¿Por qué nos sentimos agotados después de un día sin hacer nada?

La inactividad también conduce al agotamiento, y la ciencia explica el por qué.

El reposo excesivo puede causar más agotamiento de lo que pensamos. El reposo excesivo puede causar más agotamiento de lo que pensamos. Hola
13 Octubre 2024

Quien más quien menos, a todos nos pasó: para reponer energías después de una semana intensa, decidimos pasar un domingo de fiaca en la cama o el sillón. Pero hacia la noche, resulta que nos sentimos más agotados que antes. ¿Cómo es posible?

Se sabe que la actividad física trae beneficios múltiples para la salud del cuerpo y la mente. Pues, inversamente, la ciencia estudió cuán perjudicial puede ser la inactividad física y mental, cuya combinación puede hacernos entrar en un loop de agotamiento poco saludable y nada placentero.

A nivel físico, la inactividad prolongada, aunque sea de unas cuantas horas, debilita los músculos, lo que contribuye a la sensación de cansancio.

¿Por qué nos sentimos agotados después de un día sin hacer nada?

Un estudio del Centro de Medicina Espacial de Berlín analizó a 250 personas que estuvieron en reposo durante varios días. Los investigadores encontraron que, luego de una semana de inactividad física, la fuerza muscular disminuye entre un 10 % y 15 %. El número aumenta hasta un 50 % si el tiempo de reposo se extiende a un mes. Esta merma en la masa y fuerza de los músculos se traduce en una sensación de debilidad y cansancio.

La quietud del cuerpo afecta la circulación sanguínea, que se ralentiza. Esto implica, por supuesto, menos oxígeno en todos nuestros órganos, incluido el cerebro, que puede empezar a sentir fatiga, somnolencia y cansancio.

"La inactividad física crónica está relacionada con el deterioro cognitivo y con varios problemas de salud, incluidas las enfermedades crónicas y los trastornos de salud mental", sostiene el estudio.

El agotamiento mental se puede sentir luego de un día entero leyendo a Nietzsche, pero también luego de haber pasado horas mirando el cine champú más simplón de Hollywood. Se demostró que la fatiga mental está asociada al aburrimiento.

¿Qué es el aburrimiento y cómo afecta a nuestro cerebro?

¿Y qué es el aburrimiento? La falta de estímulos cognitivos. Algunos dicen que el cerebro se parece a un músculo, y, como ellos, necesita desafíos para mantenerse activo.

Según otro estudio, la ausencia de estímulos intelectuales aumenta las ondas cerebrales asociadas al sueño, aún en estado de vigilia. A la vez, disminuyen las ondas cerebrales vinculadas al estado de alerta.

Sentirse agotado física o mentalmente afecta el estado anímico, lo que a su vez, trae más percepción de agotamiento.

La fatiga mental se manifiesta principalmente como somnolencia, dificultad para concentrarse, disminución del estado de alerta, pensamiento desordenado, reacción lenta, letargo, reducción de la eficiencia laboral, propensión a errores, etc.

Por último, no hay que olvidar que pasarnos el día tirados puede desajustar nuestro ritmo circadiano. La quietud y la falta de luz natural pueden alterar la calidad de nuestro sueño cuando intentamos dormir por la noche.

Por todo esto, pasar el día entero recostado en una maratón por streaming puede no ser la mejor estrategia para reponer energía. Igualmente, hay algunos consejos para darse ese gustito.

En medio de la maratón, una caminata

Aún si vamos a emprender un domingo de fiaca, es importante hacer un descanso para activar el cuerpo.

Salir del sillón y realizar ejercicios sencillos -como estiramientos o caminar 20 minutos- puede mejorar la circulación y evitar la pérdida de masa muscular. Esto no solo favorece la circulación, sino que también ayuda a mantenernos más alertas y enfocados.

Otro descanso del descanso puede ser estimular el cerebro con algunos desafíos. Leer, resolver juegos de inteligencia o incluso armar un rompecabezas puede ayudar a mantener la mente activa.

En general, es más saludable mantener una rutina ordenada. Tener una estructura diaria bien organizada puede mejorar la calidad del sueño y ayuda a regular los ritmos circadiano.

Por último, no olvidar al viejo y querido Sol. Exponernos a la luz natural mejora el estado de ánimo, y también ayuda a regula el reloj biológico, para tener un descanso nocturno más reparador.

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