“Fue un accidente. Jamás hubiera querido pasar por esto porque él era como un hermano. Iba a su casa. Siempre estuvimos juntos”. La angustiada confesión del oficial principal Jesús Ibáñez no alcanzó para aliviar el peso de la acusación que formalizaron contra él. Ayer en Monteros el juez Mario Velázquez aceptó el pedido fiscal de imputar a Ibáñez por homicidio agravado por el uso de arma de fuego. El magistrado, al mismo tiempo, le dictó la prisión preventiva por el lapso de dos meses, que deberá cumplir en el penal de Villa Urquiza, como solicitó el auxiliar Bernardo Sassi, de la Fiscalía de Delitos contra la Propiedad y las Personas (a cargo de Mónica García de Targa).
Ibáñez se desempeñaba como segundo jefe de la Patrulla Rural y de Medio Ambiente con asiento en Simoca. En la madrugada del lunes, tras un beberaje de aproximadamente 12 horas en la dependencia policial, mató de un tiro, con su arma reglamentaria, al sargento Jorge Omar Salazar, de 41 años. El hecho se desencadenó cuando el suboficial trasladaba en su auto Chevrolet Celta al oficial superior, con el que estuvo bebiendo. Lo llevaba a su casa.
“Quise guardar el arma en mi cintura cuando se me escapó el tiro. ‘Me baleaste a mi’, me dijo (Salazar). Entonces tomé desesperado el volante y fuimos al hospital”, relató Ibáñez. Al parecer la pistola Jericho 9 milímetros estaba sin seguro. El hecho fue considerado como “inadmisible” al tener como protagonista a un alto oficial jefe y de escenario una comisaría.
Además, en el depósito de residuos ubicado frente al edificio policial, los investigadores secuestraron 18 botellas vacías de vino. “El alcohol, otra vez. Y cabe preguntarse si lo ocurrido en Villa Chicligasta (el caso del homicidio de Luis Espinoza), y otros de esta jurisdicción, no tuvieron el mismo condimento”, planteó Velázquez al resolver. Por esa razón adelantó que exhortará al jefe de Policía “a fin de que tome recaudos, exigiendo a la fuerza policial, no solo a los jefes regionales y de zona, que no estarían ejerciendo las obligaciones que pesan sobre ellos” dijo.
Dolo o culpa
El fiscal auxiliar Sassi consideró que la conducta del imputado fue dolosa, “al haber tenido la intención de dispararle” y pidió que se lo impute por homicidio y se le declare la prisión preventiva por seis meses. Advirtió que existía peligro de fuga ante la posibilidad de que Ibáñez enfrente una condena de hasta 36 años de prisión. Además consideró que podría entorpecer la investigación coaccionando a sus subordinados para que declaren a su favor. Velázquez avaló esos argumentos al momento de resolver, pero ordenó la preventiva por dos meses, plazo que consideró más prudente y suficiente para avanzar con el caso y para “establecer si se trató de un accionar culposo o doloso” por parte de Ibáñez.
El defensor, Sergio Faiad, consideró excesivo el requerimiento de Sassi al caratular la causa en base a un hecho doloso, cuando -consideró- haría sido “culposo o imprudente”. Sostuvo que el oficial, además de confesar su autoría, prestó auxilio a Salazar, estuvo con él en todo momento y se puso a disposición de la investigación. Opinó que, en consecuencia, se estaría ante una imputación con expectativa de condena condicional. Subsidiariamente, Faiad pidió que si le dictaban la preventiva a Ibáñez fuera por 30 días y que pueda ser en modalidad domiciliaria; planteos que no prosperaron.
Velázquez consideró que no había un justificativo válido para que la cautelar se cumpliera de manera domiciliaria. El juez insistió en considerar como “inadmisible” y “grave” la conducta del oficial al tratarse de un servidor público a cargo de la seguridad de la comunidad. También reprobó el hecho de que Ibáñez hubiera mandado a sus subordinados a comprar vino, valiéndose de que en la dependencia policial era el de mayor rango, según lo que trascendió en la audiencia. “Nadie podía decirle nada”, apuntó.
Daniel Salazar, hermano de la víctima, quien dijo que se desempeña en la Patrulla Rural, declaró ante el juez que no creía que haya sido accidental el disparo de Ibáñez. “Es un oficial con una alta formación para el manejo de armas”, indicó. En el encuentro se leyeron testimonios de efectivos que estuvieron en el destacamento y que confirmaron que el oficial comenzó a consumir vino antes del partido de fútbol entre Boca y River. También que se retiró con Salazar alrededor de las 4, después se enteraron del incidente.
Consciente
Según Ibáñez, al llegar a la guardia con la víctima, se retiró para ir en busca de un pariente. Sin embargo se dirigió primero a la casa de su tía a dejar el arma que al otro día su esposa entregó. Aseguró que al no poder comunicarse con ningún familiar de Salazar, emprendió el regreso al hospital. Fue entonces que, a metros de la entrada al nosocomio, hizo una mala maniobra y terminó estrellándose contra la tela metálica del predio.
“La ambulancia estaba lista para trasladar a Jorge hasta el hospital de Concepción. Pero no había nadie que lo acompañe. Entonces subí yo. En el camino fuimos conversando. Estuvo consciente en todo momento”, contó el imputado. Salazar en el hospital Miguel Belascuain fue sometido a una cirugía de urgencia. Presentaba un balazo con orificio de entrada en la zona derecha del abdomen y orificio de salida en el muslo inferior izquierdo. Aunque superó la cirugía, falleció horas después. La fiscala García de Targa dispuso la aprehensión inmediata del oficial.