Puertas adentro de San Francisco se aprecia una de las construcciones más valiosas de San Miguel de Tucumán. Se trata de un entramado de tejas y tejuelas que sirve de techo a un sector del claustro. Data del siglo XVIII, fue obra de los jesuitas y, posiblemente, no hay en la capital nada que lo supere en antigüedad. Ni la casona del Museo Folklórico ni la peña El Cardón. Justamente en esa cubierta se está realizando en estos momentos una intervención, ante el potencial riesgo de desprendimientos. Porque la obra de la fachada de la iglesia no fue la conclusión de la restauración de San Francisco; resultó apenas el comienzo.
Son varios los frentes abiertos para la comisión encargada de los trabajos. Inaugurado el frente del templo al cabo de un exitoso proceso, no hubo tiempo para el descanso porque los tucumanos se preguntan ¿cuándo se podrá ingresar a la iglesia? Los arquitectos Olga Paterlini y Andrés Nicolini explican que en este momento un estudio de ingeniería está elaborando el análisis, diagnóstico e informe sobre la situación estructural. Para financiar este proyecto de consolidación se destinaron los $ 15 millones donados por la Fundación Los Balcanes. Las conclusiones deben estar listas a fin de mes o principios de diciembre.
“Para detectar los problemas que puede haber en el suelo o en el subsuelo de la iglesia se hicieron tomas de muestras. Ahí fue importante la delicadeza con la que trataron los pisos para no romperlos. En las reuniones nos comentaron que no advierten nada grave; que en realidad no había humedad ni algún descalce manifiesto, así que no debíamos asustarnos tanto respecto de la intervención”, explica Nicolini. En la nave y en el crucero se desprendieron algunos pedazos de molduras y de revoque (por eso se colocaron mallas de alta resistencia). “Eso respondería a antiguos problemas de filtraciones que ya han sido solucionados”, añade Nicolini.
La situación es mucho más seria en el presbiterio y en la sacristía, ya que se aprecian grietas y sí hará falta una intervención más profunda. Esto se debe al hundimiento de un muro que da el oeste, situación que se complejiza porque colinda con una propiedad vecina que tiene sus propios problemas. Recuerda Nicolini que décadas atras funcionaba allí la galería Expocentro, y que en el subsuelo había un boliche, el “Acuario”.
“En esa zona hay una superposición de estructuras e instalaciones que viene desde el comienzo de la ocupación de la ciudad -destaca-. Ahí estaban los jesuitas y lo primero que construyeron fueron canalizaciones hidráulicas para traer agua desde la acequia principal. Es decir que desde el siglo XVII puede haber todo tipo de correntías por allá abajo”.
Reparación de la Iglesia San Francisco: más firmeza
La galería del claustro que da al este data de 1902-1904. En las columnas agrietadas se nota el paso del tiempo y el peso de la estructura que soportan, por lo que fue imprescindible una intervención piloto a fondo.
“Para identificar el problema vinieron expertos de Buenos Aires a radiografiar la columna y luego se la sometió a un proceso de desarmado y rearmado, llamado anastilosis -apunta Paterlini-. La solución es reemplazar el riel original de acero laminado que estaba en el interior, el mismo que se usaba en aquel tiempo para el ferrocarril por una estructura de hormigón, a lo que se suma un trabajo artesanal para recuperar las formas originales”.
Sostiene Nicolini que el riesgo radica en que un movimiento sísmico pueda afectar la estabilidad de esas columnas. Son ocho en total y quedan siete a la espera de ser intervenidas, una labor minuciosa que requiere el armado de estructuras para apuntalar los muros. Para esta etapa no hay todavía financiación.
En cambio, la Orden Franciscana sí se hace cargo de solventar las apuntadas reparaciones en el antiquísimo techo del claustro. “Las hacemos para evitar el riesgo de desprendimiento de las tejuelas y a la vez nos permite revisar todo para producir un proyecto de restauración del sector -dice Nicolini-. El valor histórico de este conjunto es muy importante. Se pueden apreciar las características constructivas de los tejados coloniales, con estructura de cabreada de madera dura y correas. Hemos encontrado también, desde el andamio que se acaba de colocar, sectores donde todavía queda caña. Son probablemente los techos más antiguos de la ciudad de Tucumán”.
Reparación de la Iglesia San Francisco: más por delante
Completada la fachada de San Francisco, obra cuyo financiamiento inició el ex intendente Germán Alfaro y completó su sucesora, Rossana Chahla, hay mucho por hacer en el exterior de la iglesia. Trabajar sobre los muros de la calle San Martín, recuperar cornisas y molduras y pintar con los mismos colores del frente cuesta $ 600 millones. Además de estar presupuestado, ese trabajo ya está planificado: llevará 10 meses y constará de cuatro etapas, que comprenden todo el paredón sur, el campanario y la cúpula.
Y queda otro frente, que seguramente no será el último. Paterlini habla de un problema estructural en la cubierta de la Capilla del Santísimo, que no es tan antigua -data de la década de 1940- pero está muy deteriorada a causa de desprendimientos. “Es una cubierta frágil de fibrocemento y hay que restaurarla. La obra cuesta $ 110 millones”, resume. Aquí el que está jugando “en contra” es un árbol de mangos que quedó prácticamente pegado a la pared. Y cada vez que cae una fruta pega en la cubierta. “Ni loco lo sacamos -enfatiza Nicolini entre risas-. Son los mangos más ricos de Tucumán”.