María Claudia Pantoja: “Estos monstruos en papel son un poco los miedos de la sociedad”

La historiadora estudió el cruce entre medicina y fotografía, producido durante un período clave: fines del siglo XIX. Son imágenes impactantes, en el marco de una narrativa que retrata fielmente el clima de la época.

EN LA GACETA. Pantoja habló del origen de su investigación y de su aporte a los estudios históricos. la gaceta / foto de osvaldo ripoll EN LA GACETA. Pantoja habló del origen de su investigación y de su aporte a los estudios históricos. la gaceta / foto de osvaldo ripoll

Los cruces entre ciencia y arte son tan apasionantes como la historia que cuenta María Claudia Pantoja en “Monstruos de papel”. El subtítulo del libro aclara de qué se trata: “Fotografía, medicina y cultura impresa en la Argentina (1870-1915)”. La investigación de la historiadora tucumana, publicada por la Universidad de San Martín (Unsam), recorre tiempos fundacionales de la fotografía y de la medicina moderna, disciplinas que se cruzan en estas páginas.

Pantoja nos devuelve a los tiempos del positivismo, cuando en el quehacer científico parecían reposar las respuestas a las grandes preguntas que se formulaba la humanidad. Entonces la incipiente fotografía se cuela en consultorios y quirófanos para contribuir al afán de registrar, descubrir y comprender los padecimientos físicos y mentales. Lo hacía sin pruritos ni condicionamientos éticos, imbuida del espíritu de la época. De todo esto habló Pantoja con LA GACETA durante su paso por Tucumán -ella vive y trabaja en Buenos Aires- y poco antes de presentar el libro en la sede del Instituto Superior de Estudios Sociales.

- ¿Cómo llegaste a explorar un tema como este?

- La investigación surge de una tesis de Maestría en Historia del Arte Argentino y Latinoamericano de la Universidad de San Martín. Llegué al tema de manera un poco azarosa, como sucede a veces, durante un curso de historia de la fotografía dictado por Abel Alexander. Había un libro sobre fotografía médica y me pareció interesante, despertó mi curiosidad y empecé a indagar. Realmente había mucho por investigar.

- ¿Qué idea se disparó?

- Empecé a preguntarme sobre el uso científico de las imágenes fotográficas a fines del siglo XIX y principios del XX. Ya había trabajado con archivos fotográficos en Tucumán, en mi tesis de licenciatura sobre la Estación Experimental. Me gustan estos cruces entre fotografía y ciencia, ¿no?

- Y en este caso, ¿cómo se produce ese cruce?

- Marco un paralelismo entre la historia de la fotografía y la historia de la profesionalización de la medicina, porque es a partir de ese momento cuando ambas actividades crecen. En el caso de la fotografía por una cuestión de avances tecnológicos; y la medicina por los cambios que desde 1870 opera su estudio en la Universidad de Buenos Aires. Hay también un fortalecimiento del Estado, se busca dejar de lado esa medicina informal, incluso el curanderismo, y avanzar hacia una medicina científica. Se produce este cruce donde la fotografía viene a ser una herramienta de investigación y de ayuda a la institucionalización de la carrera médica.

- ¿Cómo se usaban esas fotos?

- El uso era variado y se fue modificando a medida que cambiaba la tecnología. Primero servía para el registro de enfermedades visibles de la piel, tumores, otro tipo de malformaciones. Pero después también se emplea para la docencia, para explicar procedimientos paso a paso. Como si fuera el cine, pero con fotografías que dialogan con la antropología y registran a las personas en lo que considera sus facetas más “anormales”. Ahí aparece lo que en esa época se consideraban enfermedades, como la locura, la histeria o inclusive la homosexualidad. Hay un registro fotográfico para dar cuenta de esa supuesta enfermedad.

- ¿Identificaste a aquellos fotógrafos?

- No está claro, mi hipótesis es que había varios médicos interesados en la fotografía. De hecho hay pruebas; uno de ellos era el tucumano Eliseo Cantón. Algunos de esos médicos interesados en la técnica son los que se van a poner a experimentar con los rayos X, que en ese momento usaban tecnología fotográfica para el revelado de las imágenes. Bien; a medida que va pasando el tiempo en algunos hospitales se contratan fotógrafos y hay gabinetes fotográficos. Como sucede muchas veces con las fotografías, son autores anónimos. Como no se trata de una fotografía más artística o de autor, no hay firmas.

EDICIÓN. Publicó el libro la Universidad de San Martín. EDICIÓN. Publicó el libro la Universidad de San Martín.

- ¿Se detecta alguna clase de hilo conductor en esas narrativas de fotos? ¿Algún estilo definido?

- Sí, sobre todo en los inicios, cuando no estaban tan profesionalizados, entonces en las primeras fotografías médicas usan algo parecido a los fondos de Bachur. Inclusive reproducen poses que se usaban en la retratística de estudio. De todos modos, hay una orientación hacia una fotografía cada vez más aséptica y científica, con fondos neutros. Depende de los años de los que estemos hablando.

- ¿Cuáles fueron tus fuentes documentales?

- No hay muchos archivos, es muy nuevo este tema, espero que la publicación del libro genere interés, pero en general son fotografías perdidas. Lo que hice fue recuperarlas a través de la impresión. Trabajé principalmente con revistas especializadas, en general de asociaciones médicas, donde se presentaban los casos. Eso me permitió leer mejor el diálogo entre texto y fotografía, y entender un poco más por qué se hacían, para qué se hacían y en qué contexto circulaban.

En detalle

- Hablame de imágenes que te hayan conmovido. Varias figuran en el libro.

- Hubo muchas; hay realmente un material impactante. Deformidades, personas con falta de miembros... Y después algunas cosas más locas, como los cortes sagitales, que es cuando se corta un cuerpo por la mitad para verlo por adentro, pero de una manera que hoy en día no se hace. Bueno, era el siglo XIX, en plena experimentación. El estudio de los cuerpos todavía estaba comenzando. Es como que todo era posible, ¿no? La ética todavía no estaba tan desarrollada, la deontología. Se hacían muchas cosas que hoy no las veríamos.

- Claramente, los pacientes no estaban al tanto de lo que hacían con esas imágenes.

- Ese es otro tema, definitivamente. Si bien encontré alguna solicitud de permiso, en general entendemos que los pacientes eran personas muy humildes, de clases bajas, que quizás después no veían nunca esas fotos ni sabían qué pasaba con ellas. No sabían que tal vez un médico se las iba a enviar por correo a otro, en otro país, imágenes de personas semidesnudas. Hay cuestiones impactantes, creo que da mucho para pensar y reflexionar.

- ¿Por qué empleas en el título el concepto de monstruo? ¿Cómo está ligado a una investigación histórica como esta?

- Creo que estos monstruos son un poco los miedos de la sociedad. Miedo a morirse, a enfermarse, pero también a desviarse de la normalidad. Quizás había un sujeto al que llevaban por los circos ¿no? Eran como una especie de formato en exhibición. Pero hay otras monstruosidades que tienen que ver con esto. Por ejemplo, con considerar la homosexualidad y el travestismo como una enfermedad y una monstruosidad. Por eso lo identifico con los miedos; los miedos a ser diferentes, a desviarse de la norma. Y además está la cuestión de la época; en las reuniones de las sociedades científicas se referían al paciente como un monstruo.

- ¿Dónde se ubica este trabajo en el marco de las corrientes históricas de hoy?

- Es una investigación transdisciplinaria. Tuve que estudiar un poco de historia de la ciencia, un poco de historia del arte; el libro se inscribe, muy en general, entre los estudios de cultura visual. Lo que implica el modo en el que se producían las imágenes, pero a la vez cómo es la mirada de las personas hacia esas imágenes. También hay un poco de estudios de género, para abordar el tema de las mujeres histéricas, de la homosexualidad y de las personas trans. Los estudios de cultura visual no son tan nuevos, estamos hablando de fines del siglo XX. Comenzaron de manera más general y ya en las últimas décadas toman estos cruces entre ciencia y artes.

- ¿Cómo se concretó la edición del libro?

- Siempre es importante mirar hacia atrás para construir un futuro. Le agradezco siempre a la universidad pública gratuita; haber podido estudiar en Tucumán y después en la Universidad de San Martín. Hay muchas personas involucradas: Sandra Szir, José Buschini, Marta Penhos (quien propuso la edición del libro), Verónica Tell, Karina Ramaciotti... Y a la familia, que siempre está.

› María Claudia Pantoja

María Claudia Pantoja es licenciada en Historia (UNT) y magíster en Historia del Arte Argentino y Latinoamericano por la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). Radicada en Buenos Aires hace 14 años, es coordinadora del Archivo Histórico de la Cancillería y docente de la Maestría en Estudios sobre Imagen y Archivos Fotográficos de la Unsam.

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