¿Qué les están haciendo celulares y redes a las mentes de los chicos?

Estremecedor análisis de los efectos de la tecnología en la psiquis.

Imagen ilustrativa.     Imagen ilustrativa.

INVESTIGACIÓN
LA GENERACIÓN ANSIOSA
JONATHAN HAIDT
(Paidós - Buenos Aires)

Las redes sociales diseminan contenido adictivo reconfigurando la infancia y la adolescencia a una escala casi inimaginable. Esta es la tesis principal derivada de las investigaciones de Jonathan Haidt, psicólogo social que ha dedicado los últimos años a evaluar el impacto de la tecnología en la salud y la sociabilidad de los jóvenes. Sobre todo en quienes entraron en la pubertad a partir de 2009, año en el que se expande el uso del smartphone (el Iphone I se presenta en 2007) y la hiperviralización de las redes. En ese año se introducen las notificaciones emergentes (“push”), junto con los botones “Me gusta” y “Compartir”, transformando la dinámica social en la web. Un año después comienzan a añadirse cámaras en los celulares (arranca la era de las selfies) y en 2012 Facebook adquiere Instagram, difuminando las fronteras entre la vida íntima y lo público.

El autor reúne encuestas y estudios de los principales órganos ligados a la Salud en los Estados Unidos, evidenciando un incremento extraordinario de deterioro psicológico en jóvenes a partir de estos años. Un aumento de más de un 150% de los casos de depresión grave, 134% en trastornos de ansiedad, 100% en casos de anorexia. Cuando se coteja estos porcentajes son otros segmentos etarios, surge que en los jóvenes de hasta 25 años estas patologías se multiplican entre cinco y doce veces comparados con los mayores de 35 o 50 respectivamente. Todos somos afectados pero el grupo más vulnerable es el de los jóvenes.

“Dedicar una gran parte de su conciencia a gestionar lo que acabó siendo su marca online fue necesario para conseguir la aceptación de sus pares, que es el oxígeno de la adolescencia, y evitar la humillación online, su pesadilla. Los miembros de la generación Z son sujetos de prueba de una nueva y radical manera de crecer, alejados de las interacciones que mantienen en el mundo real las pequeñas comunidades en que evolucionaron los seres humanos” reflexiona Haidt.

El autor señala que un adolescente promedio recibe una notificación de alguna de sus aplicaciones cada cinco minutos, sufriendo una fragmentación de la atención que afecta su capacidad para pensar, con el riesgo de dejar una marca permanente en su cerebro.

Algunos consejos del autor: retrasar el acceso de los niños a internet; nada de redes antes de los 16; colegios sin celulares; más juego en el espacio físico. Nada fácil de lograr dentro de dinámicas familiares como las actuales en las que el principal conflicto entre padres e hijos se da por desacuerdos sobre el uso de tecnología. Probablemente es la pelea de fondo de los adultos de hoy -puertas adentro, y también en el ámbito público a través de adecuados marcos regulatorios- para preservar la salud psicológica de los adultos de mañana.  

© LA GACETA

La generación ansiosa*

Por Jonathan Haidt

En las últimas décadas, Estados Unidos y muchos otros países occidentales han tomado dos decisiones contradictorias sobre la seguridad de los niños, y las dos equivocadas. Decidimos que el mundo real estaba tan lleno de peligros para los niños, que no debían explorarlos sin supervisión adulta, a pesar de que los riesgos para ellos provocados por la delincuencia, la violencia, los conductores ebrios y demás se han reducido notablemente desde la década de 1990. Al mismo tiempo, se ve que era demasiada molestia diseñar y exigir unas barreras de protección online adecuadas para los niños, y dejamos que vagaran libremente por el Salvaje Oeste del mundo virtual, donde proliferan las amenazas para ellos…

Los niños no evolucionaron para gestionar la viralidad, el anonimato, la inestabilidad y la posible humillación pública a gran escala del mundo virtual”


*Fragmento

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