A 50 años de “Instituciones”, el disco con el que Sui Generis se mudó al rock progresivo
El tercer disco del dúo tuvo un contenido político y crítico en el contexto de una situación represiva en el país. Dos canciones no pudieron publicarse y en otras cinco tuvieron que cambiar la letra. Con sintetizadores.
Un viernes como hoy hace 50 años exactamente se presentó el tercer (y último) disco de Sui Generis en el Teatro Coliseo (en rigor, esa noche el flamante cuarteto tocó 14 temas).
“Pequeñas anécdotas sobre las instituciones” llegó a las bateas el 16, pero en la revista Pelo el productor Jorge Álvarez informaba que antes, ya llevaba vendidas entre 25.000 y 30.000 placas y auguraba que en 1975 la cifra se elevaría a 60 o 70.000.
Charly García y Nito Mestre habían radicalizado totalmente su música así como las letras, en un contexto en el que la Triple A y los comandos militares y paramilitares entregaban sus muertos todos los días; y para qué hablar de esta provincia en la que se avecinaba el Operativo Independencia, luego que el general Acdel Vilas ya había hecho el “trabajo” con el aval del gobierno peronista de Amado Juri.
La canción “El show de los muertos” puede interpretarse en distintos sentidos, pero claro está que dice “tengo los muertos todos aquí, ¿quién quiere que se los muestre?”. O “Música de fondo para cualquier fiesta animada” (“Había una vez un país al revés y todo era diferente, todo el dolor, el oro y el sol pertenecían a la gente. En esa casa dividieron el pastel y no dejaron nada sin comer; la bandeja se la llevó la sirvienta”).
La primavera de Héctor Cámpora había durado apenas un par de meses hasta que Juan Perón asumió el gobierno. El dúo, que ya se había convertido en un cuarteto, acompañados por Rinaldo Rafanelli y el baterista Juan Rodríguez (ahora lo hacían como miembros estables), transcurre del folk y sus melodías, a un rock progresivo: el tiempo de los sintetizadores había llegado al país.
El grupo se presentaba en los colegios (y en facultades de la UBA) durante 1974 y en noviembre de ese año lo hizo en Beccar, en el Colegio Marín, uno de los últimos que dio antes de la presentación de su nuevo disco de estudio en el Teatro Coliseo.
Jaque al sistema
Desde el título mismo se ponía en jaque a las instituciones: la familia, el matrimonio, la censura, el ejército o la policía, nada menos. Son las instituciones no las personas, es el Estado, en una palabra; la vigencia de esta propuesta es tremenda, cuando desde diferentes medios se insiste en dividir la realidad entre “buenos y malos”. Y se asemeja con el “lugar común” que dice: “acuerdo con los objetivos pero no con los métodos”.
Meterse con las instituciones es un gran salto, porque es el mismo sistema al que se critica. En el tema “Instituciones” la letra “los magos, los acróbatas, los clowns, mueven los hilos con habilidad” y en “Tango en segunda”, hay cuatro cadáveres que van a renacer entre los muertos”.
“El show de los muertos” tal vez sea más explícita, así como “Música de fondo para cualquier fiesta animada” y “Las increíbles aventuras del señor tijeras”. Pero el resto de las canciones como “¿Para quién canto yo entonces?”, “El tuerto y los ciegos” y “Pequeñas delicias de la vida conyugal” no está alejado de la realidad de esos días.
“Mi arte -explicaba por aquel entonces Charly García a la revista “Pelo”- está basado en las contradicciones del sistema. En esas cosas que te pueden hacer morir de risa o llorar de amargura”. De todos modos, en el disco en cuestión directamente no se publicaron “Juan Represión” y “Botas locas”.
Censura sin cara visible
Durante el segundo semestre de 1974 (a tres meses de regresar de Tucumán) Sui Generis se instaló en los Estudios Phonalex para registrar las nuevas composiciones.
El tercer vinilo sería lanzado por Talent, un subsello de la compañía Microfón. La discográfica, dirigida por Mario Kaminsky, establecía por contrato que todos sus artistas debían mostrar a las autoridades de la casa las composiciones a publicar. Las piezas sólo veían la luz si contaban con el visto bueno de los jerarcas. García fue obligado a reescribir las letras de cinco de los nueve temas de la placa. ¿Quién era el encargado de aprobar o vetar sus versos? A cinco décadas de los hechos, el interrogante persiste. “La censura –recuerda Nito Mestre– no tenía una cara visible. A veces era Jorge quien nos pedía moderación porque a él se lo sugería Kaminsky, quien a su vez había conversado con un fulano que le recomendaba suavizar tal o cual estrofa por si acaso. Nos movíamos en base a rumores y a comentarios en voz baja”. Igualmente se modificó la letra de “Las increíbles aventuras del Señor Tijeras”, que estaba dedicada al titular del Ente de Calificación Cinematográfica, Miguel Paulino Tato, que asumió en agosto de 1974 y era famoso por censurar imágenes de los estrenos nacionales y extranjeros con claras motivaciones de manipulación ideológica y restricciones afines al pensamiento de la iglesia católica.
Para Mestre la censura en las letras impulsó a que Charly escribiera otras aun mejores. “Los cambios en la poética no le quitaron fuerza, le sacaron panfleto”, agrega Rafanelli.
La salida del long play, cuya portada presentaba dibujos de Juan Orestes Gatti, fue precedida por una demanda anticipada de 25.000 unidades. Pero una vez en la calle, las ventas se estancaron; el público recibió las nuevas piezas con frialdad. “Las canciones eran tan elaboradas que cuando las hacíamos en vivo la gente se aburría y nos pedía ‘Lunes otra vez’”, sostiene el bajista. El álbum se volvió masivo después. En ese momento, como todo trabajo adelantado a su tiempo, fue incomprendido.
El crecimiento experimentado por Sui Generis en sus dos primeros discos le otorgó al dúo ciertos beneficios económicos. Charly los invirtió en nuevos teclados, instrumentos y otros equipos que terminarán por enriquecer las nuevas composiciones, mucho más elaboradas que las de los discos anteriores. En el concierto de hace 50 años también participó David Lebón.