A María G. la tentó su mejor amiga, Luciana, para que se hiciera un relleno de labios con ácido hialurónico. “Ella ya se lo había hecho y le había quedado bien. Y ahora pensaba en retocarse los pómulos. Accedí y fuimos juntas. Cuando llegamos, vi que era un consultorio odontológico. No me pareció bien, pero ya estaba en el baile”, cuenta la mujer de 32 años.
Todo parecía ir bien al principio. Con el correr de las horas, notó que sus labios estaban cada vez más hinchados. “Fue lo peor que me ha pasado en la vida. Me había quedado una cosa deforme. Me decían que esperara, pero pasaban los días y no mejoraba. Así que tuve que pagar un médico para disolver el relleno. El mismo doctor me contó que hasta tuvo un caso de una joven con una necrosis de nariz por una rinomodelación con ácido hialurónico mal hecha”, detalla María, que ha decidido dar su testimonio para que las personas puedan tomar conciencia de la importancia de recurrir a profesionales capacitados para estas prácticas.
Los rellenos faciales sacaron a muchos pacientes del quirófano y hoy son protagonistas de los tratamientos antienvejecimiento. El problema es que han proliferado muchas ofertas y no siempre vienen de la mano de personal idóneo. Por ello, en los últimos años, los especialistas están viendo más complicaciones por la aplicación incorrecta de inyectables.
Según relatan los expertos, durante la pandemia, muchos profesionales de la salud (no todos médicos), sin contar con una formación adecuada ni criterio estético, se volcaron a realizar tratamientos con bótox (toxina botulínica) y con rellenos de ácido hialurónico. Y desde entonces comenzaron a aparecer más casos de lo que se conoce como “síndrome de sobrellenado facial”.
Crecimiento constante
En los últimos cinco años, los tratamientos de rejuvenecimiento facial crecieron el 20%. De hecho, conforme al último informe de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS), el 31% de los procedimientos no invasivos que se hacen en Argentina son rellenos.
Vale aclarar que el ácido hialurónico es un tratamiento efectivo y seguro, al igual que el bótox. Estos productos están aprobados en Argentina por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología (Anmat). El problema es cuando no son aplicados por manos preparadas.
A nivel nacional, se calcula que las complicaciones aumentaron entre un 35 y un 40%. El cirujano plástico, Eduardo Palazzo, comentó que también en Tucumán están viendo muchos casos de síndrome de sobrellenado facial. “Se trata de un conjunto de signos y síntomas que se produce por un mal uso de los rellenos faciales y esto está provocado por lo general por gente que no es idónea en el tema, sobre todo los que no son médicos y no tienen un buen conocimiento de lo que son las estructuras anatómicas y las estructuras importantes de la cara”, remarcó.
Algunas de las consecuencias de estos sobrellenados son nariz de avatar (el exceso de producto se esparce en los costados de la nariz), el signo del sol naciente en las ojeras, los cachetes de ardilla, los labios de pato y el mentón de bruja.
¿Tienen solución estas complicaciones? “Si tienen solución, dependiendo del producto que se haya colocado. Lamentablemente, por una cuestión de costos, los productos que son buenos y los que tienen solución no son utilizados por este tipo de personas que hacen las prácticas que producen complicaciones. Por ejemplo, se sigue utilizando silicona líquida, silicona industrial,y a veces hasta aceite de avión. ¿Para qué? Para producir voluminización, no solamente facial sino también en los glúteos y en las mamas. Eso no tiene solución o tiene una solución parcial. Si los rellenos se hacen con ácido hialurónico, por ejemplo, que son productos autorizados para utilizar en la cara, sí se puede revertir, ya sea con el paso del tiempo, porque tienen una duración de entre ocho meses a un año y medio, y también con un producto que se llama hialuronidasa, que es una enzima que destruye al ácido hialurónico”, detalló el médico, miembro de la Sociedad Tucumana de Cirugía Plástica.
“Si la voluminización se hizo con productos que no están autorizados para el uso cosmético, no tienen solución y son un gran problema para siempre”, aclaró. Los riesgos para los pacientes son muchos, según describió. Primero, ponen en riesgo la vida de una persona. “Si no se inyectan de forma adecuada; por ejemplo, se inyecta en una arteria, el producto se va por la arteria y puede producir la muerte del paciente, y riesgos a largo plazo son deformidades estéticas que no se pueden revertir. Además, se puede hacer una infección local o una infección generalizada, y hasta pueden llegar a llevar a la muerte por sepsis. También pueden producir problemas renales porque a veces algunas partículas van hacia los riñones y te causan insuficiencias renales que pueden llevar a la diálisis”, describió.
Coletazos de la crisis
Cada vez más profesionales de la salud están realizando prácticas estéticas para compensar el deterioro de sus ingresos, señalaron los especialistas. “Lo peligroso es cuando las personas que no son médicas y no están dentro del área de la medicina se largan a hacer estas prácticas porque son los que más equivocaciones pueden tener”, explicó Palazzo.
El número de complicaciones está en crecimiento y tiene relación directa con la gran cantidad de centros de estética no médicos que abrieron en los últimos años, remarcaron los expertos.
A la dermatóloga Silvana Depetris le llama la atención la cantidad de jóvenes que buscan hacerse rellenos faciales. Y luego están las personas de mediana edad que quieren atenuar signos de envejecimiento, como las arrugas. El problema de fondo es que muchos suelen acudir a personas que no están habilitadas para realizar estos tratamientos y desconocen qué producto les inyectan, explica.
“La Sociedad Tucumana de Dermatología y la Sociedad Argentina de Dermatología viene denunciando hace tiempo el intrusismo, que es el hecho de que personas no preparadas, que no han pasado por la Facultad de Medicina y que no han hecho la especialidad de dermatología, por ejemplo, se dediquen a hacer estos procedimientos en la piel”, sostuvo.
Remarca que consiguen pacientes haciendo propaganda en las redes sociales. “Los vemos siempre. Hay ya un proyecto de ley de intrusismo en la legislatura para que se apruebe que solamente médicos especialistas puedan realizar estas prácticas y así el Siprosa pueda clausurar la cantidad de lugares que no están habilitados y de los cuales nos llegan denuncias a diario”, sostuvo. “Es una cuestión de salud pública, y además hay que concientizar a la gente”, señaló.
Según dijo, hay desde odontólogos, bioquímicos o médicos de otras ramas de la medicina que están haciendo rellenos. “El resultado es que terminan desfigurando rostros”, apunta. Ella recibe a menudo pacientes en su consultorio que acuden por un tratamiento realizado con profesionales que no son médicos. “Vienen cuando ya les deformaron la cara. Hay muchísimos casos en Tucumán, y más en el interior, de gente que no dimensiona el peligro que significa caer en manos de cualquiera”, remató.
Correcciones: qué cosas tener en cuenta ante casos de sobrellenado
El lanzamiento de los rellenos de ácido hialurónico, temporales y reversibles, supuso un éxito hace más de 20 años. Al principio, se utilizaban para rellenar zonas como los labios o los pliegues nasolabiales. Pero con el tiempo su uso se ha extendido a mejillas, sienes, frente, barbilla o mandíbula. ¿Podemos revertir el efecto cuándo el resultado no es el deseado?
“El síndrome del sobrellenado, que es una desproporción en el rostro con respecto a la voluminización en algunas zonas de la cara, sí tiene tiene solución y tratamiento. Lo principal es ponernos en manos de un médico dermatólogo y que sea especialista en estética porque no todos los productos de relleno van en los mismos planos, depende de la marca del producto, depende de la densidad y depende del efecto que uno quiere lograr, puede colocarse desde su epidérmico, dérmico, en un plano muscular y hasta tocar hueso, o sea, estamos hablando de todos los planos de la piel”, explica la dermatóloga Silvana Depetris.
Para revertir un tratamiento, según remarca, debemos conocer qué producto se usó y en qué plano se colocó, si se lo hizo en una sola sesión, si lo ha hecho en sobrecorrecciones. “Los productos que hoy están en el mercado son biocompatibles y reabsorbibles, y la duración de algunos rellenos puede llegar hasta los dos años y medio. Entonces, si uno realiza un procedimiento antes de ese tiempo en la misma zona, puede tener complicaciones, porque todavía existe material en el plano correcto donde se lo colocó. Si hay sobrecolocación de producto y no en el mismo plano a donde tendría que estar originalmente y ahí tenemos los problemas, también aunque el producto se haya reabsorbido”, señaló.
Riesgos: la necrosis cutánea, uno de las consecuencias más severas
La doctora Silvana Depetris enumeró los riesgos más importantes que puede causar un relleno mal puesto en una persona.
“Puede generar deformidad en el rostro por la aplicación. Lo más severo es la necrosis cutánea, o sea, la muerte de la piel, porque colocan el producto sin saber los planos. Se corta la circulación porque el producto es dejado dentro de un vaso sanguíneo o dentro de una zona donde hay mucha vascularización. Primero, la piel se pone blanca, pálida, y el paciente empieza a sentir mucho dolor. Esa zona comienza a morirse y luego la piel a ponerse oscura, y es un tejido que después hay que sacar y hacer una cirugía reconstructiva con un cirujano plástico y usando otras partes del cuerpo para poder recomponer todos los planos”, describió.
“Otra cosa que no tienen en cuenta a veces los especialistas es preguntarle a los pacientes si padecen enfermedades autoinmunes como, por ejemplo, el lupus, la artritis reumatoidea, o la esclerodermia, para evitar cualquier tipo de rellenos. Estas personas no pueden colocarse a rellenos porque van a tener consecuencias severas. Estas condiciones de salud pueden aumentar el riesgo de una reacción inflamatoria”, apuntó.