¿Qué poco puede significar la vida para la AFA? Pregunto admirado porque programar y hacer jugar partidos con 35 a 40ºC de temperatura puede ser muy perjudicial para la salud durante y después de la contienda. Las manifestaciones pueden ir desde simples sofocones, mareos, dolor de cabeza y cansancio al temible y verdadero “golpe de calor”, una patología potencialmente mortal, sin olvidar a las inesperadas arritmias cardíacas y muerte súbita en el campo de juego que con cierta frecuencia nos impactan. ¿No bastan las repetidas imágenes angustiantes de cuando un jugador se desploma a causa de una paro cardíaco? Todos corren sin saber qué hacer, unos se agarran la cabeza, otros lloran y los menos que saben qué hacer, casi nunca pueden revertir la situación. Miles de rostros estupefactos, impávidos presencian angustiados la llegada repentina de la muerte. Luego la culpa y más tarde en el tiempo un expediente judicial olvidado. Ante semejante atropello a la salud del deportista, ¿las autoridades nacionales y provinciales no tienen nada que decir, que hacer? Por más entrenado que este un jugador, por más que se detenga el juego para refresco e hidratación, ello no evita ni anula la acumulación del calor y sus posibles efectos dañinos sobre distintos órganos, en particular el sistema nervioso. Luego de dos horas de exposición al calor con o sin sol, la temperatura corporal central puede alcanzar valores deletéreos para el organismo. Hacer que la pelota ruede por “el verde césped” para que la fiesta futbolera, actualmente diaria, mantenga el entretenimiento de la gente y genere dividendos, no se puede realizar arriesgando una vida.
Lorenzo S. Marcos
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