Santiago Tejedor: “Para hacer crónicas de viajes es clave desaprender y abrirse a lo inesperado”
El director del Máster de Periodismo de Viajes de la Universidad de Barcelona habla sobre el género que invita a lectores a recorrer el mundo a través de un relato profundo de las más distintas realidades. Nos cuenta sus experiencias más difíciles y reflexiona sobre el impacto de las redes sociales en viajeros y turistas.

Por Sergio Silva Velázquez - Para LA GACETA - Barcelona
Escribir historias significativas desde ángulos y territorios inusuales, salirse de la mirada convencional. Términos que han acuñado el gran Martín Caparrós o el propio Gabriel García Márquez: las costuras que amarran las grandes historias. Tal vez por eso, Santiago Tejedor quiera hacer del mejor oficio del mundo, un catalejo por el cual no solo mirarlo sino, sobre todo, contarlo.
El contenido de su Instagram lo prueba. El cronista y profesor universitario Santiago Tejedor (@Tejedordeviajes) es uno de los perfiles con los que se puede conocer lugares con un ojo diferente al común de los contenidos de esa red. Sus libros sobre sus incursiones en México, República Dominicana o la Amazonía ecuatoriana forman parte de la oferta de este particular enfoque narrativo.
-¿Cómo surge el Máster de Periodismo de Viajes?
-Hace unos 10 años propuse durante la reforma del plan de estudios de la Universidad Autónoma de Barcelona que se incorporara el máster de Periodismo de Viajes. Creo que en ese momento éramos la segunda facultad de España en impartirlo, después de la Universidad de Sevilla, liderada por Mariano Belenguer. Este periodismo no se limita a resaltar las bondades de los lugares, sino que también aborda problemáticas sociales y matices culturales. Es diferente al “periodismo turístico”, que tiene un enfoque más promocional.
-Existe un debate sobre si el periodismo de viajes es realmente una especialización…
-Claro que existe. Aunque muchos tipos de reportajes que incluyen viajes, como el internacional o el deportivo: pero el de viajes tiene una especificidad. No se trata solo de relatar experiencias, sino de construir un relato profundo sobre las realidades de los lugares visitados, mezclando narrativa, análisis y una perspectiva cultural. Gabi Martínez (guionista y periodista español) es un buen referente con su literatura de viajes: él habla de un ejercicio previo al viaje de aproximación y de contextualización, o sea, de entender los tiempos, los ritmos; por ejemplo, de las dinámicas entre México y Estados Unidos que están en una permanente itinerancia.
-Has pasado momentos de frustración en algunas de tus coberturas…
-Claro. Con los pueblos indígenas en México. Uno de mis libros se subtitula Un viaje imposible a la nación kikapú; el editor se oponía porque eso denotaba una derrota, un fracaso. Es que es así: había momentos en que no entendía lo que me querían decir, ellos no entendían lo que yo preguntaba, y un capítulo del libro se titula entrevistas mudas: esa incapacidad de conexión. La primera vez que llegué a la reserva, Chakoka Anico (el último jefe espiritual y guerrero de esa comunidad) me dijo que estaba prohibido preguntar cómo se casaban, cómo eran los nacimientos y sus rituales cuando llega la muerte. Tres prohibiciones a tres preguntas decisivas. Respeté su voluntad y me perdí la posibilidad de saber tres aspectos clave de una cultura. Creo que los periodistas de viajes, a veces tienen que volver reconociendo que no pueden explicar lo que han visto, que no pueden contar lo que no han entendido. Con los rarámuri (nombre de la comunidad que significa corredores ligeros) en Chihuahua, hubo un instante en que ellos hablaban en su lengua de mí y, pese a que yo lo sabía, no podía hacer nada al respecto. Y eso me preocupaba: sin entender el contexto se puede caer en esa mirada centralista de yo superior occidental. Vengo a juzgar o a prejuzgar lo que vosotros hacen también en un relativismo cultural, pensar que todo ha sido siempre así y por tanto debe seguir siendo demanda de una reflexión específica, de un trabajo de muchas disciplinas.
-¿Quiénes han influido en tu trabajo?
-Kapuściński (Ryszard) es una gran referencia; su libro Ébano sigue siendo un molde y una referencia obligada. Desde luego, el maestro Martín Caparrós a quien tengo la suerte de tratar con frecuencia. Son de quienes he aprendido que existe más una manera única de mirar el mundo.
-Me llama la atención una palabra que usaste: desaprender. ¿Cómo influye eso en tu trabajo?
-Desaprender es fundamental. Muchas veces llegamos con prejuicios o expectativas, pero el periodismo de viajes exige abrirse a lo inesperado. Por ejemplo, en Tijuana descubrí la ciudad a través de los taxistas, quienes me mostraron una perspectiva completamente diferente. Es un ejercicio constante de observar, escuchar y dejarse sorprender. Como decía Caparrós, a veces simplemente hay que sentarse en un mercado y observar la interacción de la gente. Eso ayuda a permear los textos que hacemos.
-En un mundo tan conectado, ¿cómo afectan las redes sociales al periodismo de viajes?
-Las redes sociales han cambiado mucho la dinámica. Por un lado, han facilitado la información y el acceso, pero también han homogeneizado las experiencias. Hoy, muchas personas eligen destinos solo por su “instagramabilidad”. Sin embargo, creo que las redes pueden ser aliadas si se usan con propósito. El desafío sigue siendo construir una mirada única, una voz propia que aporte algo diferente en este mar de información.
-¿Qué recomendarías a alguien que quiera dedicarse al periodismo de viajes?
-Que aprenda a mirar y a escuchar. Escuchar es también mirar, y creo que esto es algo que deberíamos trabajar más sobre todo si hablamos de un periodismo que quiere escapar de los lugares comunes, de los tópicos que habitualmente usamos para contar el mundo. Este tipo de periodismo no se trata solo de visitar lugares, sino de comprender sus realidades y contarlas desde una perspectiva auténtica.
© LA GACETA