Sexualmente hablando: ¿Hombres apuestos, malos amantes?

Sexualmente hablando: ¿Hombres apuestos, malos amantes?

Según George Jacobs, asistente y hombre de confianza de Frank Sinatra (y autor del libro “Mr. S: The Last Word on Frank Sinatra”), Marilyn Monroe admitió que John F. Kennedy era un mal amante. No sólo eso: también que sufría de eyaculación precoz. “Ella trataba de considerarlo una señal positiva, una prueba de cómo lograba hacerlo perder el control. ‘¡Por Dios, George! ¡Tiene que gobernar un país! No tiene tiempo para todo el sermón sentimental’”. En cambio, parece que Frank sí se hacía tiempo para eso. “Es el mejor -decía Marilyn-. No hay nadie como él”.

Quizás el presidente respondía al mito popular que sostiene que “los hombres guapos son malos en la cama”. Muchas mujeres -y también algunos hombres- aseguran haberlo comprobado. Pero, ¿hay algo de verdad en esto? ¿En qué se funda esta creencia? Podemos ensayar algunas hipótesis.

Por empezar, está el hecho de que a los hombres muy atractivos les llueven las oportunidades amorosas y sexuales. Entonces no tendrían que esforzarse demasiado en agradarle a una sola persona… ¡hay tantas otras a disposición! Acostumbrados a ser deseados, no necesitarían preocuparse demasiado por el placer ajeno: dan por sentado que con su presencia, basta.

En esta línea está la idea de que, por lo mismo, serían más narcisistas o auto centrados. Es decir, más egoístas a la hora del sexo, menos dadores. Lo cual obviamente afectaría la calidad de lo que ofrecen como amantes.

Pero veamos, si bien todos parecen buenos argumentos -sin duda aplicables a algunas o a varias personas-, no es recomendable generalizar ni caer en los prejuicios culturales. Las habilidades amatorias pueden venir en una infinita diversidad de “envases” y, por otro lado, lo de “buen amante” o “mal amante” es cuestionable, arbitrario. El placer no está a cargo de una sola persona. ¿No es acaso un tango que se baila de a dos?

Más que el atractivo físico, que desde luego puede influir en la química inicial, lo que cuenta es la empatía, la intimidad, la comunicación, el interés de complacer al otro, la conexión emocional, por nombrar sólo algunos de los factores que gravitan en el nivel de satisfacción de un encuentro sexual.

Por último, es probable que también se ponga en juego lo que suele esperarse de estos “cisnes”. Y es que, cuando una persona es considerada hermosa, se fabrican alrededor de ella expectativas muy altas (no sólo desde un punto de vista sexual). Tan magnética es la belleza. De más está decir que luego el choque con la realidad puede resultarnos decepcionante, incluso aunque la experiencia no haya sido objetivamente tan mala.

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