En el ciclo de la vejez a veces se torna difícil escribir con el corazón al ver que los sentimientos se rebelan porque las esperanzas terminan siendo sólo sueños de juventud, y uno se queda extasiado en el tiempo al perder su ilusión de vivir con justicia y paz. Tal vez sea porque en este siglo XXI vivimos indigentemente en una nueva era de renovación constante, con cambios estratégicos para buscar al mango que nos haga morfar. El hombre moderno ya no piensa con el corazón, usa su mente fría, calculadora y practica el edadismo en los complejos sociopolíticos económicos bajo el lema “no hay plata”; se convierte en el recaudador, marginando a millones de familias, obreros, estudiantes y olvidándose de los abuelos, que siempre van de la cuarta al pértigo, tirando para no aflojar. La alegría de la vida fue siempre el amor. En este 2024 esas sonrisas se volvieron tristes muecas que disimulan la realidad al escuchar silbar los intestinos, su vieja tonada del hambre que reclama trabajo, salud y educación. Señores conductores políticos, el pueblo los eligió. Argentina es grande, servir no es lo mismo que ser servido, los niños y los jóvenes aún esperan sin resentimiento vivir en un país libre, con paz y justicia.
Pedro Pablo Castaño
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