Nuestra flamante intendenta capitalina prometió que iba a hacer obras de reparación del pavimento de la ciudad, pero se olvidó de agregar que debían “hacerlas bien”. En la esquina de Crisóstomo Álvarez y 9 de Julio, obreros y su supervisor de la Municipalidad colocaron para detener el tránsito unos carteles en la calle y una malla plástica agarrada por estos carteles y en su otro extremo en el poste de semáforo peatonal ubicado en el centro de la vereda de la esquina noreste. Esta malla provocó tropezones de muchas personas y la caída de una persona no vidente durante la mañana del lunes 29 de enero. En esa esquina, la oficial de la Policía que asistió a la persona que se cayó, nos comentó que les repitió a los obreros que saquen la malla del medio de la vereda, pero no le hicieron caso. En muchas esquinas se ven montículos de escombros que dejan como obstáculos para los peatones mientras las obras del bendito pavimento se secan. Hay un gran trecho entre el “hacer” y el “hacer bien”. Tapan huecos pero dejan ripio suelto, que provoca nuevas roturas en el pavimento, y causan daños a los peatones cuando las piedritas saltan proyectadas a las veredas, entre tantos ejemplos de las pésimas formas en que se ejecutan las obras públicas en nuestra provincia. Para qué pensar que mientras pavimentan pueden arreglar las desastrosas rampas peatonales que en muchas esquinas están tan mal construidas y muchas son resbaladizas. La suma de las malas técnicas de construcción y reparación; el uso de materiales de mala calidad y la falta de una supervisión calificada son la norma en este municipio atrasado 40 años de la historia argentina; solo nos hace falta un pequeño viaje hasta Córdoba para ver cuánto daño nuestro gobierno provoca por ignorancia y omisión de sus responsabilidades a nuestra ciudad y a sus habitantes.
Patricia Castellanos patocastellanos944@gmail.com













