"Not AI": El Grito silencioso por lo humano en tiempos de las máquinas creativas

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Not AI: El Grito silencioso por lo humano en tiempos de las máquinas creativas

La fiebre de las imágenes estilo “Estudio Ghibli” llegó hasta el Inter Miami. Y ahí se juntaron dos potencias de la viralidad: Messi + Ghibli Style by ChatGPT 4o. Y la bomba fue lanzada por el CM (Community Manager: quien maneja sus redes sociales) del club. Fueron uno más del montón de millones que salieron a crear estos posteos. ¿Me despertó algo más profundo?

Al leer los habituales comentarios positivos en los posteos del club, aquí fue lo contrario. Reflejando en común un rechazo a los contenidos generados por Inteligencia Artificial, una defensa de lo humano y artístico. Y desde ahí no pude dejar de pensar: ¿Está arrancando el movimiento anti IA? Un silencioso grito de rechazo o el primer grito de muchos ante el temor de ver que la IA no para. Y lo que parecía una moda o una amenaza distante no es ni una moda ni está lejos.

Pero si te detenés un segundo a leer más allá de los emojis de fueguito y caras de enojo, la cosa se pone interesante. Entre los elogios, un coro cada vez más fuerte de críticas: "La IA no es arte", "Con la plata que tienen, ¿no podían contratar a un artista de verdad?", "Esto es un insulto a los creadores"... Uff. Un síntoma claro de algo que está burbujeando bajo la superficie.

Este "Lío" digital (cuack) no es una simple pataleta de haters. Es la punta del iceberg de un fenómeno mucho más profundo que vengo observando y que quiero desmenuzar con vos: el surgimiento de un "ruido silencioso", un movimiento casi instintivo de rechazo o, al menos, de profunda incomodidad hacia la IA cuando toca las fibras de lo que consideramos genuinamente humano. Llamémoslo, por ahora, el espíritu "Not AI".

Desarmando el rechazo: ¿Miedo o defensa del alma?

¿Por qué nos molesta tanto que una IA pinte como el genio Miyazaki o escriba como Borges? No es solo el miedo a que los artistas se queden sin laburo (que es un temor válido y real). Hay capas más profundas, casi psicológicas, detrás de esta reacción visceral:

La noción de "Alma" en la creación:

Sentimos, casi por instinto, que el arte verdadero, el que nos conmueve, nace de una experiencia, de una emoción genuina –amor, dolor, alegría, furia, soledad–. Una máquina, por muy sofisticada que sea, procesa datos, imita estilos, calcula patrones, pero... ¿siente? ¿Tiene una historia, una biografía, una cicatriz que la inspire? La ausencia de esa "chispa vital" nos genera rechazo.

El “arte IA” nos puede parecer técnicamente impecable, pero a menudo lo percibimos como una cáscara vacía, una imitación sin alma. El tema es que la Inteligencia Artificial “GENERATIVA” a diferencia del Machine Learning y del Deep Learning sí puede crear nuevos datos. Y esos “datos ordenados y procesados” son nuevas historias, fotografías, ilustraciones, código, comandos que generan acciones en sistemas. Y está entrenada con lo mejor -y lo peor- de nosotros.

La devaluación del esfuerzo y la maestría:

Detrás de un cuadro de Rembrandt o una canción de Spinetta hay años de práctica, de lágrimas, de búsqueda, de dominio de un oficio. La IA generativa parece ofrecer un atajo, una gratificación instantánea que "abarata" ese proceso humano de aprendizaje y dedicación. Nos da la sensación de que cualquiera puede "crear" algo hermoso sin el sudor y las lágrimas que tradicionalmente asociamos a la maestría artística. ¿Es eso justo para quienes dedicaron su vida a perfeccionar un arte?

La realidad es que no creo que vayan a desaparecer ni los artistas, ni los diseñadores, ni los fotógrafos. Lo que está sucediendo es que va a cambiar las formas en que creamos, diseñamos, fotografiamos o incluso escribimos.

El Photoshop ni el Illustrator reemplazaron a los diseñadores, al contrario esas herramientas de diseño potenciaron esa hermosa profesión que busca la belleza. Así como evolucionamos de la mesa de dibujo a la computadora con mouse. Ahora estamos evolucionando a diseñar con nuestro pensamiento. ¿Te acordás cuando te hablaba del Homo Augmentus? Seremos “artistas”, “abogados”, “carpinteros”, “enfermeros”, aumentados. No hay vueltas.

Not AI: El Grito silencioso por lo humano en tiempos de las máquinas creativas

La crisis de autenticidad y originalidad:

¿De dónde saca la IA sus ideas? De nosotros. Se entrena "devorando" millones de imágenes, textos y sonidos creados por humanos, muchas veces sin permiso ni crédito. Esto nos lleva a cuestionar: ¿lo que genera es realmente "nuevo" o es un remix sofisticado, un collage algorítmico de lo ya existente?

La preocupación por los derechos de autor es solo la punta del iceberg; lo que está en juego es nuestra idea misma de originalidad. La pregunta que me suelen hacer es: “¿Quién es el autor?” Pero la pregunta que me debería hacer es “¿Qué es ser autor?”. Primero debemos encontrar una definición al “qué” de las cosas y luego al “quién”.

Hoy está cambiando el “qué” de todas las profesiones y de todas las artes y haceres humanos. Y te invito a preguntarte si tu “¿Qué soy?” es el mismo hoy en la Era de la Humanidad Aumentada que hace unos años.

El miedo a perder el control (¿Y la identidad?):

Si las máquinas pueden replicar lo que consideramos nuestras expresiones más íntimas y creativas, ¿qué nos queda de único? ¿Qué nos define como humanos si hasta el arte puede ser automatizado? Este temor existencial, a veces inconsciente, alimenta la resistencia.

El miedo no es malo. Es un movilizador, un catalizador. El miedo gestionado bien nos puede ayudar a madurar y a evolucionar. El problema es cuando el miedo nos domina y damos respuestas irracionales a la realidad. ¿Qué cornos te quiero decir? Que muchas veces por temor tenemos posturas no racionalizadas. Como la que veo en muchos de los comentarios antis IA. La Inteligencia Artificial, o mejor dicho el Razonamiento Computacional, no es mala.

Las imágenes de Messi estilo Ghibli no son malas. Malo es robar los derechos de autor, es replicar sin permiso. Malo es crear un fake intentando engañar y sin etiquetar esa pieza o ese texto como generado con IA. La maldad o bondad no está en la pieza sino en las formas que construimos para llegar a ellas saltándonos los derechos de autor o buscando engañar al otro.

"Not AI": Más que resistencia, una reafirmación humanista

Este conjunto de miedos, dudas y rechazos está cristalizando en lo que llamo el movimiento "Not AI". Ojo, no se trata necesariamente de ser anti-tecnología o querer volver a las cavernas. Es algo más sutil y, creo yo, mucho más importante: es una reafirmación del valor intrínseco de lo humano.

Pero este movimiento es un equilibrio muy finito. Es un caminar por la cornisa. Puede ser una reacción para pensar y repensar el uso ético del Razonamiento Computacional. O puede ser un berrinche ideologizado fruto de nuestras inseguridades.

Quisiera que navegásemos por el primer río. Este movimiento “Anti IA” puede ser un movimiento “Pro Buena IA”. Es valorar el proceso tanto como el resultado. Es apreciar la imperfección deliberada, la huella personal, la intención y la emoción detrás de una obra. Es preferir, quizás, un dibujo con trazos torpes pero lleno de sentimiento hecho por un niño, que una imagen digitalmente perfecta pero generada por un algoritmo impersonal.

El "Not AI" es un recordatorio silencioso pero potente de que, en medio de la avalancha tecnológica, hay cosas que no queremos (ni podemos) delegar: nuestra capacidad de sentir, de crear con propósito, de conectar a un nivel profundo. Y a la vez, es reconocer, que está cambiando el “qué” y el sentido de nuestros haceres.

Repensando el arte y la autoría

Entonces, ¿la IA no puede ser "artista"? ¿Quién es el autor cuando usamos ChatGPT o Midjourney? Aquí es donde mi filosofía de la Era de la Humanidad Aumentada (EHA) ofrece una perspectiva. La Humanidad Aumentada no niega el poder de la IA, ¡al contrario! La ve como una herramienta para extender nuestras capacidades.

En este nuevo paradigma, la autoría se redefine. El "autor" ya no es solo el que maneja el pincel o la pluma física, sino el que tiene la visión, la intención, el que guía a la IA con un prompt bien pensado, el que selecciona, edita y da sentido al resultado que la máquina propone. La IA es el pincel más sofisticado jamás creado, pero la mano y la mente que lo guían siguen siendo humanas.

Nos estamos transformando en auditores expertos de IAs. Nuestro “quién somos” está mutando a ser más auditores de datos hiperprocesados que a artesanos de manualidades no digitales. En el fondo seremos más productores y menos artistas de nuestras propias creaciones. Esta migración masiva de “esencias” hará que en un tiempo futuro, todo lo producido “artesanalmente” y etiquetados con un sello de calidad que garantice el no uso de IA en su proceso adquiera un valor potencial incalculable.

El arte en la EHA puede ser colaborativo, un diálogo entre la intuición humana y la potencia computacional. Pero para que funcione, debemos mantenernos en el centro, como directores de orquesta, no como meros espectadores o, peor aún, como recursos de entrenamiento.

Se viene una era de “auto-artistas” en donde vos, querido lector, vas a transformarte en el director de tus propias películas, el pintor de tus cuadros, el autor de tus propias historias. Aunque no lo creas, la IA para mí no es una amenaza al arte sino que será un potenciador.

El Desafío mayor: Reinventar el sentido del trabajo

Y esto nos lleva al meollo del asunto, que va mucho más allá de los artistas y diseñadores. La IA está cambiando la forma en que todos trabajamos. Médicos asistidos por diagnósticos IA, programadores con código sugerido por Gemini 2.5 Pro, abogados redactando contratos con ayuda de algoritmos.

El desafío principal no es tanto la pérdida de empleos (que habrá, pero también surgirán nuevos roles), sino la potencial pérdida del sentido del trabajo. Si gran parte de lo que hacíamos, lo que nos daba identidad y propósito ("soy médico", "soy escritor", "soy artesano", “soy agricultor”), ahora puede ser replicado o facilitado por una máquina, ¿qué nos define? ¿Dónde encontramos nuestro valor?

La EHA nos exige una adaptación profunda. Ya no basta con ser eficientes o tener habilidades técnicas. Necesitamos cultivar aquello que la IA no puede (o no debería) replicar:

- Pensamiento crítico y pensamiento analítico: Cuestionar, discernir, no aceptar la primera respuesta del algoritmo. Aprender a pensar lógicamente.

- Creatividad Original: Ir más allá de la combinación de patrones, tener ideas disruptivas.

- Inteligencia Emocional: Empatía, conexión, liderazgo humano.

- Ética y Responsabilidad: Tomar decisiones basadas en valores, no solo en datos.

- Adaptabilidad y Aprendizaje Continuo: La habilidad de reinventarse será clave. El Homo Augmentus por naturaleza debe ser flexible.

El fenómeno viral de Messi versión Ghibli, con sus luces y sombras, es una ventana perfecta para asomarnos a estas preguntas. Ese rechazo inicial, ese "ruido silencioso" del "Not AI", no es un freno al progreso. Es una señal valiosa. Es nuestra propia humanidad recordándonos qué es lo importante, qué queremos conservar y potenciar en esta nueva era.

La Era de la Humanidad Aumentada será verdaderamente "aumentada" si usamos la IA para amplificar nuestra inteligencia, nuestra creatividad y nuestra empatía, no para diluirlas en imitaciones perfectas pero vacías. El desafío es enorme, pero también fascinante. Se trata de elegir conscientemente qué partes de nuestra humanidad delegamos a la máquina y cuáles decidimos cultivar y proteger con más fuerza que nunca.

¿Y vos? ¿Qué te genera más ruido de todo esto? ¿Dónde sentís que está el límite entre la ayuda tecnológica y la pérdida de lo esencialmente humano? Te leo, como siempre, para seguir pensando juntos.

Sobre el autor

Federico es fundador de FALK AI, FALK Impellers y FALK Advertising Matters. Es pensador, hacedor, comunicador, formador e impulsor de innovación y transformación en las organizaciones.

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