Un tucumano jugó al fútbol en San Lorenzo, pasó por San Martín pero decidió cambiar de deporte y hoy brilla en Monteros Vóley

“No me encontraba en el fútbol. Sentía que no era lo que quería para mi vida”, expresó el punta receptor, una de las figuras del “Naranja”.

NUEVO HOGAR. Máximo Mansilla no se arrepiente de haber dejado el fútbol y disfruta del día a día en Monteros Vóley.  Fotos de Osvaldo Ripoll/LA GACETA NUEVO HOGAR. Máximo Mansilla no se arrepiente de haber dejado el fútbol y disfruta del día a día en Monteros Vóley. Fotos de Osvaldo Ripoll/LA GACETA

Luego de su participación en la Liga Argentina, en la que llegó a cuartos de final (y de la histórica presencia en el Sudamericano de Clubes), Monteros Vóley ratificó su dominio en el vóley tucumano al consagrarse campeón del Torneo Integración, tras derrotar 3-0 en la final al Instituto Pellegrini. El máximo anotador del “Naranja” en esa final fue Máximo Mansilla, que tiene una historia bastante particular dentro del mundo del deporte.

“El vóley viene de familia porque mi papá jugaba y mi familia es muy allegada al club. Jugué de chico hasta los 12 años, más o menos, pero a esa edad se me dio por jugar al fútbol”, le cuenta Mansilla a LA GACETA. El joven de 23 años no habla de jugar al fútbol entre amigos, como hobby, sino verdaderamente de dedicarse al deporte.

Mansilla se sumó al CEF 18, club con el que incluso realizó el viaje a Europa que suele hacer la institución año tras año. Allí jugó hasta los 16 años, cuando decidió probar suerte en Buenos Aires. “Fui a probarme a varios clubes de allá, y me decidí por San Lorenzo porque un familiar mío vivía por ahí cerca. De esa manera me quedaba en casa de mi familia”, explica.

Sin embargo, su estadía en el club del Bajo Flores fue corta: apenas tres meses. Tras ese lapso, decidió volver a Tucumán y se incorporó a San Martín de Tucumán. Pero a principios de 2017, cuando debía presentarse a la pretemporada con las inferiores “santas”, decidió que el fútbol no era lo suyo. “Sinceramente no me encontraba, no sentía que era lo mío. Cuando me fui a Buenos Aires, pensaba que no me sentía bien porque estaba lejos de mi familia y de mis amigos; pero cuando volví a Tucumán me di cuenta que no era lo que me gustaba. No era lo que quería para mi vida”, confiesa.

Entonces, decidió volver a su primera pasión: el vóley. “Por un amigo que tiene una familia muy cercana al club (Monteros Vóley), me enteré que estaban buscando gente y empecé a jugar de nuevo”. El punta receptor aclara que, en los primeros tiempos tras su regreso, fue todo “muy amateur”. De hecho, no tenía definido si era lo que quería para su vida. “En realidad quería dedicarme al vóley, pero lo veía muy lejano. Laburaba en el negocio de mi viejo, estudiaba… Sí, jugaba la Liga y tenía condiciones, pero lo veía lejano”, subraya.

PELOTA DOMINADA. Máximo Mansilla se describe como un enamorado del vóley. Fotos de Osvaldo Ripoll/LA GACETA. PELOTA DOMINADA. Máximo Mansilla se describe como un enamorado del vóley. Fotos de Osvaldo Ripoll/LA GACETA.

No obstante, la convicción necesaria llegó de la mano de quien es el actual entrenador del equipo: Leonardo Patti, que asumió su cargo a fines de 2020. “Tenemos muchas similitudes en la forma de pensar y de actuar. Es la persona que me empujó a decir 'dejo todo y apuesto al deporte', me ayudó a convencerme de que era lo que quería para mi vida”, detalla antes de revelar que jugar en la Primera del club fue su sueño desde chico. “Me acuerdo de que cuando empecé a jugar, cuando el club ascendió por primera vez a la Liga A1, yo iba a ver los partidos y anhelaba mucho jugar una Liga. Soñaba con jugar en el Polideportivo Municipal, lleno de gente, contra los mejores clubes”.

Un sueño que, a la (no tan) larga, terminaría cumpliendo; y con grandes resultados: fue parte, regularmente, de los planteles del “naranja” que jugaron en la elite del vóley argentino y logró una histórica actuación en la temporada 2022-23 cuando alcanzó las semifinales. Eso estuvieron cerca de repetir esta temporada aunque no pudieron tras caer ante River en cuartos de final.

“Con los chicos sentimos que no habíamos cumplido el objetivo. Creo que estábamos para más, pero por distintas cosas no se dieron como esperábamos. River tiene mucho mérito; es un equipo que juega muy bien, pero nos quedó el gusto amargo de saber que le podríamos haber ganado si nos encontraba mentalmente de otra manera”, analiza.

La temporada igualmente fue positiva para Monteros Vóley, sobre todo por la histórica participación en el Sudamericano de Clubes; en una primera experiencia internacional para un equipo del noroeste. “Fue una experiencia única y muy difícil de olvidar. Era todo nuevo, te encontrabas ante un mundo distinto, en un país distinto. Los argentinos somos muy pasionales, pero el vóley se vive de una manera diferente en Brasil”, advierte.

Apenas unas semanas después de la participación en la Liga Argentina, se dio la final del Integración; un cambio brusco de nivel para el “naranja”. “Es raro, porque pasás a jugar un torneo con un nivel más amateur, pero es algo a lo que el plantel ya está acostumbrado. Hace varios años venimos pasando por esto”, remata.

Y ese no fue un torneo cualquiera para Máximo: se pudo consagrar junto a su hermano menor, Salvador. “No veníamos coincidiendo tanto porque él está en la Selección juvenil o porque ya había dos armadores. Él no estaba tanto en el plantel. Disfrutamos mucho compartiendo; nosotros dos, mi mamá y mi papá. Todo el tiempo nos acompañamos y lo disfrutamos mucho”, asegura.

Ahora, con algunos meses de parate hasta que se dispute la próxima Liga Argentina, aunque con acción en el torneo tucumano, Mansilla tratará de aprovechar el tiempo para avanzar con sus estudios, aunque admite que no será nada sencillo. “Estudio, de manera online, Administración de Empresas en la universidad Blas Pascal. Vengo muy tranquilo. En estos meses que tengo menos exigencia, trataré de avanzar un poco”, reconoce.

EN ACCIÓN. Máximiliano Mansilla busca destacarse en el vóley, un deporte que aprendió a amar con el tiempo. Fotos de Osvaldo Ripoll/LA GACETA EN ACCIÓN. Máximiliano Mansilla busca destacarse en el vóley, un deporte que aprendió a amar con el tiempo. Fotos de Osvaldo Ripoll/LA GACETA

¿Seguirá vistiendo la camiseta de Monteros Vóley en la nueva temporada? Es una pregunta que todavía no tiene respuesta. “Hay muchas cosas por definir. La realidad es que Monteros Vóley es uno de los mejores clubes de Argentina hoy en día. Se hacen las cosas muy bien, entonces para irse uno necesita una propuesta mejor; algo que sea para crecer”, reflexiona, dejando en claro que está abierto a las posibilidades que surjan, siempre y cuando sean para mejorar. Por ahora, seguirá disfrutando del vóley en su provincia, junto a su familia y sus amigos.

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