Sobrevivir en Gaza: una tregua muy acotada

Sobrevivir en Gaza: una tregua muy acotada
Hace 12 Hs

Carlos Duguech

Analista internacional

No es dificultoso imaginar que al día siguiente de la tregua que tuvo inicios ayer a las cero hora en Gaza, el panorama para los gazatíes será de complejas y enormes dificultades. Los desplazados desde el norte del territorio hacia el sur, a instancias de las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) y la acumulación de sectores móviles de refugiados en distintos puntos de la geografía particular de “la franja”,  consagraron la frase “No hay lugar seguro en Gaza”.

Impacta el sólo tener idea de que la superficie de Gaza (365 kilómetros cuadrados) es la que resulta de dividir la de Tucumán ¡en 61 partes! Para completar el asombro, una comparación que es necesario tener en cuenta y así mejor comprender el contexto de la guerra Israel-Hamas (Gaza): Por cada kilómetro cuadrado en Tucumán hay 64 personas. En Gaza, 5.046.

No hacen falta más datos para imaginar -mejor apegados a la realidad- que una guerra como la que Israel inició en Gaza en respuesta militar apabullante al accionar terrorista iba a provocar víctimas inocentes y destrucciones generalizadas. Tal y como ocurrió.

Claro que la incursión asesina de activistas diversos de Hamas en el sur israelí el fatídico 7 de octubre de 2023 con 1.400 muertos y 230 secuestrados iba a provocar una inmediata respuesta de Israel.

Quince meses después, el balance arroja cifras que, no por previsibles dada la densidad poblacional de Gaza, dejan de impactar: casi 47.000 muertes en los 15 meses que lleva ardiendo Gaza. Y una destrucción de edificios -incluidos escuelas y hospitales e infraestructura- tal como si un terremoto hubiera asolado esa franja costera Este del Mediterráneo.

“Mala praxis defensiva”

El día 7 de octubre de 2023, oscuro y trágico para Israel, marcó, inexcusablemente, un doloroso fracaso para la conducción del país. Para su sistema defensivo y, particularmente, para el de inteligencia, reputada como una de las más efectivas del mundo.

Netanyahu actuó con habilidad no frecuente y sólo incentivada por su necesidad de “despegarse” del trágico hecho. No tardaron graves imputaciones de descontrol de las fronteras con el sur de Gaza. Desoyéndolas, se concentró  en  implementar una estrategia militar hacia afuera. Y notablemente política hacia adentro. Esperaba que ello pudiera sacarlo del foco de las responsabilidades. Lo consiguió, finalmente, aunque no se desligó de las acciones judiciales pendientes por acusaciones de corrupción.

Todavía no se conocen y es probable que resulte difícil acceder a los datos que, seguramente, están analizando “sotto voce” los expertos en inteligencia. El asunto amerita volcar toda la sapiencia en la materia para evitar otro “7 de octubre”, neutralizándolo a tiempo. Israel aprendió de esta mala praxis dramáticas palabras a su país: “Estamos en guerra”.

Domingo singular

Siguiendo transmisiones directas desde Israel del proceso de entrega de tres mujeres jóvenes secuestradas por Hamas el 7 de octubre de 2023, ayer, en una detallada transmisión de un canal en lo que era un domingo singular. En cumplimiento del acuerdo de tregua y de intercambio de rehenes por prisioneros palestinos en Israel, vehículos de la Cruz Roja trasladaban a las tres rehenes. Cerca del mediodía del domingo pudo verse en el canal 12  en vivo de Israel cómo una muchedumbre de activistas de Hamas, armados y con la cabeza cubierta,  rodeaba el vehículo de la Cruz Roja en territorio gazatí. La escena  generaba preocupaciones por la eventualidad de que algunos de los activistas armados provocara un acto voluntario o accidental que, seguramente, provocaría reacciones de una violencia generalizada.

Fragilidad del acuerdo

Una de las características que define mejor al acuerdo de tregua con alto el fuego e intercambio de rehenes por prisioneros en Israel es el largo y muchas veces postergado tiempo de su elaboración. Y, particularmente, por la característica notable que lo muestra: fragilidad. Tanto que en las primeras horas (8.30 del domingo) en que debía iniciarse la tregua ésta no dio comienzo por decisión del primer ministro Neyanyahu.

La razón precisa: la falta del listado con los nombres de las tres personas secuestradas, a intercambiar. Tan frágil casi todo, que desde  Hamas argumentaron dificultades técnicas de último momento. Finalmente, con retraso de casi tres horas, se inició la tregua. Tan precisa la iniciación que hasta tanto se hubo concretado -casi tres horas después-, en lugar de la prevista que el gobierno de Gaza informó que en ese lapso murieron por metralla ocho personas y 25 resultaron heridas. Solamente se hubieran salvado si el “alto el fuego” se concretaba en el horario previsto.

No hay que dejar de lado la determinación adoptada y difundida por Netanyahu. Lo dijo el sábado último, 24 horas antes de que se cumpla el plazo de vigencia de la tregua con Hamas: “Israel se reserva el derecho de reanudar la guerra contra Hamas en Gaza y con el apoyo de Estados Unidos”.  No sólo eso. Se comprometió a traer de vuelta a Israel a todos los rehenes que aún retiene Hamás en Gaza. Claro que debería tener en cuenta dos oposiciones concretes, en su gabinete, que se mostraron fuertemente críticas a concretar una tregua.

La buena relación desde hace tiempo de Netanhayu con Donald Trump le da aire para proclamar su promesa como lo hace, máxime teniendo presente, muy presente, cuánto costó en tiempo y negociaciones propias y de terceros gestores del acuerdo.  Egipto, Catar y Estados Unidos, que lo gestionaron durante meses a la vez que se convirtieron en sus garantes, no quieren -y, obviamente, no deben-  abandonar el sitial donde las contingencias de la guerra Israel-Hamas los instaló.

Los plazos tan extendidos por semanas de una tregua y el complejo diseño de la liberación de rehenes, por un lado (incluidos -vaya dolorosa “liberación “- cadaveres de rehenes) y presos palestinos en cárceles israelíes (algunos condenados a perpetua) son, en suma, un complejo ajedrez. Y éste se juega en un tablero redondo donde operan blancas no tan blancas y negras muy oscuras. Lo que sí vale ser destacado es que finalmente podrán ingresar diariamente a Gaza una impresionante cantidad de camiones (600) con víveres, medicamentos y elementos necesarios para la vida diaria de los gazatiés, casi la mayoría de ellos viviendo en campamentos.

¿Y Joe Biden? Yéndose a casa. Desde la Casa Blanca, en Washington, para dejarle el lugar al nuevo inquilino por cuatro años, ya conocedor y gozante de sus salas y jardines. Claro que Biden, deseoso de capitalizar su aporte a la consecución de la tregua, dejó a modo de despedida unas palabras que se resumen en: “a partir de ahora (tregua mediante) se abre el tema de “los dos estados”.

Puestos a ser realistas -que en este tiempo de revoluciones culturales, políticas, migratorias, sociales  y guerreras- hablar como si fuera cosa de hacer de un día para el otro y con partes dispuestas de buen grado, es como darle entidad fáctica a esa frase desalentadora: “predicar en el desierto”.

Hasta los desiertos tienen, a veces, oasis. En éste, al que hacemos referencia, todo es arena. La única cosa notable son las casi anatómicas y armoniosas dunas, esculturas del viento y su arena. Para los “Dos Estados” sólo falta que Israel relea su Acta de Declaración de Independencia (1948) y que los palestinos hagan lo propio con la suya (1984). Y, obviamente, que las Naciones Unidas, la “partera de los siameses Israel y Palestina” se haga cargo. Tiene la responsabilidad de origen y la obligación del presente. ¡Ya!

Reconstrucción de Gaza

El otro rubro del negocio grande de las guerras: ya no armas, equipos y municiones más financiamiento, sino ladrillos, cemento, aceros y materiales de construcción y empresas que se necesitarán. Y nuevo financiamiento. Un acotado y reflotado “Plan Marshall” del M.O.


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