“El secreto de sus ojos” fue más que un simple thriller

Hace 15 años se estrenó una película que detrás de una historia de amor evidenció el oscuro tiempo que vivía el país. La obsesión por un crimen.

EN LA CANCHA DE HURACÁN. El asesino no puede dejar ir a ver el clásico de su club con Independiente. EN LA CANCHA DE HURACÁN. El asesino no puede dejar ir a ver el clásico de su club con Independiente.

“El secreto de sus ojos” es una de las películas más reconocidas nacional e internacionalmente del cine argentino.

Dirigida por Juan José Campanella y protagonizada por Soledad Villamil, Ricardo Darín, Guillermo Francella y Pablo Rago, entre otros, obtuvo numerosos premios, y se ganó el público con una cifra récord de espectadores hasta ese momento: aunque no de una forma directa o explícita, el relato se entrelaza con la historia política del país. Un relato que, entre el pasado y el presente, da cuenta de un viejo amor, a partir de un libro de Eduardo Sacheri.

La película se estrenó hace 15 años. Cuenta que Benjamín Espósito, empleado en un juzgado penal acaba de jubilarse y decide escribir una novela, basada en una historia real de la que ha sido testigo y protagonista. Y continúa obsesionado por el brutal suceso de 25 años atrás, en 1974. La Argentina de ese tiempo no es un escenario pacífico. La violencia, el odio, la venganza y la muerte encuentran un terreno propicio para dominar las vidas y los destinos de las personas. En ese marco cada vez más hostil, y más oscuro, la tarea de Espósito terminará por mezclarse hasta el fondo con esa violencia monstruosa y creciente. Ya no será un testigo privilegiado, sino un protagonista involuntario cada vez más cerca del peligro. Todo esto hace que el film no sea un simple thriller policial bien hecho.

Datos

- Fue la segunda producción nacional en ganar el Oscar a la Mejor Película Extranjera (“La historia oficial” lo hizo en 1985). También obtuvo el premio Goya, entre otros.

- Taquilla argentina: “El secreto de sus ojos” se encuentra en el séptimo lugar del ranking, con 2.457.396 espectadores y recaudó U$S 34 millones. La realización tuvo un presupuesto de U$S 2, 5 millones.

- La película contó con el respaldo del Incaa. Axel Kuschevatzky, guionista y productor de esta realización, entre otras, se mostró muy crítico frente a la actual desfinanciación del ente oficial. Y comparó: “Yo no puedo entender cómo alguien pueda querer cortarle las piernas a Messi”.

- Una de las escenas que permanecen en la memoria colectiva es la toma aérea en la cancha de Huracán en un partido con Racing Club (ver “La pasión”). Un plano secuencia inolvidable de casi siete minutos. Aunque el director no lo contó, se sabe que usó grúas en las tomas aéreas, transiciones en 3D y la rodó en el estadio con solo 200 extras. Posteriormente agregó al resto del público con efectos de animación, utilizando el mismo “software” que usó Peter Jackson en “El señor de los anillos”. Solo esa escena llevó tres días de rodaje. Además de dos años de preparación y nueve meses de posproducción.

- La película gira en torno al brutal asesinato de Liliana Colotto, una joven mujer, ocurrido en 1974. El contexto político de la época influye en la investigación del crimen, dificultando la búsqueda de los culpables y generando un clima de miedo y silencio.

LA PASIÓN

LA PISTA DEL ASESINO

“El tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios... Pero hay una cosa que no puede cambiar. No puede cambiar de pasión”. Después de pronunciada esta frase se inicia el tan comentado plano-secuencia de siete minutos en el estadio de Huracán, escena clave y recordada de “El secretos de sus ojos”. El diario ABC de España escribió en julio de 2012: “pone los pelos de punta aunque uno no sepa para qué sirve una pelota. Forman la mejor escena sobre fútbol que ha dado el cine”. En la trama del filme no hay pistas, solo algunas viejas cartas con nombres. El ayudante del protagonista, en un viejo bar, repite los apellidos y un parroquiano le dice que es el equipo de Racing. Ahí se descubre la pista a seguir.

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