Olimpiadas Intervillas: comenzó la fiesta que une deporte, familia y tradición

En el club de veraneantes de Tafí del Valle, arrancaron los torneos de algunas disciplinas; hubo un clima festivo, encuentros y risas.

VAN POR TODO. El equipo de Raco “B” aspira a consagrarse campeón en fútbol masculino, un logro que hasta acá nunca pudo conseguir en lo que va de la historia. LA GACETA/FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO VAN POR TODO. El equipo de Raco “B” aspira a consagrarse campeón en fútbol masculino, un logro que hasta acá nunca pudo conseguir en lo que va de la historia. LA GACETA/FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO
08 Febrero 2025

Es la tarde del viernes y a medida de que uno se acerca al Club de Veraneantes de Tafí del Valle, el sonido de los silbatazos comienza a imponerse entre la calma del viento de la montaña y el eco que generan los cerros. El polvo que levantan los autos en el ingreso al predio, los primeros hinchas acomodándose en las canchas y las charlas de reencuentro marcan el inicio de un fin de semana en el que la competencia y la camaradería van de la mano. De esa manera comenzaron la 51° edición de las Olimpíadas Intervillas, un evento que cada año reúne a cientos de participantes y de fanáticos con un mismo objetivo: competir, reencontrarse y, si es posible, poder abrazarse a la gloria.

En la primera jornada el clima no pudo ser mejor: un sol radiante y una brisa fresca hicieron de Tafí el escenario ideal para el arranque de tres días a pura acción. Este viernes tuvo su primer gran momento con el arranque del torneo de fútbol femenino, en el que Raco “B” se enfrentó a Tafí “B” en un partido que se jugó con intensidad y que se vivió con euforia desde las improvisadas “tribunas” al costado de la cancha.

Amigas, primas, madres e hijas alentaban con la misma pasión; algunas con mates en mano, otras con bebidas un poco más frescas. Cualquier cosa venía bien porque el objetivo era sólo compartir. Mientras tanto, en las canchas de pádel y de tenis, algunos ya disputaban sus primeros encuentros y otros aprovechaban para entrenarse de cara a los partidos decisivos del fin de semana.

Los más chicos observaban todo con admiración, soñando con el día en que puedan saltar a la cancha con la misma camiseta que hoy visten sus padres o sus hermanos mayores. Porque si hay algo que define a las Intervillas es su espíritu familiar, algo que Patricia Casanova conoce mejor que nadie. Hija de un socio fundador del club, ex integrante de la comisión organizadora y participante activa del evento, Patricia vive esta competencia desde todos los ángulos posibles. Ella está 100% compenetrada con el evento.

“Esta es la edición 51 de las Intervillas y tenemos 360 inscriptos. Es una tradición que lleva muchos años. Lo más importante es que prime la camaradería; todo se vive dentro de un ambiente relajado y divertido. Aunque claro, todos quieren ganar”, dice, mientras mira hacia la cancha de tenis, en donde en unas horas le tocará jugar. “Hay hambre de victoria y espíritu competitivo, pero somos todos amigos y nos conocemos desde hace años. Es hermoso poder disfrutar de este evento en un paisaje increíble y con un clima espectacular”, agrega.

En opinión de Patricia, uno de los aspectos más especiales de las Intervillas es la posibilidad de compartir todo con sus seres queridos. “Juega toda la familia. Yo al tenis, mis hijos al vóley... Hay padres e hijos que juegan en un mismo equipo; es un ambiente muy familiar en el que todos se divierten en el mismo lugar”, cuenta.

Y en ese contexto, las anécdotas se multiplican. “El año pasado, por ejemplo, se enfrentaron Tafí “A” contra Tafí “B”. Un equipo se conformaba por las madres y el otro por sus hijas. Terminaron las hijas ganándoles a sus madres que tenían mucha más experiencia. Esos son momentos muy emotivos”, comenta.

EN FAMILIA. Patricia Casanova posa junto a las organizadoras, Valentina Bujazha, su hija, y Kika Ávila Terán EN FAMILIA. Patricia Casanova posa junto a las organizadoras, Valentina Bujazha, su hija, y "Kika" Ávila Terán LA GACETA/FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO

El ambiente festivo se hace sentir en cada rincón de un club que por estas horas pasó a ser el cento de la atención en el valle. Se escuchan risas, bromas entre los equipos y comentarios en tono cómplice: “¿Cómo es eso que jugás contra tu marido? ¿Vos querés el divorcio?”, dice alguien entre carcajadas. Porque sí; hay rivalidad, pero sobre todo hay ganas de compartir.

Si alguien encarna ese espíritu competitivo y familiar a la vez, es Ramón García Zavalía. El es arquero de Raco “B” en fútbol y jugador de vóley. Debutó en el torneo a los 14 años y hoy, con 25, vuelve con más ganas que nunca después de haber pasado tres años en Italia sin poder participar.

“Para armar los equipos, Raco es muy competitivo y siempre quiere armar uno bueno. Queremos la victoria”, asegura con convicción. Este año, su desafío es especial: por primera vez jugará en un equipo que nunca logró salir campeón en fútbol. “Tengo expectativas de hacer historia en el evento. Raco ‘B’ nunca ganó en esta disciplina, pero tengo mucha fe”, dice. Y su confianza es total. “Prometí a mi familia que iba a salir campeón. Tengo todo calculado; desde la presión de la pelota y del aire hasta la temperatura. Hay que ganar”, sentencia en diálogo con LA GACETA.

Las Intervillas apenas comienzan y la energía ya se siente en cada rincón del club. Los partidos continúan, las estrategias se definen y las hinchadas se hacen oír.

El fin de semana promete ser intenso, con duelos esperados y momentos que quedarán en la memoria de todos los que forman parte de esta tradición. (Producción periodística: Sofía Lucena)

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