Muchas veces podemos encontrarnos en la situación de sentirnos hinchados luego de comer harinas, incluso volviéndose una situación habitual. Esto no es accidental ya que los distintos componentes de la misma pueden provocar este malestar.
Las harinas refinadas pueden provocar ciertos malestares en nuestro cuerpo. La harina blanca se sitúa en este lugar debido a su procesamiento donde se extrae y elimina el salvado y el germen de trigo, que son las partes más nutritivas del grano. Este proceso también elimina la fibra, que es esencial para la salud digestiva y para controlar los niveles de azúcar en sangre.
La harina refinada y sus componentes que pueden provocar ciertos malestares
Además este tipo de harinas es considerado una gran fuente de gluten, una proteína que puede ser difícil de digerir para algunas personas. El gluten puede desencadenar una respuesta inflamatoria en el intestino, lo que puede causar problemas digestivos como hinchazón, gases y dolor abdominal.
Y allí no se agotan las capacidades de las harinas refinadas para alterar un tanto nuestro sistema. Estas son ricas en azúcares simples, que pueden elevar los niveles de azúcar en sangre y contribuir a la resistencia a la insulina, hormona encargada justamente de controlar la glucosa en sangre.
Maneras de consumir harinas sin sufrir de malestares
Las harinas están contenidas en los alimentos que más nos gustan. En las pastas de los domingos y en las pizzas de los viernes por las noches. Son deliciosas debido a las huellas químicas que generan en nuestro cerebro debido a los hidratos de carbono que producen dopamina, además que benefician a nuestro cuerpo proporcionándole energía. Por ello no debemos eliminarlas de nuestra dieta, sino reemplazar las harinas refinadas por otras que aporten más nutrientes.
- Harinas integrales: Las harinas integrales se elaboran con el grano entero, lo que significa que conservan el salvado, el germen y la fibra. Son más nutritivas que las harinas refinadas y no inflaman. Algunas opciones de harinas integrales son la harina de trigo integral, la harina de espelta, la harina de centeno y la harina de maíz integral.
- Harinas de frutos secos: Las harinas de frutos secos, como la harina de almendras, la harina de coco y la harina de nueces, son una excelente alternativa a las harinas tradicionales. Son bajas en carbohidratos, ricas en proteínas y grasas saludables, y no inflaman.
- Harinas de legumbres: Las harinas de legumbres, como la harina de garbanzos, la harina de lentejas y la harina de frijoles, son una buena fuente de proteínas y fibra. Son bajas en gluten y no inflaman.