1948. Poeta y ensayista, publicó tres libros de poesía: Poemas de vida, Poemas autobiográficos y Poemas existenciales. Sus ensayos han sido publicados por diarios y revistas literarias del país y del exterior. Sus conversaciones con Borges se reunieron originalmente en distintos libros: Borges en diálogo, Libro de diálogos y Diálogos últimos.