La psicología, como disciplina dedicada al estudio del comportamiento humano, analizó extensamente el hábito de los niños de chuparse el dedo, llegando a interesantes conclusiones sobre su significado y sus posibles implicancias a largo plazo.
Un comportamiento común y sus orígenes
Desde los tiempos de Sigmund Freud, la psicología relacionó diversas conductas con las etapas de desarrollo infantil. Chuparse el dedo es una acción muy común entre los niños, especialmente en sus primeros años de vida. Este hábito, según los expertos, desempeña un papel crucial a nivel emocional.
Reflejo y hábito en la primera infancia
La mayoría de los bebés y niños pequeños se chupan el dedo durante el primer año de vida. Esto se considera un reflejo natural que les proporciona calma y seguridad. Con el tiempo, esta acción puede convertirse en un hábito que persiste hasta los cinco o seis años.
Cristina Zárate, miembro de Psicólogos Pozuelo, explica: "Desempeña un papel en la vida de nuestros pequeños a nivel emocional y es normal que les cueste dejarlo."
Más allá de los primeros años: posibles preocupaciones
Si el hábito de chuparse el dedo persiste más allá de los cinco años, los psicólogos indican que podría ser señal de problemas emocionales subyacentes. Zárate comenta: "Es posible que se esté transmitiendo un mensaje de que hay un problema emocional." En muchos casos, este comportamiento puede ser el principal mecanismo de regulación emocional del niño.
El hábito persistente de chuparse el dedo puede tener repercusiones físicas, como problemas en el crecimiento de los dientes y malformaciones en el paladar, lo que podría afectar el desarrollo del lenguaje. Por eso, es importante abordar esta conducta con cuidado y empatía.
Consejos para manejar el hábito
Los expertos en psicología recomiendan varios enfoques para ayudar a los niños a superar el hábito de chuparse el dedo:
Mostrar serenidad y seguridad: es fundamental que los padres mantengan la calma y muestren una actitud comprensiva y segura al abordar el hábito del niño.
Empatizar con la etapa del niño: comprender que esta acción es una forma de buscar consuelo puede ayudar a los padres a manejar la situación con mayor paciencia y comprensión.
Identificar momentos de menor necesidad de succión: observa cuándo tu hijo tiene menos necesidad de chuparse el dedo y refuerza esos momentos con actividades alternativas que le brinden consuelo y seguridad.