Casa Histórica: el Salón de la Jura, el único retazo de 1816 que permanece en pie

LA “CASITA”. Así lucía el Salón de la Jura, cobijado por el gran templete. LA “CASITA”. Así lucía el Salón de la Jura, cobijado por el gran templete.
09 Julio 2024

Mientras el caserón de la Calle del Rey (hoy Congreso) se venía abajo, impotente, añorando la gloria pasada de 1816, la decisión de demolerlo iba tomando forma. Era un final largamente anunciado para la propiedad, de la que terminaron desembarazándose los herederos de Diego Bazán y Figueroa. La compró el Estado nacional en 1874 y, efectivamente, la tiró abajo. Pero un milagro operó durante las jornadas de trabajo a puro piquetazo: el salón donde los congresales habían jurado la Independencia siguió en pie.

Al preservar ese retazo la Casa Histórica se mantuvo viva. Los muros originales y el piso de la habitación rectangular quedaron encapsulados, funcionando como la memoria de aquel 9 de julio fundacional. Así, el Salón de la Jura sobrevivió a los avatares del último cuarto del siglo XIX, cuando en el terreno se construyó un edificio para sede del correo y del juzgado federal. Persistió en silencio, aguardando su momento, que llegó en 1903.

El presidente Julio Argentino Roca dispuso demoler ese edificio, cuya condición era calamitosa, y ordenó “la construcción de un pabellón destinado a encerrar el Salón Histórico de Tucumán”. Era un modelo espléndido, al que se conoció como “el templete”; una maravilla arquitectónica que provocó asombro en Tucumán.

EN 1947. Perón y la “independencia económica”, declarada en el Salón. EN 1947. Perón y la “independencia económica”, declarada en el Salón.

Escribió Carlos Páez de la Torre (h): “el interior de la grandiosa estructura estaba despojado de ornamentación. Tenía una tribuna elevada, una ‘mezzanine’, para que el público pudiera concentrarse sólo en el elemento al que se rendía homenaje: el Salón de la Jura. Con una techumbre de teja a dos aguas y solitario al centro de un espacio tan grande, el salón tenía aire de ‘casita’. De allí salió esa denominación de ‘Casita de Tucumán’, que le adosaron los turistas y que muchos repiten hasta hoy. Gracias al techo de vidrio, la ‘casita’ recibía luz plena desde el amanecer hasta el crepúsculo”.

Sentimiento patriótico

La Casa Histórica tiene un corazón y es el Salón de la Jura. Contagia a los visitantes un sentimiento patriótico; no es casual que sea el elegido para albergar actos de trascendencia institucional. Los congresales lo transitaron y dejaron su huella; otros protagonistas coyunturales de la historia apelan a su prestigio para legitimar sus decisiones. Allí sigue, firme, como en 1816.

LOS TURBULENTOS AÑOS 70. Las pintadas aparecieron en el Salón de la Jura. LOS TURBULENTOS AÑOS 70. Las pintadas aparecieron en el Salón de la Jura.
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