Las harinas son un componente esencial de muchas dietas alrededor del mundo. Sin embargo, su consumo excesivo fue señalado como un factor que puede influir en problemas como el aumento de peso, los desequilibrios energéticos y ciertas afecciones metabólicas.
Son cada vez más personas optan por eliminar este ingrediente de su alimentación durante un período prolongado para evaluar sus efectos en el cuerpo. ¿Qué transformaciones experimenta el organismo al dejar de consumir harinas por 30 días?
Aunque cada organismo responde de manera única, los cambios pueden impactar desde el nivel de energía hasta el estado de la piel o el sistema digestivo. Este desafío alimenticio genera curiosidad, pero también es importante conocer los posibles beneficios y riesgos antes de adoptarlo.
Qué cambios se producen en el cuerpo si no consumo harinas por un mes
En los primeros días sin consumir harinas es probable que se experimente una disminución de los niveles de energía. Esto es debido a que los carbohidratos son la principal fuente de energía para el cuerpo, por lo que su ausencia inicial puede causar fatiga y letargo.
Sin embargo, a medida que pasan los días, es posible que se noten mejoras en la digestión, ya que, como se dijo, las harinas refinadas carecen de fibra, y al eliminarlas, el sistema digestivo puede funcionar de manera más eficiente, reduciendo la hinchazón y el malestar abdominal.
En cuanto al peso, es probable que se vea una ligera pérdida de peso con sólo unas pocas semanas sin harinas, ya que su eliminación puede reducir la ingesta de calorías vacías y provocar una disminución en la retención de agua.
También es posible que se experimente una mayor estabilidad en los niveles de azúcar en sangre, lo que puede ayudar a controlar los antojos de comida y prevenir picos de insulina.
Cuáles son los efectos de dejar de comer harinas
Una de las primeras consecuencias de una alimentación sin harinas sin dudas será el descenso de peso, ya que al eliminar de la dieta todo este tipo de alimentos, se reduce de forma considerable el aporte de carbohidratos.
Además, por extraño que parezca, las personas experimentan una mayor sensación de saciedad y reducción del apetito (esto es por las fibras que contienen las harinas sin refinar, que ayudan a que el hambre tarde más en aparecer).
Más a largo plazo, la disminución o restricción en el consumo de almidones previene el riesgo de desarrollar diabetes, según una investigación realizada por el Hospital Universitario Miguel Cervet, en Zaragoza, España.
Asimismo, los niveles de triglicéridos disminuirán, ya que el hígado dejará de crear la grasa que se genera a partir del exceso de glucosa, que aportan estos carbohidratos. Y como consecuencia de esto, también se regulan los valores de presión arterial, que junto con los factores antes mencionados (diabetes, obesidad, síndrome metabólico, etc) aumentan el riesgo de padecer problemas cardiovasculares.