

A veces, los grandes partidos no se ganan con nombres, sino con conexiones. Esas que surgen cuando menos se esperan y transforman lo gris en luz. En Mar del Plata, San Martín de Tucumán encontró esa chispa en una dupla que nadie tenía en los planes: Martín Pino y Juan Cruz Esquivel. De esa sociedad, casi improvisada, nacieron los goles y la victoria contra Alvarado, en un partido que se había torcido desde el arranque.
La previa no era alentadora. El equipo venía golpeado física y anímicamente tras el empate sin goles contra Deportivo Madryn. Para colmo, Franco García, uno de los más desequilibrantes en el uno contra uno, fue descartado por molestias musculares. Ariel Martos y su cuerpo técnico optaron por preservarlo y dejarlo en Tucumán, priorizando su recuperación. La baja abría una incógnita en la banda derecha, una zona clave para el desequilibrio ofensivo.
Esquivel fue el elegido. Un jugador que, hasta entonces, no había logrado consolidarse ni mostrar la velocidad ni la decisión que lo caracterizaron en otras etapas de su carrera. Si bien había dejado algunas pinceladas contra Deportivo Maipú en Mendoza, su participación había sido irregular y sin peso real en el marcador. Pero frente a Alvarado, todo cambió.
El primer tiempo fue trabado, desprolijo y con más impresiones que ideas. San Martín no encontraba los caminos y era superado por momentos por la presión y la intensidad del local. “El primer tiempo fue todo mérito de Alvarado”, reconoció Martos sin vueltas. “No terminamos de acomodarnos. Nos costó. Pero después corregimos algunas cosas y en el segundo tiempo fuimos otro equipo”, agregó el DT.
Y esa transformación tuvo nombres propios. Todo comenzó con una jugada que ya había tenido su versión de prueba unos días antes. En su regreso contra Deportivo Madryn, Pino, que venía de una lesión muscular, ensayó una pared con taco para Esquivel, pero el extremo no logró concretar. La acción se perdió, pero dejó una sensación: había química. En el José María Minella, esa intuición se transformó en realidad.
Tras recuperar la pelota cerca de la mitad de la cancha, Esquivel tocó con Pino. El “9” le devolvió la pared de taco, con clase y precisión. Esta vez, el extremo enganchó hacia el centro y sacó un remate bajo, que dejó sin respuestas a Fabricio Henricot. Gol, desahogo, y una celebración que marcó un antes y un después en el partido.
“Son jugadas que practicamos siempre en la semana. A veces salen, otras no. Hoy por suerte salió bien”, explicó Esquivel, aún con la adrenalina del triunfo. El festejo fue corto, porque el equipo entendió que podía golpear otra vez.
Y así fue. A los pocos minutos, repitieron la fórmula: Esquivel tocó con Pino, que esta vez recibió de espaldas, giró con elegancia y volvió a ceder al compañero. Con el arco entre ceja y ceja, el ex Platense no dudó: sacó un remate más potente, más elevado, directo al ángulo. Golazo. Segundo grito personal y segunda asistencia del “Tanque”, que mostró una versión asociativa que potencia a sus compañeros.
“El primer gol me dio confianza. Cuando me volvió a quedar, ni lo dudé. Pateé y salió mejor todavía”, dijo Esquivel. “Es cuestión de seguir intentando, a veces no entra, pero hoy por suerte sí”, aseguró el ex Gimnasia de La Plata.
Martos habló sobre la dupla Pino-Esquivel
Para Martos, el crecimiento del equipo también tiene que ver con estas pequeñas sociedades que se van formando partido a partido. “Ellos ya se van conociendo más. Esas asociaciones se construyen con tiempo y trabajo. Como otras cosas que todavía nos faltan, pero vamos creciendo”, explicó el entrenador.
Pino, por su parte, fue reemplazado en el complemento por Gonzalo Rodríguez. Aunque generó preocupación al verse tocándose la parte posterior del muslo, Martos llevó tranquilidad. “Está bien. Viene de una inactividad larga. Hizo mucho esfuerzo y por eso decidimos darle descanso”.
San Martín cerró el partido con autoridad, aprovechando los espacios que dejó un Alvarado desesperado. En un torneo tan parejo como la Primera Nacional, ganar de visitante y marcar dos goles en una misma presentación, algo que no ocurría hace 13 partidos, es más que un dato: es una señal de crecimiento.
El desafío ahora será sostener ese rendimiento. No obstante, el posible regreso de García abrirá un nuevo dilema en el cuerpo técnico. ¿Cómo hacerle lugar a Esquivel, tras su actuación consagratoria? La competencia interna, más allá de las dudas, es una buena noticia. Porque si algo necesita San Martín en esta etapa del torneo, es variantes.