Las razones psicológicas detrás de por qué nos irritamos con las personas que caminan despacio

Expectativas rígidas y frustración de objetivos son algunos de los motivos por los que odiamos a los peatones que van más lento.

¿Por qué nos enojan las personas que caminan lento? ¿Por qué nos enojan las personas que caminan lento?
18 Octubre 2024

Veredas angostas, horas críticas y un impedimento: los peatones que van a un ritmo distinto. Mientras que se intenta llegar al trabajo, en el camino nos cruzamos con turistas que intentan sacar la foto perfecta, dos amigos comprometidos en su conversación y parejas que prefieren ocupar el ancho del camino. En ello nos vemos obligados a sobrepasar con disgusto, demostrando que su mera existencia nos molesta. ¿Cuál es la razón psicológica por la cual nos enojamos tanto con los caminantes más lentos?

Quienes viven en una ciudad concurrida podrán comprobarlo. Existe la prevalencia de cierto fastidio por quienes caminan despacio. Así como sucede entre los conductores furiosos, los encuentros con peatones de ritmo más lento pueden provocar incluso hostilidades, insultos y agresiones, a la vez que frustrar por completo nuestro día. Según Leon James, profesor de psicología en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Hawái en Manoa, este fenómeno le ha valido el nombre de “furia en la vereda”.

El espacio social y sus normas pueden ser los motivos del enojo

 “Cuando los peatones se detienen de repente, por ejemplo, fascinados por la vidriera de algún local o su pequeño dispositivo móvil, están violando los caminos normativos, lo que obliga a los peatones cercanos que transitan en ambas direcciones a tener que sortearlos”, destaca James. El especialista revela que no solo habitamos en un espacio físico, sino que también nos movemos en un “espacio social”, el cual supone ciertas reglas que destacan qué es aceptable y qué no cuando habitamos las calles.

Los incumplimientos a las normas callejeras es aquello que impulsa nuestra furia. “La violación de algo que debería ser”, expresa Zlatan Krizan, profesor de psicología en la Universidad Estatal de Iowa. Un ejemplo sería la idea de que otros peatones deben dejarnos espacio para pasarlos. Y es la frustración lo que nos lleva a enojarnos. Aquellos otros nos impiden alcanzar nuestros objetivos como el de llegar a la oficina a tiempo o el de comprar comida cuando el hambre ataca.

“Cuando estamos en esa zona, no pensamos en otras personas ni en por qué pueden ir tan despacio”, Stephanie Preston, profesora de psicología de la Universidad de Michigan. Vemos a esas personas como barreras para nuestras metas, sin pensar que quizás se trata de una persona mayor o alguien que disfruta de un paseo tranquilo.

No solo habitamos en un espacio físico, sino también en un No solo habitamos en un espacio físico, sino también en un

Los rasgos que tienen en común las personas que sufren de “ira callejera”

La "ira callejera" reúne rasgos en común presentes en quienes la sufren. “Existe una sensación de derecho y privilegio de que la persona que tienen delante representa un obstáculo o un inconveniente”, dice Darald Hanusa, profesor titular de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Wisconsin-Madison. Algunas investigaciones han destacado una conexión entre las personas furiosas en la vereda y el narcisismo.

Otros estudios detallaron que un rasgo común es la “exigencia” o el establecimiento de expectativas rígidas que son más populares en los episodios de enojo. Las expectativas poco realistas (por ejemplo, que todos deben seguir nuestro ritmo) pueden generar impaciencia. Se remonta a la idea de que las personas se frustran cuando se les impide alcanzar una meta; establecer tales expectativas les dificulta hacerlo.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios