El adiós a Arturo Álvarez Sosa: “Su poesía es una 
fiesta del lenguaje”

En medio del dolor, personalidades de la cultura recordaron su obra y los aspectos de su vida que hicieron feliz a él y a su entorno.

ADIÓS A UN GRAN POETA. Arturo Álvarez Sosa falleció a los 89 años. la gaceta / foto de archivo ADIÓS A UN GRAN POETA. Arturo Álvarez Sosa falleció a los 89 años. la gaceta / foto de archivo
Hace 18 Hs

Tras el fallecimiento de Arturo Álvarez Sosa, distintas personalidades de la cultura tucumana recordaron a quien dedicó su vida a las letras.

En 1957 comenzó en el mundo en el periodismo, luego de haber estudiado en la Escuela de Artes y Oficios de los Talleres de Ferroviarios de Tafí Viejo. LA GACETA fue uno de sus tantos lugares de trabajo, donde se desempeñó como llegó a ser Secretario de Redacción.

Entre 1963 y 1966 fue director de Cultura de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán. En esos años también se desempeñó como presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) en Tucumán.

La muerte lo encontró cuando tenía 89 años, y su último libro “El cuerpo cósmico”, publicado a fines de 2021 por la editorial de la Universidad Nacional de Tucumán, fue un legado dentro de la poesía. Carmen Perilli, doctora en Letras y profesora emérita de la UNT, describe cómo este libro puede considerarse “un viaje por la obra total de Arturo a través de la metáfora del cuerpo”. “Quiero recordar unas palabras de una carta de Edgar Bailey: “se debiera dar a todos los poemas el título de ‘Razones de vivir feliz’. Y esas razones están en descubrimientos como los suyos. Su poesía es una fiesta del lenguaje y una fiesta del mundo”, señaló. Además, lo recuerda como un poeta y un hombre inolvidable y recalca que fueron pocos los que persiguieron la palabra y el conocimiento tanto cómo él.

La doctora en Letras, Elena Acevedo de Bomba, destaca cómo su labor literaria ha sido constante desde su premiado cuento “Los peces de Constantín” en 1952. Una de sus reseñas está dedicada al texto “Estado Natural” al que Arturo Álvarez Sosa le dedicó 11 años y que quedó en segundo lugar en el Premio de Poesía Ocnos de Barcelona. “Estado Natural es la visión cosmogónica del ser humano en el universo. Un hombre agonista que lucha entre los opuestos de lo infinito y lo inmanente”.

Además hace mención del libro el “Cuerpo del mundo”, donde afirma que el ritmo es el verdadero protagonista. “En él, Arturo Álvarez Sosa buscaba una estructura poética que diera la idea de transmutación de la materia. Esa es su poesía primigenia y la que siempre nos ha brindado”, remarca Acevedo de Bomba.

Por su parte, el profesor y doctor en Letras, Guillermo Siles, dijo que la poesía cósmica de Álvarez Sosa es un sistema complejo, excepcional y vastísimo, que trasciende las fronteras de la región y difícilmente se lo puede vincular con otros referentes de la poesía argentina contemporánea. Remarca que para el poeta “las palabras permiten decir lo indecible al ritmo de las ideas científicas, así quienes no podemos comprender las grandes abstracciones matemáticas, por ejemplo, podemos hacerlo a través del arte, de la música y la poesía”. Afirma además que la poesía de Álvarez Sosa no tiene fronteras porque es un viaje estelar sin tiempo, sin medida, más allá de las galaxias y del deseo.

Siles expresó que la muerte de Álvarez Sosa le generó un gran impacto. Su fallecimiento ocurrió dos días después que el de Carlos Pereiro (director de Ediciones del Dock), dos personas con las que se vinculó mientras editaba la Obra poética de Hugo Foguet. “Con Arturo conversaba mucho en el café de El Ateneo sobre su amistad con Foguet y cómo dialogaban sus ideas y sus poéticas, además de ser parte de la renovación de la literatura tucumana después del grupo La Carpa en la década de 1940. Más tarde Arturo se enfermó y dejé de verlo con frecuencia”.

Lo recuerda como un hombre afectuoso y noble. “Cuando salió su obra reunida pidió a la editorial que me regalaran un ejemplar del libro, y que me invitaran a la presentación”, dijo. Y recordó que la última vez que lo vio fue en un bar, junto a uno de sus hijos, donde lo reconoció y lo saludó con cariño y alegría: “Así nos despedimos”.

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