Los mejores cuentos de la Premio Nobel Alice Munro

la “Chejov canadiense” falleció el lunes pasado.

ALICE MUNRO. Como un afilado escalpelo, su prosa sabe calar en las complejidades psicológicas y las ambivalencias de la vida. ALICE MUNRO. Como un afilado escalpelo, su prosa sabe calar en las complejidades psicológicas y las ambivalencias de la vida.
19 Mayo 2024

ANTOLOGÍA

TODO QUEDA EN CASA

ALICE MUNRO (Lumen - Buenos Aires)

En sus cuentos, las tramas giran alrededor de un quiebre de lo cotidiano, de algún suceso del que “no se habla”, pero que permanece como bisagra en la historia. Munro elude describir ese incidente de ruptura; se lo infiere; no hay prácticamente escenas sangrientas o de sexo. La focalización está en “el antes” y “el después”. Allí es donde cobra vida su ficción. Los personajes reconocen y aceptan sus capacidades y limitaciones para seguir viviendo, con la dignidad que les queda. Los finales, como la vida, no son concluyentes. La gravitación está en el reconocimiento. Un reconocimiento que resignificará las acciones, y… nuestra lectura.

El título original de esta antología de dos tomos es Family Furnishings. Se traduce, justamente, como “muebles de la familia”. Contiene 25 cuentos, seleccionados por la misma autora, extraídos de sus seis últimas colecciones, en vistas a su decisión, a los 83 años, de abandonar una intensa carrera como narradora de ficciones breves.

© LA GACETA

María Eugenia Bestani

Perfil

Alice Munro (10 de julio de 1931 - 13 de mayo de 2024) creció en Wingham (Ontario) en el seno de una familia de granjeros y estudió en la Universidad de Western Ontario. Es autora de 14 volúmenes de relatos, varias antologías y una novela. Sus cuentos han aparecido en revistas como The New Yorker o The Paris Review y han sido traducidos a trece idiomas. Recibió, entre otros galardones, el National Book Critics Circle Award, el Booker Prize y el Nobel, en 2013, por «su maestría en el arte del relato». En su obra se destacan títulos como La vida de las mujeres (1971); Demasiada felicidad (2009); y la selección de sus mejores relatos, que ella misma compiló bajo el título Todo queda en casa (2014).

El comienzo*

Por Alice Munro

Me interesé muy pronto por la lectura gracias a un cuento, La sirenita, de Hans Christian Andersen, que alguien me leyó. No sé si se acordará usted de La sirenita, pero es un cuento muy triste. La sirenita se enamora del príncipe, pero no puede casarse con él porque ella es una sirena. ¡Era tan triste…! No recuerdo los detalles. Pero en cualquier caso, en cuanto terminó el cuento salí fuera y estuve dando vueltas y vueltas alrededor de la casa donde vivíamos, una casa de ladrillo, e inventé un cuento con un final feliz, porque pensaba que la sirenita tenía derecho a ser feliz; me inventé un cuento distinto solo para mí, que no recorrería el mundo, pero pensé que lo había hecho lo mejor que pude; la sirenita se casaría con el príncipe y viviría feliz para siempre, lo que ciertamente se merecía, puesto que había hecho cosas terribles para ganarse la voluntad del príncipe. Había tenido que transformarse hasta conseguir unas piernas como las que tiene la gente corriente y caminar, ¡pero cada paso que daba era dolorosísimo! Estaba dispuesta a pasar por eso para conseguir al príncipe. Así que pensé que merecía algo más que morir en el agua. No me preocupó el hecho de que seguramente el resto del mundo no conocería el nuevo cuento, porque para mí era como si se hubiera publicado desde el primer momento en que pensé en ella.

*Fragmento de Todo queda en casa.

Notables historias rurales y urbanas sobre los momentos en los que la vida cambia

estilo despojado y transparente, de una cadencia lenta

RELATOS

DEMASIADA FELICIDAD

ALICE MUNRO

(Lumen - Barcelona)

Prolífica y talentosa, Alice Munro ha cultivado el género del cuento casi con exclusividad, lo que le ha valido el apelativo de la “Chejov canadiense”. Como en los relatos del escritor ruso, en los de Munro muy poco sucede; se sustentan en el delicado ensamblaje de secuencias que llevan al momento revelador, epifánico, donde cada gesto cobra sentido y se ilumina.

En general, sus historias tienen como escenario el condado de Huron, Ontario. Aunque, ya delimiten una zona rural o una urbana,  sus implicancias y proyecciones siempre son universales.

A pesar de algunos saltos temporales, el estilo de Munro es despojado y transparente, de una cadencia lenta, lo que a menudo emparienta su prosa con la novela, más que con el cuento.

Los finales abiertos, reverberantes, eluden conclusiones o juicios terminantes. Como un afilado escalpelo, su prosa sabe calar en las complejidades psicológicas y las ambivalencias de la vida. Dentro de esta relativa placidez narrativa, no obstante, se cuelan elementos inquietantes: asesinatos, enfermedades terminales, accidentes, anomalías físicas o mentales, hipocresía moral o corrosivas culpas. Esas sombrías presencias han dado lugar a asociar su nombre con una variante canadiense del subgénero gótico, Southern Ontario Gothic, junto al de autores como Margaret Atwood y Robertson Davis.

Puntos de inflexión

Cada uno de los diez relatos que integran Demasiada felicidad muestra un punto de inflexión en la vida de un personaje (en su mayoría, mujeres). En “Dimensiones”, Dorée trata de reinventar su identidad, después de una tragedia que la desposeyó de sus hijos. En “Madera”, Roy toma conciencia de la condición mental de su esposa. “Juego de niños” muestra a dos amigas que, a pesar de un largo distanciamiento, han permanecido emocionalmente unidas por el peso una culpa, que comparten desde la niñez.

La nouvelle que cierra el volumen y da título al libro, “Demasiada felicidad” (notable por su atipicidad dentro de la narrativa de Munro), recrea los últimos años de la vida de un personaje histórico, Sofía Kavalevski. Los escritos autobiográficos de la reconocida matemática y novelista rusa parecen haber fascinado a Alice Munro.

© LA GACETA

M.E.B.

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