CARACAS.- El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, asumió ayer su tercer mandato consecutivo, entre el desconocimiento internacional y la denuncia opositora de “golpe de Estado” en su reivindicación de la victoria de Edmundo González Urrutia.
Maduro, en el poder desde 2013, tomó juramento en el Parlamento bajo su control, al igual que el resto de los poderes del Estado y las Fuerzas Armadas.
“Este nuevo período presidencial será el período de la paz, la prosperidad, la igualdad y la nueva democracia”, prometió Maduro con la voz firme ¡Lo juro por la historia, lo juro por mi vida, y así cumpliré!”, agregó el mandatario de izquierda.
La oposición, que se mantuvo expectante todo el día, denunció que Maduro consumó “un golpe de Estado” al jurar, apoyado “por la fuerza bruta y desconociendo la soberanía popular expresada contundentemente el pasado 28 de julio”, día de las elecciones presidenciales.
“González Urrutia es quien debe ser juramentado”, señaló en un comunicado la principal coalición opositora, la Plataforma Unitaria.
La líder de la oposición María Corina Machado, que el jueves denunció haber sido detenida brevemente tras encabezar una manifestación en la ciudad de Caracas, denunció que “se consolida un golpe de Estado” en Venezuela. Aseguró que “está cerca la libertad” y que el 9 de enero “perdió el miedo”. “Venezuela vio el coraje desplegado por todo el país. Hoy el mundo ve el miedo encerrado en un salón. No tengan dudas. Esto se acabó”, aseguró la líder opositora.
Recompensa
Estados Unidos, por su parte, tildó de “farsa” la investidura oficial y subió a 25 millones de dólares la recompensa que ofrece por la captura de Maduro y su ministro del Interior, Diosdado Cabello, acusados de crímenes por narco terrorismo. Impuso también sanciones contra el jefe de la estatal petrolera PDVSA y otros siete altos funcionarios venezolanos. A la vez, amplió 18 meses el amparo migratorio que otorga permiso de residencia y trabajo a los venezolanos en Estados Unidos.
El próximo presidente estadounidense, Donald Trump, se refirió a González Urrutia el jueves como “presidente electo”.
La Unión Europea, por su parte, señaló que Maduro “carece de legitimidad” y el Reino Unido calificó al gobierno venezolano de “fraudulento” y anunció restricciones financieras contra 15 altos cargos.
“Esta toma de posesión (...) no la pudieron impedir y es una gran victoria de la democracia venezolana”, lanzó un desafiante Maduro, quien se dijo blanco de una “conspiración” de “Estados Unidos y sus satélites y esclavos en América Latina y en el mundo”.
En medio de denuncias de fraude, Maduro fue proclamado ganador por el Consejo Nacional Electoral (CNE) con 52% de los votos. Hasta el momento no publicó un escrutinio detallado, como exige la ley. La oposición publicó en una web copias de actas electorales que sostienen que prueban su victoria con más de 70% del sufragio.
Cientos de seguidores del chavismo acompañaron la jura del mandatario en los alrededores del Palacio Federal Legislativo en el centro de Caracas, donde fue reforzado el ya masivo operativo de seguridad puesto en marcha en los días previos.
Delegaciones de 125 países asistieron a la toma de posesión, según Maduro, pero hubo muy pocos presidentes, entre ellos Daniel Ortega, de Nicaragua, y Miguel Díaz-Canel, de Cuba.
En el poder desde 2013, ungido por el fallecido Hugo Chávez, Maduro ha gobernado con mano de hierro con apoyo de los militares. Ha sido tachado de “dictador” por sus detractores.
González Urrutia llamó a la Fuerza Armada a reconocerlo como presidente, pero la jerarquía le juró “lealtad absoluta” a Maduro.
Lo que viene
En el próximo sexenio, Maduro propone una “gran reforma” a la Constitución, que sigue el camino de la aprobación de nuevas leyes que, según expertos, merman las libertades. Promete igualmente recuperación económica, tras pasar buena parte de sus 12 años en el poder en recesión, alta inflación y escasez.
Más de siete millones de venezolanos migraron huyendo de la crisis, según la ONU. La situación política en Venezuela continúa generando intensos debates y reacciones en redes sociales, donde usuarios expresan su frustración y desilusión frente a los líderes políticos y las condiciones del país. Según lo reflejado en diversas publicaciones en X, antes Twitter, el descontento se centra en la percepción de falta de acción efectiva por parte de figuras opositoras y en las dificultades que enfrenta la población venezolana en medio de una crisis prolongada. (AFP)