Las conexiones genuinas y la compañía incondicional significan una búsqueda incesante en la naturaleza humana. Buscamos estar cerca de quienes queremos y la soledad, por lo general, no nos sienta bien. Sin embargo, hay quienes prefieren compartir tiempo con ellos mismos antes que comprometerse con alguien más y son demasiado independientes para estar en una relación. Según la psicología, existen algunos rasgos comunes entre las personas que prefieren estar solas.
Aunque buscar a alguien para pasar el tiempo pueda ser un deseo más que habitual entre las personas, existen algunas a las que el compañerismo les genera rechazo. Sin embargo, los reacios a una conexión amorosa no siempre fueron así. Una historia larga que comienza desde la infancia puede explicar aquella aversión: imaginemos un niño que anhela el amor de sus padres, pero lo rechazan y lo dejan con el peso de su propios miedos y necesidades.
Ese niño en el aislamiento aprende a sobrevivir por el mismo. Encuentra en sí mismo una fuente de consuelo y se enfrenta a las dicultades solo, porque sabe que nadie más lo hará por él. Con el tiempo, este niño crece y aprende que las personas pueden ser poco fiables, que las cosas se desmoronan y que todo vínculo conlleva el riesgo de una traición. Sobreviven y luego prosperan gracias a su propia confianza. Para estas personas la independencia no es una elección, si no un método de supervivencia.
Las señales de que sos demasiado independiente para estar en pareja, según la psicología
Esos niños ahora convertidos en adultos pueden darse cuenta de que esa independencia es a la vez una fortaleza y una barrera, un impedimento para lograr conexiones genuinas. Aunque la autosuficiencia pueda ser valorable, aquella rápidamente puede convertirse en aislamiento. Según la psicología, existen algunas señales de que una persona se ha transformado en “hiperdependiente”.
Rechazo a pedir ayuda
Aunque algo se les dificulte demasiado, las personas hiperindependientes jamás buscarán de una mano que pueda aliviarles la carga. El rechazo a pedir ayuda se debe a un miedo a mostrarse vulnerables. Estas personas equiparan la autosuficiencia con la fortaleza y apoyarse en los demás puede parecer una admisión de debilidad o dependencia, y ambas pueden desencadenar sentimientos de incomodidad o ansiedad.
De acuerdo con un estudio publicado en Current Directions in Psychological Science, los patrones de apego formados en la infancia (como los vínculos seguros o inseguros con los cuidadores) afectan la regulación emocional, la resolución de conflictos y la apertura en las relaciones románticas más adelante en la vida. Las personas con experiencias tempranas de apoyo inconsistente a menudo desarrollan la autosuficiencia como mecanismo de protección. A la vez, quienes tienen dificultades para buscar ayuda o mostrar vulnerabilidad suelen experimentar un mayor malestar psicológico y soledad.
Un muro emocional para mantener la distancia
Para las personas hiperindependientes, la distancia emocional es una forma de protección. Creen que el amor conduce inevitablemente a la decepción, mientras que la cercanía suele provocar pérdidas y desamores. Para ellas, la compañía tiene un precio: la gente se va, los vínculos se rompen y lo que antes les parecía seguro acaba desapareciendo, haciendo que el esfuerzo parezca inútil. Para evitarlo, comparten solo los “buenos momentos” y ocultan las dificultades, convencidas de que, al final, solo se tienen a sí mismas.
Las personas evitativas suelen esforzarse por lograr su independencia reprimiendo sus emociones y distanciándose de los demás. Un estudio de 2016 publicado en Current Opinion in Psychology destaca cómo las orientaciones del apego afectan las respuestas al estrés en las relaciones. El estudio descubrió que el apego evitativo (un resultado común para quienes experimentaron inestabilidad o necesidades insatisfechas en los primeros años de vida) lleva a las personas a distanciarse de sus parejas en situaciones estresantes.
La soledad antes que las experiencias compartidas
Las personas hiper independientes suelen mantener límites rígidos que refuerzan su sentido de autosuficiencia y rara vez expresan la necesidad de contar con el apoyo, el consejo o la presencia de su pareja. Suelen priorizar las actividades solitarias por sobre las experiencias compartidas, lo que hace que sus relaciones pasen a un segundo plano. Pueden elegir constantemente pasatiempos, intereses o proyectos individuales, lo que crea un patrón en el que su pareja solo participa de manera periférica en sus vidas.
Además, la idea de hacer sacrificios o concesiones puede resultarles incómoda (o incluso intrusiva), ya que estos ajustes ponen a prueba su necesidad profundamente arraigada de autonomía y control. Para ellos, el compromiso puede parecer una amenaza a su independencia en lugar de una parte natural de la relación. Es posible que se resistan a combinar horarios, ajustar objetivos personales o hacer incluso pequeños sacrificios por la relación, por temor a que estas acciones conduzcan a una dependencia no deseada.