¿Quién no entabló una conversación amistosa con desconocidos en vacaciones? ¿Quién no compartió un rato con alguien con la idea de no verlo nunca más? O más aún, ¿quién no pensó que lo circunstancial podría ser el comienzo de una buena amistad?
Los estadounidense Ben y Louise Dalton deciden pasar un tiempo de descanso junto a su hija preadolescente Agnes en la Toscana italiana. Entre bellos paisajes, conocen a los ingleses Paddy y Ciara, quienes están en la zona con su hijo Ant. Tras una cena amable y distendida, acceden a la cortes invitación de visitar la remota casa rural de los británicos, pero lo que comienza como un momento distendido se complica cuando quedan en evidencia ciertos comportamientos extraños de los anfitriones, con maltrato familiar incluido.
Comidas acompañadas de alcohol en exceso, autos que van a toda velocidad, situaciones incómodas y preocupantes se suceden, así como los secretos van develándose para potenciar la incertidumbre sobre dónde están, cómo salir de allí y qué hacer en caso de que todo se desborde, como es el temor creciente que invade a los viajeros.
Cuando las sospechas crecen, huir es la única alternativa, pero nada es simple en la trama de “No hables con extraños”, el aporte de terror psicológico a las pantallas tucumanas, un género que tiene adeptos en todo el mundo y que lleva como título un consejo que, en esta oportunidad, no está limitado por la edad de quien lo recibe.
El reparto está integrado por James McAvoy, Mackenzie Davis, Scoot McNairy, Alix West Lefler, Aisling Franciosi y Dan Hough en los papeles principales, con guión y dirección a cargo de James Watkins, cuyo nombre trascendió con “La dama de negro”. Es la remake norteamericana de la exitosa película danesa del mismo nombre estrenada en 2022, con un protagonista que controla la pantalla con su mirada perturbadora y un director que acredita pulso para la narración en creciente tensión.
Desbordes
La tentación de los desbordes de ambos es el principal riesgo que afronta esta producción, por lo que evitarlo es el recurso central para mantener la atención de la platea sin recurrir a golpes bajos o a momentos que remitan a otras realizaciones.