Roberto Chuit Roganovich: "Los premios te sirven para recordarte que es posible escribir”
El ganador del último Premio Clarín de Novela describe los efectos del reconocimiento en su carrera literaria. También reflexiona sobre aspectos de su libro y acerca de la corrección de los textos. “La corrección es la práctica verdaderamente literaria”, afirma

Por Hernán Carbonel - Para LA GACETA - Salto
Roberto Chuit Roganovich nació en Córdoba en 1992, es doctor en Letras por la UNC, becario doctoral del Conicet y docente, y vive en Buenos Aires. En 2022, su primera novela, Quiebra el álamo, obtuvo el premio Futurock (con Martín Kohan, Luis Chitarroni y María Moreno como jurados); ese mismo año, se hizo del premio de cuentos de Fundación La Balandra con “El sol oblicuo”, un texto narrado desde la segunda persona; al año siguiente se quedó con el Letras del Fondo Nacional de las Artes por Todos los terneros y los pumas; y en 2024 se alzó con el premio Clarín de Novela por Si sintieras bajo los pies las estructuras mayores, con un jurado integrado por Mariana Enríquez, Samanta Schweblin y Alberto Fuguet.
¿Mero detalle de sucesos, de logros obtenidos? Sí, pero no: también una señal de cómo ciertos autores busca marcar su propia huella: Roberto Roberto Chuit Roganovich no ha publicado hasta ahora si no es a través de un premio literario.
Respecto de esa multiplicidad de galardones, dice que “no se puede vivir de la literatura. Creo que en este país hay dos o tres personas que pueden decir abiertamente que viven de la literatura. Entonces los premios te sirven en primera instancia para recordarte constantemente que es posible escribir. Y en segunda instancia para colocarte como un escritor posible. Pero fundamentalmente los premios sirven para seguir escribiendo. Sirven para no olvidarse que uno puede escribir”.
El jurado definió a la novela del Premio Clarín como un artefacto complejo, de “terror ecológico”, “un dispositivo hipnótico cargado de tensión”. Chuit Roganovich reconoce que, con ese tipo de galardones, donde más se gana es en la repercusión: “Y en los cinco palos que voy a cobrar por ganarlo. El premio Clarín puede ser el premio de literatura argentina más prestigioso de nuestro país. Independientemente de si la novela es buena o no, te pone en un lugar de visibilidad y de recepción que no recibirías si publicases de forma independiente. Así que espero que la visibilidad que me dé este premio me permita dedicarme un poco a los talleres de escritura creativa, que es un espacio que disfruto muchísimo, porque la práctica de la escritura suele ser muy solitaria y también muy violenta cuando no sale algo que uno desea y te suele poner frente a tus propios demonios e incapacidades”.
Narrada de una manera poética, cruzando géneros y voces, la novela abarca diferentes etapas históricas: un sacerdote, una serie de soldados y una monja en la América apenas comenzada la conquista, junto a otras historias: Londres, 1888, con un enviado de Julio A. Roca y oscuros experimentos con humanos; 1945, un investigador japonés y la bomba atómica; después, el futuro, 2037, 2049, la catástrofe mundial, 2269, 2651, 3163. Y siempre, ahí, una planta mágica.
En la novela, detalla, “los personajes reconocen que hay una fuerza superior, hay algunos que deciden solamente observarla y sentirse conmovidos por ella, y hay otros que pretenden utilizarla para su propio beneficio o para el beneficio del grupo al que pertenecen”. Y, en medio de las correcciones con la editora de Alfaguara, de cara a la publicación de Si sintieras bajo los pies las estructuras mayores, cierra: “No sé si la novela es buena, es lo mejor que puedo dar el día de hoy con las capacidades que tengo”.
En relación con su rol de coordinador de talleres de escritura creativa, expresa que, para él, “la corrección es la práctica verdaderamente literaria. La práctica de la escritura está atada a una compenetración y compromiso absoluto con el texto. Cuando uno corrige es cuando realmente está pensando en cuestiones de la estructura, del tipo de efecto que se genera en el lector, pulir metáforas, pulir oraciones. Me lleva tiempo corregir lo que trabajan los chicos, pero más tiempo me lleva corregir lo que hago yo, porque soy bastante obsesivo. Por lo general me suele llevar más tiempo la instancia de la corrección que la de escritura”.
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