Estados Unidos del Tucumán

Tras la votación en el Senado, Manzur volvió a sus giras por Washington, mientras que Jaldo se subió nuevamente a la tribuna para arengar a la tropa desde Leales. Por ahora, no hay choque de intereses y puede darse una cumbre.

Estados Unidos del Tucumán

Uno camina por la calle 23 en el distrito de Columbia, a pocas cuadras del Lincoln Memorial. El otro se instaló en un local de Santa Rosa de Leales para profundizar el proceso de evangelización política con los comisionados rurales. Entre ellos hay más de 7.500 kilómetros de distancia física, pero eso no quita que, en poco tiempo, haya una cumbre pública. Apenas votó en contra de la Ley Bases, el senador Juan Manzur partió rumbo a Washington con el fin de realizar gestiones ante la Organización Panamericana de la Salud (OPS), acompañado por su par del bloque Frente Nacional y Popular, Sandra Mendoza. La que pasó no ha sido de las mejores semanas para el peronismo. Ahora en la oposición, tuvo que cosechar una derrota en el recinto de la Cámara Alta, aún cuando ese revés haya sido por penales y con el decisivo voto de la vicepresidente Victoria Villarruel. Al ex gobernador le cuesta mostrarse en Tucumán. Sus reuniones son puntuales y, por lo general, tienden a concretarse para sostener la conducción del distrito local del Partido Justicialista.

Jaldo, en tanto, no cree que su ex compañero de fórmula le ponga palos en la rueda. Por el contrario, el tránsito desde el 29 de octubre pasado, cuando Manzur dejó la gobernación, ha sido de lo más normal, más allá de que las conversaciones entre ambos hayan sido escasas. El tranqueño, sin embargo, tiene en claro que desde que Javier Milei se ha convertido en presidente de los argentinos, la convivencia institucional debía ser lo más normal posible. El actual mandatario sabía, sin embargo, que su administración de gobierno venía con una mochila sobre sus espaldas. Por eso no dudó en podar el presupuesto, avanzar con la tijera fiscal y generar ahorros mensuales en los gastos que sean equivalentes a un tercio de la planilla salarial. Ese compromiso financiero ronda los $ 100.000 millones mensuales para atender los sueldos de unos 110.000 empleados públicos provinciales.

No había margen para hacer “heroicas de política partidaria”. Debía seguirle el ritmo al economista libertario, que aplicó motosierra por doquier. En todo este tiempo, Jaldo cosechó dentro del partido que lo llevó como cabeza de fórmula distintos motes. Le dijeron traidor; también desleal. Alguien recordó que, casi al fin del mandato presidencial de Alberto Fernández, el entonces ministro del Interior, hoy senador, Eduardo “Wado” de Pedro, puso a Jaldo en el lote de mandatarios que no gozaban de la generosidad de la Casa Rosada en el reparto de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN). “Gracias ministro, pero no necesitamos una asistencia de esa naturaleza”, dicen que le dijo Jaldo a Wado cuando le comunicó telefónicamente que la asistencia estaba a disposición de Tucumán. Atrás quedaron las ayudas que Manzur había recibido y que Milei ha podado en casi su totalidad. Las transferencias no automáticas están desapareciendo. Las provincias, sin embargo, pudieron sobrevivir. No obstante, como sucede con la distribución de las compensaciones para el transporte público de pasajeros,   Buenos Aires se queda con casi la mitad (46%) de los pocos recursos discrecionales que aún se distribuyen en la Argentina.

Jaldo no tenía otro camino que recortar partidas. Las vacas ya no eran tan gordas como en otros tiempos. El cambio de signo también era un condicionante para la administración financiera. “No gastar más de lo que ingresa”, debería haber sido una práctica natural en el sector público. La indiscriminada emisión monetaria y el atraso en los precios contribuyó a generar una tormenta perfecta que dejó al país al borde de la hiperinflación y de otra crisis profunda como la de fines de 2001. Las correcciones iniciales en la macroeconomía evitaron tal catástrofe, pero la sociedad ha quedado expuesta a una notable pérdida del poder adquisitivo.

A principios de año, el ministro de Economía, Daniel Abad, se encontró con un saldo negativo del ejercicio fiscal 2023. De acuerdo con los datos de la Dirección Nacional de Asuntos Provinciales, el déficit financiero fue equivalente al 5% del total de ingresos de la provincia. En cifras, el rojo fiscal rozó los $ 50.000 millones, el equivalente a una planilla salarial mensual de aquel período. Eso implicó que Jaldo debiera recurrir al uso del descubierto que el agente financiero de la provincia le ofrecía antes de que el Banco Central dispusiera que las entidades financieras ya no podían otorgar ese tipo de asistencias mensuales a los Estados provinciales. Luego vino la mano nacional. En política, todo se disimula. Manzur no podía dejar sus dos mandatos arrastrando déficit. Las autoridades del área económica de entonces argumentan que ese resultado negativo es algo habitual porque se suman gastos por el aguinaldo y se trasladan ingresos para el ejercicio del año que entra. La contabilidad creativa hace lo suyo, pero en política como en el mundo de las finanzas públicas valen los resultados.

Como en la tribuna

Jaldo ha cerrado una semana de tensiones. El miércoles prácticamente no se despegó del teléfono ni de la televisión. A las 23.14 de ese día, el tablero del recinto de sesiones del Senado marcaba un empate en el resultado del tratamiento de la Ley Bases; desempató la vice.

El gobernador cree que ahora llegó el momento de capitalizar tanto acompañamiento a una gestión que no es afín al Partido Justicialista. “Dejemos las diferencias personales y políticas en la casa. Tenemos que trabajar todos juntos. Quien habla tuvo que tomar decisiones con el cuero propio en la relación con el Gobierno nacional”, dijo el mandatario el viernes último cuando en Leales se reunió con los comisionados rurales. Fue la primera vez desde que terminó la campaña proselitista que Jaldo se subió a una tribuna y arengó a la tropa. Y continuó: “saben que quienes gobiernan el país no son del signo político nuestro, pero todos los que estamos aquí respetamos las decisiones de las urnas cuando nos favorecen y mucho más cuando el resultado es adverso”.

La incomodidad forma parte de la vida diaria peronista. Pocos se imaginaron que podían perder la conducción de un país en manos de un outsider, cuya imagen fue creciendo en los últimos dos años hasta llegar a gobernar la Argentina. Varios todavía no aceptan la derrota del año pasado y ahora, con la sanción de la Ley Bases y del paquete fiscal, aquellos que conservan cuotas de poder coinciden en que llegó el momento de saber si el plan económico que Milei dice que diseñó dará sus frutos para que se reactive la economía y para que la sociedad, en general, deje de perder ingresos en manos de la bendita inflación.

Jaldo ha fijado tres ejes en esta nueva etapa. Por un lado, sabe que debe cuidar el equilibrio fiscal para alcanzar cierta autonomía, de tal modo que no tenga que ir -cada tanto- a la Rosada a mendigar dinero para gastos corrientes. Paralelamente, debe seguir garantizando la paz social en la provincia. Y esto no sólo involucra al sector público, sino también a los privados. Por eso se inmiscuyó en la crisis citrícola y, en los últimos días, medió para que la zafra azucarera se desarrolle con normalidad y no con paros en las fábricas. El tercer eje está relacionado a un cambio de mentalidad y de administración de gobierno. El tranqueño no está dispuesto a ser recordado como otro gobernador que sólo pagó los sueldos al día, sino que ahora trata de saltar en la calidad del gasto: invertir en obras públicas. El “no hay plata” de Milei se transformaría en el “hay plata para infraestructura”. Ese es el compromiso que asumió el jefe de Gabinete de la Nación, Guillermo Francos, con cada uno de los mandatarios que fueron a Balcarce 50 a rubricar convenios. “Luz y agua; eso no debe faltar en el verano”, proyecta el titular del Poder Ejecutivo. Dos obras son consideradas prioritarias en ese sentido: la doble terna eléctrica de El Bracho-Villa Quinteros y el acueducto de Vipos. La idea es ingresar al año electoral sin riesgos de malhumor social.

En medio de estas decisiones de gestión, Jaldo no descuida la relación con Manzur. Es probable que, en los próximos días, ambos vuelvan a hablar personalmente y con trascendencia pública. “En esta oportunidad, no nos acompañó, pero no perdemos las esperanzas de que en algunas otras leyes que beneficien a la provincia nos pueda estar acompañando”, manifestó el gobernador cuando fue consultado sobre la postura de Manzur negativa a la Ley Bases.

Entre ellos no hay choque de intereses. Al menos por ahora. El médico sanitarista sigue apuntando más a su resurgimiento como dirigente nacional del PJ. Su paso por la gobernación no le ha permitido cosechar aceptación entre la sociedad. “No están en el mismo proyecto; cada uno tiene su propia aspiración política”, dice un dirigente que conoce a ambos. Hoy están separados por más de 7.500 kilómetros de distancia. Tarde o temprano, sus caminos volverán a juntarse en los Estados Unidos del Tucumán.

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