Cartas de lectores: autocrítica por el dengue

07 Abril 2024

En Medicina existe un grupo de afecciones a las que se denomina Enfermedades Tropicales Desatendidas. Entre ellas figuran la Enfermedad de Chagas, La Ascariasis, La Esquistosomiasis, La Lepra, La Leishmaniasis y también El Dengue. Sí, también el dengue, y son enfermedades virales, parasitarias y bacterianas que afectan a las poblaciones más pobres del mundo y que se llaman desatendidas porque reciben poca atención y financiamiento ocupando un lugar bajo en la agenda de Salud Mundial y, por supuesto, también en nuestro país. Hoy estamos cada día más pobres, gracias a los “buenos” gobiernos que hemos padecido, y vemos cómo el crecimiento del dengue es notorio teniendo un brote epidémico que ya es considerado el brote de dengue más importante de nuestra historia: 180.000 casos registrados en el último año y más de un centenar de muertos. Pero ¿qué motivó el avance de esta afección “desatendida”, otrora de extraña presentación? Pues bien, los motivos pueden ser varios: en primer lugar, se dice que el cambio climático por las elevadas temperaturas fue lo que facilitó la multiplicación del vector (léase mosquito) y es una posibilidad. Otro, la mentada pobreza misma y que contribuyó con la existencia de malezas, charcos y desatención sanitaria. Y, en tercer lugar, el sector sanitario mismo que creía hasta hace un tiempo que el dengue era solo de los países limítrofes subestimando su avance. En fin, lo concreto es que actualmente la propagación del virus se ha extendido y se verifican incluso casos autóctonos en provincias del sur de nuestro territorio como La Pampa y Neuquén con climas más fríos. Se pregona que: “Sin mosquito no hay dengue”, y esto es correcto, pero entonces: ¿dónde estuvo la falla? ¿por qué se lo dejó crecer? ¿faltó fumigación? ¿faltó prevención? ¿faltó trabajo mancomunado entre autoridades y comunidad? Y, sí... hubo inacción del Estado año tras año, y hoy recogemos sus frutos. O tenemos que seguir aceptando que la culpa cuando una persona cursa con dengue es solo de esa persona misma porque no dio vuelta una tapita de gaseosa con agua que tenía en su jardín? Creo que la autocrítica es lo que no se tiene y el Estado debe dejar de culpar al particular y ocuparse de lo que debiera. Hoy vemos que escasea o no se consigue repelente, única arma que nos queda para defendernos. La vacuna, a pesar de haber sido aprobada por la Anmat en 2023, aún “no se valida como estrategia para evitar la propagación del dengue”. Poco se ve fumigación y malezas vemos que están por doquier para refugio y libre disposición de los vectores. Visto de otro modo pensemos por un instante: ¿¡Cómo no íbamos a tener semejante brote si no contamos con repelentes!, sin fumigación!, sin desmalezar!, sin vacunar!, con una población empobrecida hasta un 50% (vuelvo a repetir por responsabilidad directa de los malos gobiernos, sobre todo del anterior) y todavía hoy en medio del gran brote se está evaluando cómo tomar estrategias y qué hacer para frenar la epidemia cuando todo esto comenzó hace ya varios años: tarde, llegamos tarde y faltó adecuada previsión, no caben dudas. En el fondo, creo que se hizo poco al respecto y que contraer o no contraer el dengue es solo cuestión de suerte. O tal vez esperar ansiosamente, como hace 100 años (resignados) que llegue pronto el frío y que con ello los Aedes aegypti desaparezcan y se mueran. El Dr. Ramón Carrillo, que fue ministro de salud junto al Dr. Alvarado, llevó adelante una campaña para erradicar el paludismo que era endémico en la Argentina a mediados del siglo XX y lo hizo de manera brillante. El vector era otro mosquito: Anopheles pseudopunctipennis hembra. En 2 años se consideró eliminada la enfermedad y fue el primer país del mundo que erradicó el paludismo endémico de su territorio y, así, entonces en esa época, sí se pudo exclamar: ¡Sin mosquito no hay más paludismo!.

Juan L. Marcotullio
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