La receta de San Martín de Tucumán debe ser la que implementó en la Isla Maciel

En la final, el "Santo" vio que no puede relajarse ni un segundo; contra San Telmo volvió a ponerse de pie, lo que no es poca cosa.

MÁXIMA INTENSIDAD. Agustín Dattola se arroja al suelo para arrebatarle la pelota a Rodrigo González, de San Telmo. MÁXIMA INTENSIDAD. Agustín Dattola se arroja al suelo para arrebatarle la pelota a Rodrigo González, de San Telmo. Foto Prensa Casm y Prensa San Telmo.

El momento de levantarse llegó justo a tiempo para San Martín de Tucumán. La derrota contra Aldosivi había dejado una herida profunda en los pasillos de La Ciudadela, y desencadenó una ola de críticas y especulaciones sobre el futuro del equipo. Ante ese panorama, y para despejar cualquier tipo de dudas, Diego Flores fue contundente en la previa del duelo contra San Telmo: había que enfocarse en el presente, olvidar el pasado y recuperar esa confianza que le permitió ilusionarse al equipo.

El “Santo” estaba obligado a dar una muestra de carácter y el reto era doblemente complicado porque el rival era nada menos que San Telmo, uno de los equipos más sólidos de la zona B.

En la Isla Maciel, el equipo debía hacer un esfuerzo adicional no sólo para ganar, sino para convencer a sus hinchas de que todavía puede ser un serio candidato en la lucha por el ascenso.

Sin embargo, el partido desarrollado en el “Dr. Osvaldo Baletto” comenzó con un San Martín algo dubitativo. En la primera mitad, la iniciativa y las chances de gol fueron en su mayoría para el “Candombero”, que hizo valer su localía y presionó intensamente, dejando en evidencia las inseguridades defensivas, que tanto le pasaron factura hace una semana.

Pero, pese a verse sometido por momentos, el conjunto de La Ciudadela logró sostener el cero hasta el entretiempo, una muestra de que defensivamente comenzaba a encontrar la solidez que no tuvo en el “Gigante de Arroyito”.

La charla técnica entre DT y jugadores en el entretiempo fue decisiva. Puertas adentro, el “Santo” sabía que necesitaba reencontrarse con la identidad de juego que lo había caracterizado durante gran parte de la temporada en la que logró acumular 81 puntos y asegurar su lugar en la final con tres fechas de anticipación.

¿Cuál fue la clave para volver a ese rendimiento? Hacer valer sus mejores virtudes, una de ellas, el balón detenido. Además, también recuperó el gol en las  segundas mitades, algo que se había convertido en una tendencia a lo largo del torneo. De hecho, San Martín marcó 24 de los 43 goles de la temporada en los últimos 45’, con una efectividad del 56,14% en ese rubro.

Así, el complemento en la Isla Maciel fue un renacer para el equipo de “Traductor”.

Con Matías Ignacio García como principal figura, se adueñó del balón y comenzó a generar peligro en el área rival, poniendo a a los dirigidos por Alfredo Grelak contra las cuerdas.

Los futbolistas de San Martín cambiaron la sensación de dolor por inspiración y demostraron que cuando el equipo está concentrado y enfocado en su juego, es capaz de plantarse de igual a igual ante cualquier rival.

De esa manera, Pablo Hernández y Lautaro Fedele aparecieron en el momento oportuno para empezar a marcar el rumbo del partido.

La efectividad del “Santo” , aunque no fue un despliegue brillante, sacó a la luz las virtudes que lo llevaron a la cima de la zona A: solidez defensiva, generación de juego y contundencia en el ataque. Sin embargo, no todo fue perfecto.

El exceso de confianza y ciertas imprecisiones le costaron caro en el tramo final, con el descuento de  Franco Tisera. Ese gol encendió las alarmas en el cuerpo técnico y le recordó a San Martín la necesidad de no bajar la guardia en ningún momento, especialmente en instancias eliminatorias donde un descuido puede cambiar el rumbo completo de la serie.

EN TUCUMÁN. El plantel, con Diego Flores a la cabeza, arribó a nuestra provincia en horas de la mañana. EN TUCUMÁN. El plantel, con Diego Flores a la cabeza, arribó a nuestra provincia en horas de la mañana.

El objetivo que se plantea San Martín de Tucumán para el reducido

Claro; este tipo de errores ya le había costado caro al equipo en otros momentos de la temporada. Ejemplos claros fue lo sucedido contra Racing de Córdoba, Güemes de Santiago del Estero y, por supuesto la final contra Aldosivi. En esos juegos, en los que la confianza excesiva le jugó una mala pasada culminó con un total de seis goles en contra.

En cada uno de esos partidos, San Martín mostró el mismo patrón: se sintió superior desde el arranque, pero descuidó detalles defensivos que terminaron pesando en el resultado.

No obstante, esta vez, el equipo entendió que debía aprender de esas experiencias y no caer en la trampa de subestimar a sus rivales. El planteo de Flores se basó en volver al esquema con el tándem de García-Gustavo Abregú, cuya formación le permite solidez en defensa y efectividad en ataque. Encarar los partidos de esta manera fue clave para vencer a San Telmo y, sin dudas, será una herramienta esencial en los tres partidos que restan en su camino hacia una nueva final.

“Sacamos el partido adelante ahora con actitud y con mucho compromiso de cada uno. Sabíamos que era una oportunidad muy linda de visitante. No queda otra que mirar para adelante y jugar el Reducido como venimos jugando todos los partidos”, dijo Fedele. “El objetivo no se perdió todavía, tenemos otra posibilidad. Sabíamos desde el inicio que era un ascenso directo o el Reducido. Vamos a pelear para llevar a San Martín a Primera. Quizás este mensaje no llene después de perder una final, pero dimos una muestra importante contra un gran rival. Esperamos el domingo que viene para obtener otro buen resultado”, agregó Lucas Diarte.

Con el marcador a su favor y la ventaja deportiva en la serie, San Martín dio un gran paso hacia las semifinales. Sin embargo, el equipo sabe que no puede relajarse.

La herida de la final perdida en Rosario sigue latente y para superar ese dolor y alcanzar el objetivo del año, el “Santo” deberá  achicar el margen de error y sobre todo no permitirse distracciones ni bajar la intensidad.

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