Apaga las luces una pionera de la joyería en Tucumán

Luna Bembunan de Berman, de 90 años, habla de las características del rubro. La empresaria hará un brindis junto a sus clientes en agradecimiento a la confianza de sus 48 años en el rubro.

DICE ADIÓS. Luna Bembunan de Berman cerrará hoy mismo su comercio de joyas céntrico. DICE ADIÓS. Luna Bembunan de Berman cerrará hoy mismo su comercio de joyas céntrico.

Para Luna Bembunan de Berman, hoy no será un día más, significará apagar la luz de su joyería, la que fue su segunda casa durante 48 años, y la que marcó un inicio en la venta de joyas finas en Tucumán. La mujer de 90 años recibió a LA GACETA en su negocio y con mucha emoción describió cómo fue trabajar en un país tan variable como la Argentina. “Comenzamos de cero. Yo era profesora y maestra, renuncié y pusimos el negocio con mi marido Isidoro Berman. Teníamos algo de platería, oro, dos mostradores y así empezamos. Nos fue bien y fuimos progresando en distintas etapas, pero muchas veces tuvimos que empezar de nuevo ante las crisis”, afirmó.

Junto a su familia y cerca de 40 clientes, Bembunan hará el cierre de su local con un brindis de agradecimiento por la confianza depositada en el arduo trabajo que tuvo con su esposo, quien falleció en 2014. “Mis clientes me pidieron que no cierre, me dicen que se sienten desamparados, eso me llena de satisfacción. Ya es otra etapa de mi vida, trabajé 60 años -como docente y en el negocio- y uno tiene que saber decir basta. Tengo 90 años y debo aceptarlo”, señaló. En un momento de la entrevista, a Bembunan le sonó su teléfono fijo, atendió y su respuesta fue tan contundente como emotiva: “Ya no vendemos. Mañana es mi último día, estoy cerrando”. “Era un cliente que quería comprar”, comentó la empresaria al cortar la llamada.

El mercado en Tucumán

Sobre la competencia que existía en Tucumán en su rubro, Bembunan señaló que fueron pioneros en vender joyas finas, lo que marcó una gran diferencia con otros locales: “Nosotros hacíamos el diseño, hacíamos el presupuesto y siempre ofrecimos marcas de buena calidad. Con el tiempo disminuyó mucho la gente que podía comprar joyas finas, bajó mucho el nivel, pero nosotros no lo bajamos, no cambiamos la calidad de nuestros productos. Siempre fuimos honestos con nuestros clientes. El joyero debe decir al cliente lo que compra y para hacer esto tenés que estudiar, tenés que saber”,

“La joya siempre tiene su valor, lo conserva por muchos años. Tuve muchos clientes que me han comprado joyas importantes y luego, cuando no estaban en una situación económica favorable, vendieron esas joyas y les sirvió para pagar sus deudas. Las joyas tienen un valor económico, pero también afectivo”, subrayó.

Bembunan comenta que en la actualidad los relojes y joyas siguen siendo lo más buscado, pero sólo por un grupo de personas: “Antes se solía comprar cadenas y medallas de oro para los cumpleaños de 15, ahora eso no pasa. La clase media no puede hacerlo, por eso se vende mucha platería. Antes, en períodos de crisis la gente compraba muchas joyas, porque sabían que a la mañana tenía un precio y a la tarde tenía otro. En los últimos años, eso cambió, la gente compra menos”.

Cómo fue la decisión

Bembunan y su marido abrieron el primer negocio en el microcentro tucumano un 19 de julio de 1976. La empresaria asegura que tuvo que vender un auto para adquirir la llave del local, ya que los contratos de alquileres eran muy diferentes a los actuales. 48 años después, la mujer decidió cerrar su etapa en el rubro, aunque tomar esa decisión fue meditada durante varios años: “Cuando comenzó la pandemia en 2020 pensé en ir dejando mi negocio, primero opté por abrir solo hasta el mediodía y hoy llegó el día de cerrar”. También acotó que sus hijos y nietos son médicos y no quisieron continuar con el negocio.

Sobre los planes que tiene para esta nueva etapa de su vida, la empresaria de 90 años promete no quedarse quieta. “Quiero ir a visitar a mi hijo en Buenos Aires, y ver más a mis hijos y nietos de aquí. Ahora que no voy a trabajar, pienso salir a caminar, quiero hacer gimnasia y aprender un idioma. El inglés, porque es el universal. Mi esposo sabía varios idiomas, pero a mí me costó aprenderlo, por eso ahora quiero estudiarlo bien”, comentó.

Para cerrar, Bembunan destacó las emociones que la atraviesan en este momento tan especial de su vida: “Estoy emocionada, la gente reconoce mi trabajo y lo que compró, en el arbolito de Navidad siempre había regalos de mi joyería. Agradezco a mis clientes que mantuvieron de pie mi negocio por tantos años y ojalá hacer una compra de este tipo sea accesible para todos los niveles sociales, porque la joya es un símbolo de amor eterno”.

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