El acero no solo es utilizado para la construcción de viviendas y edificios sino que también es elegido por grandes artistas para realizar sus esculturas. Muchas de estas creaciones se han convertido en verdaderos íconos a nivel global. Cuáles son las obras argentinas que resaltan.
El acero no sólo es útil para la construcción, sino que además se presta para obras arquitectónicas que maravillan al mundo. La modernidad parece guiarse por este material y los artistas así lo entienden con sus creaciones.
En Argentina tenemos ejemplos varios de esculturas realizadas en acero. Para empezar vale destacar a un grande en esta materia: Carlos Regazzoni. En este caso, a su Quijote gigante. En 2007, la localidad de Azul fue declarada Ciudad Cervantina de la Argentina por el Centro Unesco Castilla-La Mancha. En esa localidad se encuentra la colección de ediciones de Don Quijote de la Mancha más grande de nuestro país y la mayor fuera de España.
En la plaza del Quijote se erige el complejo escultórico diseñado por Regazzoni, famoso artista que realizó cientos de sus obras en hierro y acero. En su homenaje al ingenioso hidalgo representado en la maravillosa pluma de Miguel de Cervantes, Regazzoni utilizó como materiales trenes abandonados y maquinarias desechables, lo que en la industria se considera como chatarra y es un insumo cada vez más importante. Falleció en 2020 a sus 76 años y dejó una huella imborrable para el arte sobre acero.
Además de sus dones artísticos, Regazzoni destacabafin la utilización de los desechos de acero por sus cualidades. “Mis obras están hechas con chatarra porque son elementos nobles por su sentido de belleza y trascendencia de las cosas, todo lo fabricado está hecho para que dure eternamente”, solía decir.
Carlos Vaccaro, Director Ejecutivo de la Cámara Argentina del Acero (CAA), explica también que la versatilidad y durabilidad del material es clave para los artistas. “Sus características de aleación permiten crear obras increíbles a la vez que pueden ser completamente reciclables. Por lo que podemos hablar tranquilamente de que el acero en el arte, como en la construcción, es un aliado sustentable”, detalló Vaccaro.
Obras de acero en el mundo
Un paseo rápido por el exterior nos lleva a Chicago, Estados Unidos, ciudad famosa por su arquitectura y museos de arte. Pero una de las atracciones que más turistas convoca es el Cloud Gate, más conocido como The Bean, una enorme escultura de acero que se encuentra en AT&T Plaza dentro del Millenium Park.
La obra, creada por el artista británico de origen hindú Anish Kapoor, fue inaugurada en 2006 e inmediatamente se convirtió en una de las atracciones más fotografiadas de la ciudad. A cualquier hora del día, decenas de turistas posan al lado de este gigantesco poroto de acero pulido que refleja de forma caleidoscópica los edificios que se encuentran alrededor.
En Helsinki, la capital de Finlandia, se encuentra otra realizada en acero. Se trata del monumento de Sibelius ubicado en el parque que lleva el mismo nombre. La escultura fue diseñada por la artista finlandesa Elisa Hittunen y se inauguró el 7 de septiembre de 1967. Con la obra, Hittunen rinde homenaje al famoso compositor finlandés Jean Sibelius (1865-1957).
El monumento se compone de más de 600 tubos de acero huecos, soldados entre sí, que dan la sensación de imitar el movimiento de una ola del mar dado que cada cilindro está a diferente nivel. Al pie de la obra se encuentra una pequeña escultura del rostro del compositor. El monumento intenta captar la esencia de la música de Sibelius y da la sensación de un caos ordenado.
En el Museo Guggenheim de Bilbao, en España, se encuentra una de las obras de acero más famosas de Europa. Maman (mamá en francés), creada por Louise Bourgeois, es una escultura en acero de nueve metros de alto que representa una araña gigantesca y que la artista diseñó en homenaje a su madre. La obra transmite fortaleza y fragilidad, protección y temor, encierro y vida. Sus largas y delgadas patas sostienen el cuerpo en cuyo abdomen se encuentra adherida una bolsa llena de huevos.
Ucrania también es protagonista en este paseo artístico. En la cima del Museo Nacional de la Historia de Ucrania en la Segunda Guerra Mundial, en la ciudad de Kiev, se ubica una obra monumental realizada en acero conocida como “Madre de Ucrania”. Una estatua de 102 metros de altura que fue diseñada por los escultores Yevgeny Vuchetich y Vasily Boroday e inaugurada en 1967 para conmemorar la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi.
La figura representa a una mujer protectora que defiende a su pueblo y lleva un escudo y una espada. Es uno de los símbolos más importantes del país y una de las obras realizadas en acero más grandes del mundo que representa la lucha histórica de su pueblo por la libertad.
El metal artístico en otras obras con acento argentino
Otra obra más reciente se ubica en el hall central de la nueva terminal del aeropuerto de Ezeiza realizada por el mendocino Julio Le Parc La obra se llama Sol y fue creada en 2023 a pedido de Aeropuertos Argentina como un homenaje visual a la bandera argentina. Es una estructura móvil esférica compuesta por más de 2.900 piezas de acero espejado dorado. Tiene 19 metros de altura, diez de diámetro y pesa 2.100 kilos.
Un estandarte moderno para los porteños es la Floralis Genérica, infaltable en un viaje por obras argentinas de metal. Ubicada en la Plaza de las Naciones Unidas, la flor es un símbolo de la Ciudad y fue donada en 2002 por el arquitecto argentino Eduardo Catalano (1917-2010). Su superficie brillante deslumbra todos los días a los turistas y ya es un ícono central para CABA. Está hecha a base de acero, pesa 18 toneladas y mide 24 metros de alto. Tiene seis pétalos que se abren por la mañana y se cierran con la puesta del sol.
León Ferrari, otro de los artistas argentinos más consagrados, también elige el acero para realizar una de sus obras. Entre ellas se destaca “A los Derechos Humanos”, una escultura polisensorial que intenta concientizar sobre el Nunca más y mantener vigente el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia.
La obra se inauguró en 2011 y se encuentra en el Parque de la Memoria en la Costanera Norte de la ciudad de Buenos Aires. Está formada por varas de acero sobre vigas de madera y sus dimensiones son de 6 x 3 x 3 metros. Cuando el visitante se acerca a la estructura, se cuenta, comienzan a sonar los sonidos que emanan de la obra.