Alejandro Castro Solano: "La tecnología atraviesa todo lo que hacemos"

Doctor en psicología, Alejandro Castro Solano se ha dedicado a explorar qué le pasa a nuestra mente en la era digital. Acaba de publicar La psicología de Internet, libro en el que aborda preguntas clave para nuestro tiempo. ¿Podemos volvernos adictos a la web? ¿Nos comportamos del mismo modo online que offline? ¿Cuál es el riesgo de mostrar excesivamente nuestra intimidad en las redes? ¿Qué le hace internet a nuestro estado de ánimo? ¿Los modelos clásicos de la psicología y las terapias convencionales explican adecuadamente los fenómenos psicológicos más recientes y son eficaces para tratarlos?

Alejandro Castro Solano: La tecnología atraviesa todo lo que hacemos
09 Febrero 2025

Por Flavio Mogetta para LA GACETA

Hay preguntas que ofrece la literatura como el “to be, or not to be” shakespeariano o el “¿escucho música pop porque soy miserable o soy miserable porque escucho música pop?”, que pronuncia Rob el protagonista de la novela Alta Fidelidad de Nick Hornby, que bien pueden adaptarse a los tiempos que nos tocan vivir: “¿Somos los mismos online que offline?” o “¿soy una persona ansiosa porque uso internet o uso internet porque soy una persona ansiosa?”.

En su último libro, La psicología de Internet (Paidós), el doctor en psicología Alejandro Castro Solano -con las colaboraciones de Guadalupe de la Iglesia y María Laura Lupano Perugini- se adentra en el siempre inquietante universo de las redes y como su uso deja ver conductas, ansiedades y nuevos síndromes psicopatológicos, que conllevan también a un aggiornamento de la psicología y de las terapias.

“Los modelos psicológicos clásicos deben aggiornarse al mundo en el que vivimos. Como comento en el libro no podemos enseñar a ser psicólogos/as a los estudiantes con historiales clínicos de hace más de 100 años, ni con teorías clásicas. Si bien la historia de la psicología es muy importante en la consolidación de la disciplina psicológica los modelos deben tomar en cuenta el mundo en que vivimos, las variaciones del contexto debido a los cambios de época, a la cultura, a los cambios producidos por la tecnología, etc. Tenemos ‘hormas’ viejas para tratar de entender problemas nuevos. Los psicólogos debemos generar nuevos modelos psicológicos para comprender los problemas nuevos. La única manera de hacer esto es promoviendo la investigación científica y la validación empírica de los nuevos modelos”.

-¿Cúal es el objetivo de la ciberpsicología?

-El objetivo de la ciberpsicología es explorar las relaciones entre los seres humanos y la tecnología. Esta temática hace algunos años hubiera sido algo vinculado con la ciencia ficción. Hoy en día es muy relevante ya que todo lo que hacemos está de algún modo rodeado de tecnología. El trabajo, el uso del tiempo libre, las relaciones sociales. La tecnología atraviesa todo lo que hacemos y por lo tanto en particular la psicología de internet -que es un subconjunto de la ciberpsicología- merece nuestra atención. Esta subdisciplina estudia las variables psicológicas vinculadas con el uso de la tecnología. Se puede extender a campos muy amplios, desde el estudio de la psicología del marketing en redes, el estudio de la ciberdelincuencia o la adicción a internet. En la medida en que pasen los años no será novedad y será cosa de todos los días.

-En el libro se plantea algo interesante: si yo como sujeto soy el mismo offline que online. El sociólogo Erving Goffman sostuvo que el sujeto tenía tantas máscaras como grupos con los que interactuaba. ¿Podría pensarse que, con las redes sociales e internet, con lo online y lo offline podría estar dándose algo parecido?

-Son dos mundos diferentes que están de algún modo conectados. Hace unos años atrás estaban mucho más divididos. Algunos autores hablaban de identidad dividida. Una persona podía ser de una manera mientras interactuaba con alguien en la Internet y otra muy distinta cuando se lo conocía en persona. Se hablaba de que se debía de algún modo integrar esos mundos o que al menos no haya una división muy marcada para conservar la salud mental. Hoy en día esa línea es cada vez más difusa. Somos a través de las redes, de la tecnología. Por ejemplo, yo doy clases de posgrado totalmente online; esto se da tanto de modo sincrónico como asincrónico. Los alumnos nuevos que tengo me conocen solo por los comentarios en una plataforma y por contactos esporádicos de zoom. Mi persona para ellos es algo totalmente mediado por la tecnología. El contexto cara a cara inaugura otra posibilidad de diálogo y de contacto. Es decir, soy distinto sin pretender serlo, el contexto digital modela de algún modo mi personalidad. Estamos asistiendo a una nueva psicología de las personas.

-Las redes e internet generan formas de desinhibición benignas y tóxicas. Como usuarios, ¿cómo podemos estar alertas para no caer en las tóxicas?

-En general todo contacto que no es cara a cara y es mediado por la tecnología da posibilidad de expresarme diferente. Recibo muchos emails de estudiantes, las cosas que me relatan allí, por un lado, son en extremo personales y exceden el contacto académico y, por otro, a veces me dicen cosas terribles. Una desinhibición inconcebible en un contacto presencial. Otro ejemplo de desinhibición tóxica son los trolls; hacen mal a otras personas sin saber siquiera quiénes son.

-¿Existen indicios o señales de alerta a las que debemos prestarles atención?

-La desinhibición es ese fenómeno en el cual alguien dice más de lo que debe decir. Es un contexto en el que no hay freno, propiciado por el anonimato. Personas que utilizan mucho las redes están expuestas a este tipo de conductas por parte de los demás. Cuanto más las personas están en el mundo digital, más probabilidad de que esto ocurra.

- ¿Cómo se puede manejar los trastornos, la angustia o la ansiedad que suelen generar la inmediatez que generan las redes sociales?

-Para generar un vínculo necesito inmediatez. Necesito de algún modo autorrevelar cosas privadas; esto fortalece un vínculo, ya que yo conozco cosas íntimas de otra persona y alguien conoce mis puntos fuertes y débiles, mis logros y miserias. Las redes potencian esto porque para conectar (online) necesitamos autorrevelar información personal; por efectos de la desinhibición a veces revelamos más de lo que queremos y esto, si bien genera inmediatez y cercanía, a la larga se nos puede venir en contra. Así sobrevienen ciertas cuestiones que hoy son cosa de todos los días: el chico o la chica que sacó una foto íntima y se la mandó a su novio/a y luego circula en las redes cuando se pelearon con todos los inconvenientes que trae eso.

-Pospandemia han quedado muchas terapias virtuales, por zoom o por meet. ¿Cuáles son los pro y las contra de estas metodologías?

-Las terapias virtuales no son algo nuevo, son algo de hace muchos años. Se pusieron de moda por la pandemia porque no había otra forma de establecer contacto. Sin embargo, estas terapias no son para todo el mundo. Están totalmente contraindicadas en crisis, en personas con intentos de suicidio, en patologías graves o ciertos tipos específicos de patologías de la personalidad. Todas las normas de uso de terapias virtuales indican que no deben instrumentarse para pacientes nuevos, sino que debe realizarse una evaluación cuidadosa. Otra cuestión es si utiliza alguna aplicación online, por ejemplo con ejercicios para mejorar la ansiedad o elevar el bienestar, sin tener un cuadro clínico. Para estas no habría mayor inconveniente. No son recomendables de primera mano sin conocer al paciente. Los aspectos a favor es que trascienden el espacio; los psicólogos pueden tratar a pacientes que viven en regiones alejadas, pueden hacer seguimientos de los pacientes en vacaciones o viajes. Hay que entrenarse para utilizarlas. No es simplemente poner el zoom y hacer lo mismo que se hace de forma presencial. Lamentablemente en nuestro medio existe poca información y capacitación al respecto.

© LA GACETA

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios