¿Qué es el hambre emocional? Dos trucos para evitar comer por ansiedad y estrés

Son muchas las emociones que giran en torno a la alimentación. ¿Cómo identificarlas para evitar los famosos "atracones"?

Muchas veces, nuestras emociones influyen en nuestra alimentación Muchas veces, nuestras emociones influyen en nuestra alimentación Radio Imagina
05 Julio 2024

Todos en algún momento sentimos hambre emocional. ¿Qué significa eso? que nuestro estado de ánimo influye en nuestra alimentación. Comemos porque a través de la comida queremos solventar una emoción que no inquiete y no porque tengamos hambre fisiológico. ¿Cómo controlarlo?

Ana Morales, psicóloga experta en nutrición emocional, remarca la importancia de aprender a distinguir ese hambre emocional para posteriormente gestionarlo cuando sea necesario. Y advierte que que no siempre ese comer emocional es malo.

La especialista, en una entrevista con Europa Press Infosalus, aclara que la alimentación emocional se produce cuando no sabemos cómo gestionar nuestras emociones y acudimos a la comida para hacerlo. “Si estás enfadado, comés; si estás triste, comés; si estás estresado o te aburrís, comés. Al final no sabemos gestionar nuestras emociones, el cómo nos sentimos, y recurrimos a la comida”.

No obstante, Morales remarca que en algunos casos se pasa a demonizar el comer emocional, cuando es algo que nos acompaña desde que nacemos.

“Comer por emociones viene en nuestro ADN prácticamente y socialmente está muy aceptado. Recurrir a la comida está dentro de nuestra sociedad y lo tentemos súper asumido. Y comer por emociones no está mal. Sí se vuelve complicado cuando es la única alternativa que tenemos para sentirnos bien. Si hoy he tenido una discusión con mi jefe y a la salida me he comido una dona, no pasa nada; pero si siempre que discuto con no tengo otra manera de que se me pase el enfado, ahí radica el problema”, advierte.

Hambre emocional: dos trucos para evitar comer por ansiedad

Truco 1: el diario emocional

Sirve para afrontar y aprender a gestionar ese hambre emocional. Primero se deben analizar cuáles son las emociones que llevan a comer, porque esto depende de cada persona. Hay personas a las que se les abre el estómago cuando tienen un disgusto, mientras que a otros no, y se les cierra.

Llevar un diario de emociones consiste, por tanto, en analizar cuándo comemos y qué emoción estamos sintiendo en ese momento, y ver si comemos porque tenemos hambre, o si comemos emocionalmente, y con qué emoción nos pasa esto.

Una vez detectadas esas emociones, el segundo paso debe ser elaborar lo que Morales llama un ‘kit de emergencias’, para saber que hacer si, por ejemplo, estoy triste, y como alternativa a la comida. “Llamar a mi amiga determinada porque me da alegría; ver videos de gatos o de bebés porque me encanta, o bien una serie que me hace gracia; buscar aquello que nos puede cambiar el ánimo con una lista de cosas que son placenteras. Elaborar esa lista”, subraya.

Truco 2: mindful eating

El mindful eating también puede ser útil en estos casos, una herramienta para comer de manera consciente. “Si somos conscientes de lo que nos sucede, también somos de cómo lo comemos. Si estoy enfadada, soy consciente de ello, y soy consciente de que cuando estoy enfadada como de forma descontrolada, el mindful eating me devuelve al aquí y al ahora, a no engullir el plato”, detalla Morales.

Morales lamenta que la comida, en muchas ocasiones, es sólo un medio para subsanar o para calmar la infelicidad que tenemos. En realidad, defiende que cuando nosotros comemos de esta forma emocional estamos comiendo porque hay algo que nos duele, que nos molesta, que no queremos mirar, y esto es lo que nos lleva a comer, y es como si esa cosa interna que nos duele la desplazáramos hacia algo externo, que es la comida.

Por eso destaca que las dietas no funcionan, son como un parche. “Con la obesidad o con los trastornos de alimentación pasa algo parecido. El peso es como la fiebre, es el síntoma, y nos empeñamos en hacer dietas, que durante un tiempo nos hacen efecto pero que en cuanto dejamos de seguir la dieta el peso vuelve a aparecer porque nos centramos en el síntoma, cuando tenemos que buscar el origen de ese peso, que está dentro de nosotros. Cada uno debe buscar lo que a cada uno le hace engordar, la raíz de lo que a ti te lleva a comer. A veces son estas emociones no resueltas”, concluye.

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